El análisis

De héroe a villano, aunque siempre fue villano

Ahora falta saber como lidiará Sánchez con sus socios. Podemos seguro que está afilando las hachas para alzar la voz

Carlos Lesmes se ha ido. Un vídeo, un domingo por la tarde, puso punto y final a cuatro años de resistencia al frente del sector conservador. Y pasó de héroe a villano en un abrir y cerrar de ojos. Los que lo habían jaleado con pasión, ahora le dan la espalda. Lesmes dice que se va porque la situación es insostenible. Lo es pero desde hace cuatro años. Si este ha sido el final, lo podría haber adelantado. Tarde se ha dado cuenta. Quería salir por la puerta grande y ha salido por la gatera, a oscuras y con sensación, personal, de derrota. Ha tenido un mandato de luces y sombras, como todo el mundo, pero su dimisión le perseguirá. Fue el verdugo y se quiso presentar como víctima. No ha colado ni entre los conservadores, y menos entre los progresistas.

El presidente Sánchez reaccionó rápido y convocó a Núñez Feijóo en La Moncloa. 167 días sin verse, pero la ocasión lo requería. Era urgente un acuerdo pero no ha sido así. Las espadas en alto, aunque las posiciones de uno y otro están claras desde hace tiempo. Sus escuderos González Pons y Félix Bolaños tendrán ahora que cuadrar el sudoku siguiendo la pauta europea: hagan los nombramientos ya. Luego, si se ponen de acuerdo, cambien el sistema de elección. Esta es la receta de la UE. Primero una cosa, luego la otra, porque las leyes se cumplen de entrada. En segundo escenario, la ley siempre se puede cambiar.

El Gobierno no está por la labor del cambio legislativo. El PP tiene ahora muchas prisas pero declinó hacerlo en la legislatura del año 2000-2004 y en la de 2011-2015. Sin embargo, dado el conservadurismo de la judicatura española, hacer este cambio implicaría, ni más ni menos, que jamás los progresistas tuvieran mayoría hagan lo que hagan, y voten lo que voten los españoles. Sin duda, esa hipotética reforma debería contener elementos correctores para evitar que la Constitución, se convierta una vez más en papel mojado. Primer mandamiento: respetar la voluntad popular. Por cierto, el modelo europeo es variopinto y variado porque se adapta a la realidad de cada país y esos elementos correctores son habituales

PP y PSOE se dan una última oportunidad porque el sistema judicial está en colapso porque el sector conservador se ha aferrado al sillón y el Partido Popular, ni con Casado ni con Feijóo, ha sabido ni querido apretar a los suyos. Las posiciones siguen alejadas, muy alejadas, pero el movimiento del presidente de citar al líder de la oposición les obliga a dar una solución. Les obliga a cumplir ante los ciudadanos y ponerse frente al espejo. Volverán a verse las caras el martes de la próxima semana, en el Senado, para hablar de fiscalidad, pero también de justicia. Veremos el tono. Como aperitivo el toma y daca, esta vez sin Feijóo, este jueves en el Congreso.

Sánchez acertó convocando a Feijóo en Moncloa. Y Feijóo hizo bien en acudir. Un detalle para analizar: en las comparecencias ni Bolaños ni González Pons hicieron hincapié en las desavenencias. Al contrario, se dedicaron en cuerpo y alma a limar las asperezas, dispuestos a llegar a puntos de encuentro. Los escollos siguen vivos, pero esta vez parece que ambos partidos están dispuestos a superarlos. Faltará saber como lidiará el presidente con sus socios. Podemos seguro que está afilando las hachas para alzar la voz, pero harían bien los morados en hablar con la vicepresidenta porque todos los caminos del Gobierno pasan por ella, no por Podemos. Estaría bien que Ione Belarra se diera cuenta.

El Consejo General y el Supremo están en crisis y en tiempo de descuento. El árbitro Lesmes ha jugado en alargar la prórroga para beneficiar a uno de los bandos, pero tanto enconó la posición de los suyos que ahora la manifestación le ha pasado por encima. Sánchez y Feijóo aún están a tiempo de sortearla.