Picaresca
El bastón de Isabel II, objeto de fraude en Internet
Un individuo ha sido condenado por intentar vender en una plataforma un "lacayo de alto rago" falso
No fue hasta el final de su vida cuando Isabel II decidió caminar en público con el apoyo de un bastón, pero bastaron unas cuantas apariciones en actos para que se convirtiese en objeto de culto. La admiración que aún despierta la reina, fallecida en septiembre de 2022, ha inspirado también la picaresca.
Es el caso de Dru Marshall, un joven de 26 años de Hampshire, en el sur de Inglaterra, que ha sido sorprendido cuando intentaba vender lo que, según él, era un bastón utilizado por la difunta soberana en la plataforma eBay.
El hombre quiso hacer creer que formaba parte del personal de Windsor y que el objeto a la venta era un "lacayo de alto rango". No contento con el engaño, prometió que las ganancias se destinarían a la investigación del cáncer. Antes de que se cancelase la venta tras detectar la mentira, el bastón había superado los 600 euros. El joven ha sido declarado culpable de fraude en el Tribunal de Magistrados de Southhmpton y condenado a una orden comunitaria de doce meses. "Dru Marshall utilizó la muerte de Su Majestad la Reina Isabel II para intentar engañar al público con una subasta benéfica falsa, impulsada por la codicia y el deseo de llamar la atención", sentencia Julie Macey, fiscal de la Corona. Afortunadamente, "el plan de Marshall finalmente fue frustrado antes de que pudiera estafar con éxito a las víctimas desprevenidas".
Hasta los 95 años, la soberana solo se ayudó del bastón por razones médicas, tras ser operada de la rodilla en 2003 para extirpar un cartílago desgarrado. En 2021, sin embargo, apareció por primera vez usando este apoyo cuando asistía a un servicio religioso en la abadía de Westminster, en el centro de Londres, con motivo de la conmemoración del centenario de la organización benéfica de las Fuerzas Armadas Royal British Legion.
Según fuentes de palacio, empleó el bastón "para su comodidad" cuando salió del coche para entrar en el templo y de nuevo abandonar la abadía.
La reina lucía un abrigo y sombrero azul marino y la acompañaba su hija, la princesa Ana. También estaban presentes militares en activo y veteranos, sus familiares y representantes de la British Legion, de la que la soberana era patrona.
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