Nueva etapa
Irene Urdangarin y su etapa como cooperante
La hija de la Infanta Cristina asume feliz un año en Cruz Roja, siguiendo los pasos de su hermano Juan Valentín
La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin ya eran familia numerosa cuando llegó al mundo Irene después de tres varones. Nació a las tres de la tarde del 5 de junio de 2005 en la clínica Teknon de Barcelona. El mismo centro hospitalario donde habían nacido sus hermanos. El padre orgulloso explicó a la Prensa que era «recóndita y rubia», que había pesado 3,685 kilos y que la madre se encontraba físicamente bien y feliz con el nacimiento de su primera hija.
Esas fueron las primeras informaciones que la Prensa recibió de la bebé que se convertía en la sexta nieta del Rey Juan Carlos. Al día siguiente, la recién nacida recibió la visita de sus tres hermanos Juan, Pablo y Miguel. También se trasladaron a Barcelona la abuela Doña Sofía y la Infanta Elena para conocer a la nueva nieta y sobrina. Los partos de la Duquesa de Palma fueron rápidos y sin complicaciones. Dos días después, Irene se integraba en la familia Urdangarin Borbón. El palacete de Pedralbes aun no era el domicilio familiar. Adquirido en 2004, pasaron dos años hasta que los Duques de Palma se trasladaron a la nueva vivienda. Durante ese tiempo Irene y sus hermanos vivían en un piso en la calle dels Cavallers, esquina con la avenida de Pedralbes. Cuando cumplió dos años se incorporó a la vida escolar en una guardería del barrio, igual que habían hecho sus hermanos. El Liceo Frances al que acudiría también se encontraba en el mismo barrio. En aquellos primeros meses de Irene la Reina Sofía viajaba mucho a Barcelona para disfrutar de la niña de la familia.
La llegada de la niña bonita fue el regalo del verano para todos ellos. En agosto la pequeña vivió su primer estío en el palacio de Marivent junto a sus hermanos y los primos Felipe Froilán y Victoria con los que siempre ha estado muy unida. Pudimos ver esa relación tan estrecha hace unos meses con su graduación. Una vez que terminó el acto oficial del colegio con la presencia de la familia Borbón Grecia casi al completo, las primas compartieron diversión en terrazas y bares de Ginebra. Irene tiene su whassap familiar y otro para comunicarse con los hermanos donde se cuentan sus cosas, se cuidan y se gastan bromas. Los que la han tratado aseguran que es muy independiente, con un sentido del humor muy parecido al de Don Juan Carlos, muy inteligente y sin ganas de sobresalir en el mundo mediático.
Los chicos Urdangarin siempre la protegieron. Sobre todo, Juan, el mayor, que ha sido siempre una especie de ángel de la guarda con la pequeña de la familia y una especie de consejero. «Irene lo admira mucho y para ella es un referente. Le hace caso y la idea de hacer un voluntariado que forme parte de su año sabático nace de que es lo mismo que hizo Juan», nos dicen. El primogénito de la Infanta una vez que terminó sus estudios de bachillerato estuvo en Battambag, la segunda ciudad más importante de Camboya. Allí ejerce desde hace décadas su apostolado el sacerdote Enrique Figueredo y Juan paso unos meses antes de comenzar su carrera universitaria. Irene tiene intención de seguir sus pasos. La idea era matricularse en una de las escuelas de hostelería más importantes de Suiza. En su caso en la de Lausanne, a sesenta y cinco kilómetros en coche del domicilio que comparte con su madre en Ginebra. Pasó las primeras pruebas, pero no la final que marcaba la de corte para todos los alumnos. Ante esa realidad, tiene previsto centrar su agenda unos meses en una ONG. Pudiera ser la Cruz Roja o la del Figaredo. Incluso como adelantó la periodista Silvia Taulés es probable que durante un tiempo se instale con su abuela en el palacio de la Zarzuela.