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Majaelrayo, el pueblo donde no llegó la moción : «¿Nuevo presidente? ¿Quién es?»

LA RAZÓN visita este pueblo de Guadalajara que en 1998 se hizo popular por el anuncio del «abuelo Jesús» y en el que dos décadas después prefieren seguir «desconectados». «¿Que un ministro ha ido a la luna?», dice Pilar.

Daniel, natural de Majaelrayo, en Guadalajara, repara el tejado de su casa la cual forma parte de la arquitectura negra de la zona, realizada a base de pizarra
Daniel, natural de Majaelrayo, en Guadalajara, repara el tejado de su casa la cual forma parte de la arquitectura negra de la zona, realizada a base de pizarralarazon

LA RAZÓN visita este pueblo de Guadalajara que en 1998 se hizo popular por el anuncio del «abuelo Jesús» y en el que dos décadas después prefieren seguir «desconectados». «¿Que un ministro ha ido a la luna?», dice Pilar.

En Majaelrayo el tiempo tiene una cadencia propia. El estrés es cosa de otros y la vida transcurre apacible entre los cuarenta vecinos que residen en este pequeño pueblo de Guadalajara. Lo que ocurre fuera de sus lindes poco importa, viven felices ajenos al ruido exterior, entre ganado y naturaleza que hacen la delicias de los turistas que los fines de semana «repueblan» este oasis de silencio. La mayoría de las casas están cerradas a cal y canto, el mesón sólo abre el sábado y el domingo y el único pub del pueblo, «El contrabajo», es el punto de encuentro del medio centenar de paisanos que degustan su cortito con el pincho de turno.

Aquí, las semanas informativas de infarto en la que en menos que canta un gallo Pedro Sánchez le arrebató el poder a Mariano Rajoy han pasado sin pena ni gloria. A nadie le ha subido la tensión ni han necesitado Omeprazol para digerir las novedades. «¿Nuevo presidente? ¿que quién es? Ni idea, ¿tú lo sabes», le dice un lugareño a otro con el codo apoyado en la barra del bar. «¿Yo? Qué voy a saber», le responde entre risas. Sea cierta o no la «ignorancia» informativa de esta pareja de majaelrayeros, lo cierto es que los habitantes de este encantador poblado sigue simbolizando «la desconexión» de la voraz actualidad. Un aislamiento que hizo de este enclave uno de los pueblos más conocidos de España después de que «El abuelo Jesús» protagonizara el famoso anuncio de1998 donde decía aquello de: «Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa, ¿no?».

Y lo cierto es que el tiempo parece detenerse cuando, tras atravesar caminos serpenteantes, se pone un pie en este pueblo de arquitectura negra donde todas las construcciones están realizadas a base de pizarra. Así no es de extrañar que cuando se les pregunta por lo ocurrido en las últimas semanas o por la victoria del Real Madrid en la Champions, la mayoría responda con desinterés o desconocimiento. Es más, la joven camarera de «El contrabajo», decorado con motivos rockeros y artilugios vintage, mira con cara de asombro cuando se le pregunta qué piensa ella del nuevo Gobierno. «De eso no tengo ni idea», dice.

«Mire no me venga preguntando por política porque a mí me da completamente igual. Todos nos roban y aquí en Majaelrayo sólo nos dejan las migajas. Cultivamos nuestras tierras para que luego vengan otros y se lleven todo», dice refunfuñando Esteban. Él es el «nuevo» abuelo de Majaelrayo y está cansado de que los medios de comunicación le interrumpan sus quehaceres diarios. Vestido de riguroso uniforme de obra se dirige a su Nissan Patrol para ir a recoger a sus cuatro nietos (los únicos niños del pueblo). Él es de los pocos originarios de la localidad y a sus 77 años muestra una actividad envidiable después de toda una vida dedicado a trabajar en la cantera. «Me da igual quién sea el nuevo presidente o cómo se llame, que nos ayuden y punto», sentencia. A pocos metros está su esposa Pilar que pide disculpas antes de hablar por su «mal vocabulario» y presume de su marido por haber sido quien «trajo la mayoría de las piedras para levantar las casas del pueblo».

«Hijo aquí no hemos estudiado y no nos expresamos bien, no sé por qué quieres saber mi opinión, pero si insistes te digo que lo que ha hecho el Sánchez ése es una guarrería. Todo el día con ''que se marche, que se marche'' el otro presidente. ¡Coño que se marche él!», dice muy seria. Explica que ella se entera de lo que ocurre por la tele, ya que los periódicos no llegan al pueblo y que, claro, como estos días «todos los canales echan lo mismo, pues una se acaba enterando de las cosas».

Suena de repente una musiquilla. «Es el camión de la fruta. Es jueves y toca reponer. Los martes son los días del congelado y el reparto del pan son los lunes, sábados y domingos», explica. ¿Y es fácil vivir así?, dice uno acostumbrado a tener el súper debajo de casa. «Anda claro, si hemos estado así toda nuestra vida».

Aunque Pilar insiste que no le gusta hablar de política, pregunta: «Oye, ¿ y han puesto a uno que ha ido a la luna de ministro?, ¿y ése qué va a saber de política? A mí me gustaba mucho Aznar, pero vamos creo que todos se ríen de nosotros porque como aquí no les damos votos pues ale, jódete y baila», espeta. Esta lugareña es auténtica y no oculta su enfado con los políticos.

-¿Y son mejores los políticos de fuera? ¿Qué le parece Donald Trump?

–¿Quién dice?

–Trump, el presidente de Estados Unidos.

–¡Ah! El rubio ese, pues mire ése me da igual porque está muy lejos, que haga lo que quiera.

A pocos metros de la casa de Esteban y Pilar, Daniel repara el tejado de una vivienda. «Aquí cada vez queda menos gente, el 90% de las personas ha muerto y los jóvenes prefieren irse fuera», explica. Él, de hecho, aunque nacido en Majaelrayo, pronto emigró aunque regresa con frecuencia para hacer alguna que otra chapucilla en su casa. «Es lo bueno de estar jubilado».

Una visión que no comparte Agustín, de 77 años, propietario del mesón y que se queja de la inactividad en el pueblo. «La norma aquí es no hablar ni de fútbol ni de política, sólo de toros», confiesa al tiempo que reconoce que es una pena que la señal de Telemadrid no llegue al pueblo «porque ahí ponen buenas corridas». «Claro que me he enterado de que hay un nuevo presidente, pero ya no me pregunte más porque no sé quiénes son los ministros ni nada de eso».

–¿Sabe que la vicepresidenta es una mujer?

–No.

–Se llama Carmen Calvo...

–Pues yo también soy Calvo y no me han dado ningún ministerio, así que...

Agustín saca de su bolsillo una reliquia de Alcatel que utiliza como móvil. «Tú crees que con esto me puedo informar», bromea. «Pero si yo no sé ni qué es internet. Somos de otra generación», justifica.

Para los domingueros que visitan Majaelrayo puede ser un aliciente que sus móviles pierdan la señal al entrar en el pueblo, pero para la decena de habitantes, no supone ninguna satisfacción. «Estamos aislados y hay poco trabajo», se queja «El coleguita», pintor de brocha gorda muy querido en el pueblo. «Aquí sólo hablamos de mus, bolos y caza», interrumpe Manuel. «Todo está muy revuelto sí, pero a nosotros qué nos afecta... El mundo está muy loco, mira lo que le ha pasado al presidente de EE UU que tuvo un lío con una, la pagó para que no dijera nada y ahora ella se está aprovechando», dice Manuel.

«El coleguita» es socialista, como la mayoría del pueblo, según los resultados electorales de los últimos 15 años. Al frente del Ayuntamiento durante todos estos años ha estado Severino Moreno que atiende a LA RAZÓN mientras se esmera con la desbrozadora. «Aquí siempre gana el PSOE, así que estoy muy contento. Además, la nueva ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, es muy buena amiga mía. Siempre viene a las fiestas del pueblo. Es una mujer sencilla», apunta el jefe del consistorio.

–Entonces ya la habrá enviado un mensaje de WhatsApp para felicitarla...

–Uy WhatsApp... eso para los jóvenes...

Severino recuerda con mucho cariño al «abuelo Jesús» que hizo que toda España ubicara a su pueblo en el mapa. «En el anuncio él decía que era del Real Madrid, pero vamos porque le dirían que lo dijera así, porque no era nada futbolero. Aquí somos realmente más del Atleti, eso sí, nos alegramos cuando el Madrid ganó la Champions», asevera el alcalde.

La casa de Jesús se ha convertido durante estas dos últimas décadas en un lugar de perenigración. Allí viven todavía sus dos hijos, aunque ahora pasan más tiempo en Guadalajara, ya que Angelita, su madre, está ingresada allí. «Está pachucha», informa Severino quien además desvela que realmente aquel anuncio no fue rodado en el pueblo, sino en una cuadra a las afueras. Han pasado viente años desde entonces aunque el aroma de aquellos años sigue impregnado el día a día de Majaelrayo.

Y la televisión se fundió a negro...

Los majaelrayeros recuerdan con nostalgia cuando en el pueblo había tres bares. Ahora sólo queda «El contrabajo» donde cada día se reúnen a la hora del aperitivo. «Mira para los pocos que somos es mejor que no hablemos de política porque imagínate lo que puede pasar si uno es de extrema derecha y otro de extrema izquierda... mejor callar», argumenta Manuel. De hecho en el pub la televisión está apagada y la camarera asegura que no se enciende. Quizá solo cuando hay fútbol... y no siempre.