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Beatriz Osa: “No hay peor pesadilla que aquella en la que los monstruos son de carne y hueso”
Relata a modo de crónica todos los entresijos de un famoso crimen en su nuevo libro, “Olor a muerte en Pioz”
Beatriz Osa es una de esas periodistas de sucesos tan entregadas a la causa, tan rigurosas y profesionales que a veces olvidan que sus vidas también están fuera de sus casos. Algunos se les quedan grabados en el alma y se vuelven cicatrices que duelen cuando cambia el viento, aunque ellas jamás dejen ver sus marcas en las caretas impertérritas que cubren la empatía inevitable de sus rostros. Su compasión. Beatriz Osa es todo eso y, además, una grandísima escritora que se estrena publicando un libro de contenido terrible pero, tan bien escrito y con una historia tan hipnótica por la carga emocional que provoca su malvado protagonista, que le resultará irresistible a cualquier lector. Su título ya sobrecoge: “Olor a muerte en Pioz” (Al revés).
–De todas las historias que ha seguido como periodista, ¿por qué eligió esta para su primer libro?
–Porque el crimen de Pioz lo tiene todo a nivel periodístico, desde un malo inmisericorde, capaz de asesinar a sus tíos y a sus primos pequeños, a una investigación en la que se logró algo tan insólito como que el asesino se subiese a un avión, abandonando su guarida en Brasil. Es, además, la historia de una amistad entre dos perversos, y la de un tercero que les delató. Aparte de que los días que pasé en aquella sala de la Audiencia de Guadalajara, con Patrick Nogueira sentado a dos metros de mí, dejaron un poso incuestionable.
–Desde que se conocieron los asesinatos de Patrick Nogueira no hubo una sola persona que no quisiera que Nogueira estuviera loco. ¿Lo estaba?
–Nadie, ni los investigadores ni los psiquiatras ni su familia, ni siquiera su defensa, lo creen así. Para los primeros es un psicópata de manual, que distingue perfectamente el bien del mal y que no sufrió un arrebato, sino que planificó su crimen. Y para su defensa, Patrick cometió sus crímenes por tener un cerebro anómalo que le llevó a actuar de forma violenta o impulsiva. ¿Eso le convierte en loco? Si preguntamos al jurado que lo declaró culpable, claramente no.
–¿Es ese miedo a que cualquier persona normal pueda ser un asesino y las ganas de creer que no es tan normal lo que acrecienta el interés por la crónica negra y el “truecrime”?
–Eso, y el meterse en el papel del detective que desenmascara al asesino. Creo que hay un poco de todo. Como periodista de sucesos, muchas veces te ves señalado por contar un crimen, ahondar en los detalles o relatar el dolor que los rodea. Pero también, la mayoría de las veces, descubres cómo aquellos que te afean lo que haces siguen con curiosa avidez la evolución de estas noticias, de estas historias negras. Así que creo que esa pulsión es innata, es humana.
–Se trata de un crimen sin explicación ¿son siempre los más pavorosos?
–Si te soy sincera creo que si Patrick Nogueira hubiese confesado el móvil del crimen, por qué les mató, la magnitud del horror sería exactamente la misma. Cualquiera que lea en este libro lo que envió por whatsapp a su amigo antes, durante y después de cometer los asesinatos, no podrá sentir otra cosa que pavor.
–¿Cómo viviste tú la investigación de este caso que detalla al milímetro en su libro?
–De los inicios de esta investigación, de la llamada Operación Arvoredo, recuerdo sobre todo la incertidumbre de los primeros días, cuando todo apuntaba a un ajuste de cuentas o a la mano de un sicario. De ahí que la sorpresa fue aún mayor cuando se desveló que el monstruo era un sobrino de 19 años. Aunque escribir ‘Olor a muerte en Pioz’ me ha servido para encajar muchas más piezas del puzle. ¿Y si te dijera que Patrick ha llegado a pedir que no lo saquen de prisión porque lo volvería a hacer?
–Narra una historia real, sin una coma de ficción, pero contada como si fuera una novela. ¿Cree que el lector la leerá de manera distinta al saber que todo lo que cuenta es verdad?
–Creo que es imposible no estremecerse cuando se recrean los crímenes de Ted Bundy, Charles Manson o Jack el Destripador. Como el saber que el Sacamantecas no era un personaje popular, sino que violó y asesinó en el siglo XIX. Para mí, esa realidad se nos cuela por grietas distintas a la ficción, porque no hay peor pesadilla que aquella en la que los monstruos son de carne y hueso.
–De las cosas más pavorosas de este caso es saber que la matanza se narró en directo ¿por qué?
–Porque es la primera vez que sucede algo así en la historia criminal, que alguien le cuenta a otro su crimen, y se jacta de ello con detalle. Y eso es lo que hizo Patrick en Pioz. Encendió la pantalla de su móvil para compartir sus crímenes, en directo y por whatsapp, con el que era su mejor amigo. Al que le llegó a decir que fue divertido matarlos.
–¿Y qué pasaba al otro lado del teléfono?
–Risas, preguntas, consejos… Pero ni un intento de frenar su escalada criminal. Incluso la Policía Federal brasileña calificó la conversación de espantosa. De ahí que su Marvin, el mejor amigo de Patrick, esté a día de hoy entre rejas acusado de ser “colaborador virtual” del asesino de Pioz. Será la primera persona en ser juzgada por un hecho similar.
–Decíamos que es un “true crime” donde se narra un caso real, sin incluir ficción, pero si has apuntalado mucho la historia con referencias culturales ¿tal vez con ellas se entiende mejor este caso que tanto golpeó a la sociedad?
–Espero que sea así. A mí al menos me sirvieron para trazar un hilo sobre el que ir escribiendo, más allá de la cronología de los hechos. Al igual que las referencia a otros malos de nuestra historia criminal me sirvieron para apuntalar el grado de maldad de Patrick Nogueira.
–¿Te has dejado algo por contar? ¿Había algo tan fuerte que has preferido ocultarlo?
–Pues sí. Tuve que hacerlo y fue a petición de la familia de las víctimas. Porque existen tres fotografías que Patrick hizo en la escena del crimen, justo después de asesinar a sus tíos y descuartizarlos. Y son tres fotografías que menciono en el libro, y que describo, pero que nunca podrán ver la luz.
PERSONAL E INTRANSFERIBLE
Beatriz Osa nació en “Madrid en “1979”. Está “casada” y no tiene hijos. Nació en “Madrid” en “1979”. Está “casada”y no tiene hijos. Se siente orgullosa “de saber elegir”. Se arrepiente “de poco”. Perdona, olvida, le hace reír “una buena sobremesa” y llorar “Mi vida sin mí”. A una isla desierta se llevaría “un móvil sin cobertura”, su manía es “achuchar a mi gata Lola”, su vicio “el helado” y su sueño recurrente “que un día de playa acaba con tsunami”. De mayor le gustaría ser “muy feliz” y si volviera a nacer sería “bailarina de ballet”.
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