Salud
Javier Tudela: cuando la vida te pone todo del revés
La enfermedad de su mujer deja en una delicada situación a Makoke, acostumbrada a exponer sin filtro su privacidad
La vida televisada de la familia de Makoke, colaboradora habitual de televisión y exconcursante de «Supervivientes 2025», dio un giro el 22 de agosto cuando anunció que suspendía temporalmente su boda por un importante problema de salud familiar. Pidió respeto a los medios de comunicación y a la audiencia, pero, acostumbrados a una exposición absoluta, donde cada detalle forma parte de un mismo paquete de entretenimiento para ser consumido, no pudo evitar comentarios maliciosos sobre su relación con su última pareja, Gonzalo, un empresario de 52 años.
Tenía motivos para su inusitado silencio. Esta vez no se trataba de una discusión sentimental, un escándalo familiar, una nueva traición o uno de esos momentos íntimos que ella convierte en drama. Por fin habló de ello el sábado, en el programa «Fiesta», después de que su nuera, Marina Romero, esposa de su hijo Javier Tudela, desvelase en una carta que está atravesando un delicado estado de salud.
En el texto, compartido en su cuenta de Instagram, la influencer describe estos días como «los más difíciles» que han vivido juntos. «Pero ahí estás tú, sin soltarme la mano ni un segundo, cuidando de mí y de todo. Y aun así encontrando fuerzas para hacerme sonreír cuando más lo necesito. (...). Sé que nos esperan días difíciles, pero también sé que contigo a mi lado no hay batalla que no podamos ganar», escribe la joven.
Pocas horas después de la publicación, Makoke acudía, como cada fin de semana, al programa donde colabora. Aunque derrumbada y con el rostro cubierto de lágrimas, tenía que dar explicaciones de la situación. «Ha sido un fin de semana complicado. Debería estar casándome, ahora deberíamos estar comiendo. No se merece nadie esto. Mi hijo está fuerte. Hay cosas que no han salido, hay momentos muy duros y él le hace reír. En algún momento explotará porque está teniendo fuerza, risa con los niños y todos. Nos está dando un ejemplo increíble, no sabía que mi hijo tenía esa fuerza. Estoy muy sensible. Exploto, tenía que explotar. Llevamos tres semanas que es un no parar. Cuando Marina lo ha contado… ha sido ella, he explotado porque yo no quería que se hiciera público».
Tanto Makoke como su hijo Javier debutaron en televisión casi adolescentes. En el caso de la madre, empezó como azafata del Telecupón en 1992. Salvo alguna pausa, han sido 33 años de exposición mediática sin más talento que su capacidad de convertir lo privado en un relato con elevado interés mediático y valor económico. Cada capítulo de su vida sigue un guion. Primero es el drama, una ruptura, una nueva relación, una disputa, un secreto a medio revelar. Luego va dando detalles hasta alcanzar el momento de máxima tensión. Puede ser una pelea en directo, unas lágrimas o una declaración explosiva. Una vez que engancha a la audiencia, esta pide más y no se conforma hasta conocer el final.
Autenticidad
Despierta cariño, más en este momento, porque es auténtica, aunque cualquier contenido esté monetizado. Ha conseguido interiorizar ese guion de manera que no haya en él nada calculado. La audiencia participa, sufre, se identifica o debate. Una vez más, ha captado la atención. Su llanto en televisión ha provocado una gran conmoción tanto en las redes sociales como en el entorno mediático. Pero no faltan usuarios que le aconsejan desaparecer del radar y dejar a la audiencia en ese impasse.
Dar visibilidad a una enfermedad, la que sea, es un asunto estrictamente personal. Solo Marina y Javier decidirán si les ayuda a sanar, si es bueno para su salud mental o si con ello quieren eliminar estigmas y promover la investigación médica. Es justo señalar que, hasta ahora, Makoke ha hablado sin una intención sensacionalista y mostrando una cara humana y muy respetuosa ante este inesperado revés.