Segunda jornada de visita a los tribunales de Londres del príncipe Harry. Reclama que su seguridad y la de su familia cuando se encuentran en Reino Unido corra a cargo de la policía metropolitana, con más recursos humanos y tecnológicos que cualquier equipo privado que él pueda contratar. El dinero no es el problema, está dispuesto a financiar los costes para que no salgan del bolsillo de los contribuyentes. Es una cuestión de capacidad logística.

“Para Harry, su falta de protección es un símbolo de cómo su familia y los altos funcionarios de la institución le han arrojado a los lobos”, expone Richard Palmer, corresponsal de Casa Real británica durante más de veinte años, en el portal “iNews”.

Su llegada a los juzgados en solitario representa a la perfección cómo sus movimientos en estos últimos años le han alejado por completo de su familia. Ni siquiera se espera una reunión con su hermano, el príncipe Guillermo, que se encuentra en Reino Unido, y aunque el Rey Carlos III también lo estuviera -en este momento está visitando Italia junto a la Reina Camilla-, la situación tampoco lleva a pensar que aceptaría citarse con su hijo.

Carlos III, “avergonzado” de Harry

Aunque las tensiones entre el duque de Sussex y el resto de la familia se agravaron tras el infame Megxit, la gota que colmó el vaso para el Rey Carlos III fue la publicación de las memorias del príncipe Harry, “Spare”, en las que no dejaba en muy buen lugar a la Reina Camilla. Un agravio contra la mujer de su vida que el monarca no perdona, según Palmer.

Para más inri, el hecho de que el príncipe Harry haya emprendido acciones legales contra el ministerio del Interior de su país por negarle la seguridad ha llevado a Carlos III a considerar inviable un acercamiento con su benjamín: “Se dice que Carlos está molesto y avergonzado de que su hijo menor esté emprendiendo acciones legales contra el propio Gobierno de Su Majestad”.

Palmer asegura que esta es la razón por la que nadie de la Familia Real se cita con el príncipe Harry cuando se encuentra en Reino Unido, y de que ni siquiera reciba una invitación formal para regresar al Palacio de Buckingham: “Si el Rey Carlos III le da la bienvenida en su casa, teme que se vea como un gesto de apoyo a sus disputas con el ministerio del Interior”.

Pero nada frena a Harry en su lucha por lo que considera justo. Se queja de que políticos y otros cargos que ya no desempeñan su función pública mantienen su seguridad a costa del Estado, y no entiende por qué su caso tiene que ser diferente, cuando según Palmer se considera a sí mismo y a su familia un blanco fácil: “Cree que su padre podría haber intervenido para que se le concediera el mismo nivel de protección que antes, especialmente porque como veterano del ejército en Afganistán y esposo de una mujer mestiza y prominente, argumenta que él y su familia corren un riesgo elevado de ataque por parte de extremistas islamistas y de ultraderecha”.