Los leones ya no rugen

"Desde el río hasta el mar"

Un debate serio sobre el problema de Gaza debe situarse al margen de mercaderías electorales. Diálogo imaginario entre los felinos de la Carrera de San Jerónimo

Los leones del Palacio de las Cortes
Los leones del Palacio de las CortesArchivo

--El domingo, algunos manifestantes de los que pasaban por aquí gritaban “Desde el río, hasta el mar” ¿A qué se referían?, pregunta uno de los leones al otro, los que flanquean la entrada principal del Palacio de las Cortes.

--Creo que es un grito de los movimientos propalestinos referido a la recuperación para ellos del territorio en los que actualmente se asienta Israel, ya que consideran que les fueron usurpados, contesta el otro.

-- ¿Y qué pasaría con los judíos que actualmente habitan esas tierras? Si miras el mapa, realmente es que si les empujan no tienen otra salida que el mar.

--No seas tan tremendista. Esperamos que no se llegue a una situación así y se busquen fórmulas pacíficas para resolver el conflicto.

--Sería lo mejor, pero parece difícil. Desde el planteamiento de empujarlos hacia el mar, tiene sentido entonces que los judíos se defiendan de quienes tienen esas intenciones. Aunque sólo sea un deseo programático, es preocupante.

--Por eso estamos en esta situación. Los atentados de hace dos años a cargo de Hamas decidieron a los actuales gobernantes de Israel a adoptar la decisión de que “hasta aquí hemos llegado y esto se va a acabar. Ahora o nunca”. Y parece que no va a parar hasta conseguirlo, algo complicado y que les está granjeando muchas enemistades por las atrocidades que se están cometiendo.

--Nosotros somos de bronce, estamos aquí anclados, pero hay que ponerse en el lugar de los que se sienten amenazados por otros que, en cualquier caso, los quieren empujar hasta el mar. Tienen el recuerdo del Holocausto y, aunque sea por ahogamiento esta vez, no quieren verse en otra.

--Ya, pero ¿qué culpa tienen los habitantes de Gaza, los niños que mueren de hambre, los que pierden sus casas, los desplazados a ninguna parte?

--Ninguna. Es intolerable lo que ocurre, pero nadie parece tener interés en ponerle solución. Hamás no se va a rendir e Israel tampoco, por más que les dejen aislados deportivamente, sin canción de Eurovisión, sin algunas armas (ya fabrican muchas). Los unos a tirarlos al mar y los otros, que no se dejan. ¡Vaya situación! Y, en medio, los que sufren, los palestinos y muchos israelíes, no lo olvidemos.

--Mira, esta conversación, que si alguien la escuchara diría que no entra en la profundidad del problema, --somos así de selváticos-- puede durar eternamente y me da la sensación de que ahí dentro, en el Congreso, tampoco realizan debates para ofrecer soluciones. El lunes escuche voces y aplausos de quienes anunciaban todos los males para Israel y parecía que pretendían utilizar el asunto para sus intereses políticos personales.

--¡Incauto! ¿Has perdido la cabeza? Recuerda nuestra neutralidad. Como te haya oído alguien, nos funden y nunca mejor dicho.

--Pues que nos fundan. Nosotros formamos parte de unos cañones que se silenciaron y fueron fundidos tras la firma de un tratado de paz. Las guerras no conducen a nada porque, al final, hasta el que se cree victorioso, pierde. Lo que no se puede tolerar es que alguien convierta en mercadería electoral un conflicto con tantas víctimas.

--No insistas. Volvamos a nuestro silencio. Esperemos acontecimientos. Y si alguien ha apostado su futuro político a un asunto tan delicado...en fin, que se pase por nuestra biblioteca, donde se guardan los Diarios de Sesiones. A lo mejor encuentra en alguno de ellos la necesaria inspiración.