Víctima del "solo sí es sí"
"Mi tío abusó de mí cuando tenía 7 años y ahora saldrá antes de prisión. Es una injusticia"
Lucía Castro confiesa que con la ley del «solo sí es sí» ha vuelto a revivir su trauma: «Con todo lo que tuve que luchar para que le metieran en la cárcel, no es justo que ahora me hagan esto»
Lucía está indignada. Llena de rabia y dolor. Tras conseguir que su agresor fuera condenado por abusos sexuales cuando ella era menor de edad, ahora se ha visto obligada a revivir aquella terrible etapa de su infancia «gracias» a que la ley del «solo sí es sí» ha reducido la condena del pederasta.
Ella no piensa quedarse callada y ha vuelto a la lucha para evitar que otras mujeres sufran la revictimización que a ella le ha golpeado de lleno y exige, además, que todas aquellas víctimas cuyos agresores hayan visto reducidas sus condenas reciban una indemnización del Estado: «Esta nueva ley nos está destrozando. Nadie sabe lo que estamos sufriendo, por ello, junto a mi abogado, estamos trabajando para que las víctimas seamos indemnizadas por daños y perjuicios. No me voy a quedar de brazos cruzados. Llevo toda mi vida luchando y lo que nos están haciendo no tiene nombre. Han sido muchos años de exigir justicia para que ahora se lo carguen de un plumazo», asegura la joven a este diario.
A sus 21 años, esta sevillana vivió durante su infancia un absoluto calvario. Un infierno que le dejó huellas psicológicas de por vida. Ha aprendido a verbalizar todo lo que le ocurrió, pero poner palabras a aquellos hechos le sigue suponiendo un gran esfuerzo. Apenas contaba siete años cuando su tío político empezó a abusar de ella: «No lo ubico en el tiempo con exactitud, era una cría. Yo vivía en Sevilla e iba con frecuencia a casa de la hermana de mi madre y su marido en Alcalá de Guadaira. Pasábamos allí algunos fines de semana, vacaciones, incluso me quedaba a dormir muchas veces con ellos. En 2008 comenzó a hacerme cosas», dice.
Según relata la joven, con la excusa de que era masajista, su tío político, A.L.C, empezó a realizarle tocamientos: «Al principio lo veía como algo normal. Cuando no tienes uso de razón lo normalizas, no lo ves alarmante y crees que es una muestra de cariño», dice con pesar.
La sentencia de la Audiencia provincial de Sevilla que lo condenó, así como el Tribunal Supremo que lo ratificó tras el recurso presentado por el condenado relata con detalle los abusos cometidos: «Comenzó a realizar tocamientos e involucrar a Lucía Castro, de unos 7 u 8 años de edad en actos sexuales de contenido sexual con la finalidad de obtener su satisfacción sexual. Con la excusa de que le iba a dar un masaje empezó a practicarle tocamientos lascivos que, en la primera ocasión comenzaron por la parte inferior de las piernas de la menos y fueron subiendo hacia sus partes íntimas. Después le pidió que la niña le realizara a él los mismos tocamientos». Los hechos lascivos se repitieron en diversos fines de semana hasta el año 2013.
A lo largo de esos años «continuaron los tocamientos por diversas zonas del cuerpo, así como la zona genital, bien con la ropa puesta o por debajo de la misma. El acusado terminaba introduciéndole un dedo a la menor en la vagina pidiéndoles que le masajeara a él pene, consiguiendo que la menor le masturbarse hasta que el procesado eyaculaba. También le llegó a pedir que le diera besitos en el pene a lo que la niña se negó».
Según relata la víctima, con el paso de los años «comencé a avergonzarme de lo que ocurría, pero no me atrevía a decir nada. Estaba rota. Tenía miedo y mucha vergüenza. Así que lo que hacía era decirle que tenía sueño y fingía estar dormida. Entonces, él, se ponía porno en la tele y comenzaba a masturbarse delante de mí».
Cada vez era más consciente de que su tío estaba abusando de ella porque «en la tele salían casos de abuso infantil, pederastia y supe identificar que eso era lo que me estaba pasando a mí. Yo estaba ya desarrollando mi sexualidad y todo aquello me desbordaba».
Cuando Lucía tenía 11 años y su hermana ya sumaba seis, cayó en la cuenta de que la pequeña podía ser la nueva víctima de su tío: «Me vino entonces un sentimiento tremendo de protección, así que evitaba que ella se quedara con él a solas y era yo la que lo hacía. Pensaba: ‘‘Que me lo haga a mí, pero que a mi hermana la deje en paz. Yo ya estoy acostumbrada’’. Y lo conseguí. A ella nunca le tocó.
Dos amigos fueron los que le salvaron de aquella casa de los horrores. «Estaba dispuesta a denunciar, pero no quería contárselo a mis padres porque me moría de la vergüenza. Así que pensé que lo mejor era pedir ayuda en el instituto. Se lo conté a dos amigos y ellos fueron los que avisaron a la Policía», recuerda.
[[H2:«Decían que estaba loca»]]
Comenzó entonces el proceso judicial que se prolongó durante ocho años. «La Policía vino al instituto y avisó a mis padres. Ellos se quedaron en ‘‘shock’’. Me apoyaron, por supuesto, pero todo esto fue una pesadilla para ellos también». Sin embargo, la hermana de su madre se puso de lado del agresor, es decir, su marido: «Negó todo, dijo que yo estaba loca. Su defensa en todo momento era argumentar que yo estaba desequilibrada, que todo lo que contaba eran fantasías mías. Pidieron que un psiquiatra me analizara. Fue terrible. Sufrí mucho por mis padres y mi abuela, estaban destrozados. Para mí, realmente fue una liberación contarlo, pero para ellos... Yo ya estaba acostumbrada, lamentablemente, a lo que era ese señor, pero ellos estaban rotos al descubrir todo lo que me había hecho».
Después de ocho años de trámites judiciales, una sentencia condenatoria en la Audiencia Provincial de Sevilla, un recurso del pederasta ante el Supremo y una ratificación de la condena por parte del alto tribunal, el tío político fue condenado a 11 años de prisión. «Lleva en la cárcel casi dos años y ahora, cuando me entero que ha pedido la revisión de su condena y que se la han rebajado seis meses gracias a la ley del ‘‘solo sí es sí’’, ha sido como volver a los años de lucha para demostrar todo lo que me había hecho. Para mí es como regresar a esa niña de 13 años, es una bomba de emociones», afirma la joven víctima.
Debido a los abusos a los que fue sometida durante su infancia arrastró problemas psicológicos muy importantes, algunos de los cuales aún perduran. Por eso, ahora comenzará a estudiar Integración Social para intentar ayudar a mujeres en su misma situación: «Sólo quien ha sido víctima de abusos sabe lo que es esto. Yo he estado en terapia durante cinco años, al cumplir los 18 no pude seguir en el centro gratuito donde me trataban y no puedo permitirme un psicólogo privado. Eso también es duro. Yo aún no estoy bien, el haber sido abusada durante más de seis años te altera todos los aspectos de tu vida, todo se hace cuesta arriba», reconoce.
Acostumbrada a luchar desde pequeña, ahora, junto a su abogado está desarrollando una plataforma para atender, ayudar y asesorar a mujeres que hayan pasado por si situación y que estén sufriendo la revictimización debido a la rebaja de condenas de los agresores por la nueva ley del Gobierno: «He puesto a disposición de todo el mundo un email para que contacten conmigo. En menos de cinco días he recibido más de 50 emails. Diez de ellos son de mujeres que están agobiadas por el mismo motivo que yo. Luego hay personas que también me contactan para contarme que han sido y están siendo víctimas de abusos o personas que me escriben para pedir información», relata.
Según dice, el exigir al Gobierno una indemnización por el daño moral que les está causando, no lo hace por dinero sin por dignidad: «Me provoca vergüenza ajena ver como la ministra Irene Montero alardea de ser quien protege a las mujeres. No tiene ni idea lo que nos está haciendo pasar con su nueva ley. Ella es una pseudofeminista, un postureo para sentirse ella bien, pero no mira por las víctimas. Si tuviera un mínimo de sensibilidad nunca habría impulsado una ley como esta, que nos está destrozando».
Para Lucía, el simple hecho de que a su agresor le rebajasen la condena «un día, ya sería una humillación. Habrá quien piense que los seis meses que le han rebajado es una tontería, pero para quienes hemos sido la víctima, es un mundo. Pido por favor sensatez a los responsables de todo esto. Los políticos están para ayudar, no para destrozarnos más la vida. Nadie me volverá a silenciar».
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