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Qué fue de Manolo «el del Bombo»: «He llorado mucho, la Federación me tiene olvidado»
Divorciado y en la ruina, se costea los viajes con los pocos ahorros que le quedan
Esta noche vivirá otro gran sueño. Manolo Cáceres, «el del Bombo», 72 años de edad, el seguidor más fiel de la Selección Española de fútbol, se convertirá en San Petersburgo en el jugador número doce de La Roja durante el trascendental partido que los enfrentará a Suiza en los cuartos de final de la Eurocopa 2020. Pero detrás del perfil público de este forofo del balón se esconde una infrahistoria llena de desafueros y llantos.
Separado de la madre de sus hijos, con problemas de salud, arruinado, sin ayudas, se costea de su propio bolsillo, de sus escasos ahorros, los viajes. Tuvo que cerrar su icónico bar de Valencia y le ha quedado una pensión de jubilación de poco más de ochocientos euros, de los que la mitad son para pagar la hipoteca de su piso. Aunque, cuando rueda el balón, se le olvidan las penas.
–¿Recuerda su primer partido junto a la Selección en el extranjero?
–Claro, fue en el año 1979, para verla en un enfrentamiento contra Chipre. Desde aquel día he estado en un total de diez mundiales y ocho campeonatos europeos. Y han sido ya más de 400 partidos siguiendo a La Roja. He llegado incluso a hacer autostop cuando el dinero no me permitía costearme los viajes. Recuerdo una ocasión en la que me paró una ambulancia que llevaba un cadáver entre Alicante y Valencia. Menudo panorama.
–¿Y qué sueño le queda por lograr?
–Regalar en persona al Papa Francisco un bombo con su imagen y la de la Selección argentina. Es muy futbolero… Si consigo ese sueño ya podré morirme en paz.
La española no es la única selección a la que ha animado. Me llamaron para que lo hiciera con las de Venezuela, Canadá, Honduras… Y me sentí muy valorado por mi trabajo.
–¿Ha mejorado últimamente su situación económica?
–No, todo va igual de mal. Ni tan siquiera me han llamado de la Federación Española de Fútbol para echarme una mano. Me tienen olvidado. No me lo merezco. Con todo lo que yo me entrego a los nuestros... El viaje y la estancia en Sevilla para ver los partidos de la fase inicial me los sufragó una empresa de allí, las entradas me las regaló la peña «Marea Roja», aunque los gastos en Dinamarca y los de San Petersburgo los pago yo con mis pocos ahorros. Pero no quiero hablar mal de la gente de la Federación, solo digo que he visto pasar por ella a unos cuantos presidentes y muchos directivos, unos se han ido y a otros les han echado, mientras que yo sigo aquí, entregado en cuerpo y alma a La Roja.
–¿Se siente «maltratado» y despreciado por ellos?
–Sobre todo, me siento dolido por esa especie de «maltrato psicológico», ese desinterés hacia mi persona. El presidente Rubiales me comentó que si necesitaba cualquier cosa lo dijera, y nada.
–¿También por parte de sus amigos futbolistas?
–Con ellos queda la amistad. Yo lo hago todo por España y soy feliz animando. Representar a tu país por todo el mundo es un orgullo muy grande. Pero he llorado mucho a lo largo de mi vida por motivos tanto personales como profesionales. Si todo sigue tan mal no me quedará más remedio que poner en venta el bombo para sacar un dinero. Eso sí, y le hablo con el corazón, nadie, ni yo mismo, se imagina a Manolo sin el bombo.
–¿Su hijos no le ayudan?
–No tenemos relación desde hace tiempo. Mis hijos hacen su vida... A la única de los cinco que veo es a la pequeña, que tiene ya 21 años. El resto están desaparecidos. Me han operado siete veces del corazón, de una hernia en el ombligo, y no han venido. Gracias a Dios pude sacarles adelante a todos y con eso me quedo y soy feliz. Ese es mi orgullo, aunque mal pagado sí me siento.
–¿Ve ganadora esta tarde a nuestra Selección?
–Siempre la veo ganadora, confío tanto en ella que espero gane esta Eurocopa. Aunque me cueste gastar todos mis ahorros en seguirla por Europa. Los daré por bien invertidos. ¿Sabe cuál es mi mejor premio? ver que la gente por la calle me quiere.
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