EGOS
La apacible (y coqueta) vida de Alfonso Díez
El viudo de la duquesa de Alba vive feliz y rejuvenecido
Alfonso Díez, Duque viudo de Alba dio a conocer su, entonces, increíble historia de amor en 2008. La pareja tuvo que luchar contra el recelo de la familia en medio de una tormenta mediática que buscaba motivos en el pasado para desacreditar al palentino. Culto, refinado, educado y gentil pero un humilde funcionario de carrera del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Aquello ya es historia. Alfonso se ganó con un talante sereno, dignidad y decencia el respeto de familiares y de la Prensa más desconfiada. Para que no hubiera dudas sobre su buen propósito, antes de la boda, Alfonso renunció a privilegio alguno, usufructo y herencia. Su sombra había despertado dudas y no pocos quebrantos, pero ese gesto disipó cualquier atisbo de preocupación. Alegró y llenó de felicidad la última etapa de la vida de Cayetana. Mujer moderna, adelantada a su tiempo, y con una intensa vida social y amorosa a sus espaldas, consideró al bueno de Alfonso, el amor de su vida. Alfonso le dejó un bello y apasionado mensaje escrito en la corona fúnebre que acompañó a su amada Cayetana: «No sé si te he sabido decir lo que te he querido, lo que te quiero y lo que te querré». Ni los más escépticos podrían haber augurado que la vida de Alfonso transcurriría con la misma elegante humildad y solitario sosiego que demostró en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte de Cayetana separó sus cuerpos, pero no sus corazones. Alfonso nunca hizo ruido, soportó estoicamente las últimas humillaciones de algunos familiares en los actos de reconocimiento de Cayetana en el que no le dieron el sitio que le correspondía por condición y por la devoción y respeto que se fraguó.
Alfonso Díez sigue fiel a sus rectos principios. Los años le han otorgado la reminiscencia de un amor sincero y noble por una mujer que despertaba afecto y cariño. No se le conoce relación alguna después de la desaparición de Cayetana. Ningún escándalo, ninguna salida de tono, ningún gesto que le desacredite. Sus apariciones públicas en estos ocho años han sido escasas y siempre con fines benéficos. Pero hay un detalle que ha llamado la atención.
Amigos y mascotas
El palentino nunca quiso destacar ni acaparar protagonismo pero posee una elegancia innata. Además demuestra que es coqueto y le preocupa su aspecto. En su última aparición el pasado mes de mayo en un acto organizado por la fundación de Bertín Osborne y Fabiola Martínez, exmujer del cantante y presentador, en beneficio de las familias más necesitadas, Alfonso sorprendió a los asistentes por su aspecto rejuvenecido. La desaparición de las bolsas en las ojeras y unos ojos más rejuvenecidos, hacían deducir que podría haberse sometido a una fácil y corta intervención quirúrgica, una blefaroplastia. Además podría haber recibido tratamientos menos invasivos como inyecciones de ácido hialurónico, cócteles de vitaminas y bótox. Lo cierto es que Alfonso luce una imponente e impactante imagen en consonancia con el respeto y cariño que infunde. Las muestras de cariño y la simpatía con la que fue recibido en ese acto significaron solo el sentimiento de consideración que despierta con su serena actitud.
Alfonso Díez, a sus 72 años, disfruta de un asueto permanente, aunque estos días serán complicados para él. El recuerdo de Cayetana siempre está presente y como escribió en aquella frase lapidaria, su amor eterno está ahí. Alfonso, jubilado desde hace años, vive tranquilo, como su conciencia. Con la asignación vitalicia de la Casa de Alba, 3.000 euros mensuales, más su jubilación, cerca de 2.000, no vive a cuerpo de Duque de Alba. No lo pretendió ni lo necesita. El legado que consiguió con la duquesa en vida, tampoco inquietó a sus herederos. Antes de la desaparición de la Duquesa, adquirió una casona en Sanlúcar de Barrameda y Cayetana le regaló algunas obras de arte de un valor más sentimental que económico. Calderilla. Actualmente vive en una casa que adquirió en 2016 en el barrio de Chamberí. Una vivienda de 200 metros cuadrados, comprada gracias a la venta de su antigua morada.
Tras la desaparición de Cayetana recuperó su normalidad. Le gusta pasear con su mascota, disfrutar de comidas con amigos. Al Duque viudo de Alba le gusta visitar museos, teatros y es un cinéfilo empedernido. Alfonso acaba de cumplir 72 años y seguirá disfrutando de su serena jubilación, sin prisa, pero sin la pausa del amor verdadero, del recuerdo vivo de Cayetana que le infunde ilusión por la vida.
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