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Marisol pierde a su pizzero del Trastevere: "Le va a dejar un gran vacío"

Una amiga de la cantante comenta a LA RAZÓN cómo sobrelleva la pérdida del que ha sido su pareja desde hace 35 años

Massimo Stecchini, pareja de Marisol, fallece a los 63 años
Massimo Stecchini, pareja de Marisol, fallece a los 63 añosEuropa Press

Como en el más lánguido film de Fellini, Pepa Flores, se ha quedado con el personaje al desnudo, sin el pizzero del Trastevere, su pareja, Massimo Stecchini, que tras 35 años de relación le había devuelto la paz y la calma. Como si fuera una premonición, el malagueño aparecía en los brazos de Marisol cuando solo tenía tres años, en 1962, cuando la actriz, tras estrenar “Ha llegado un ángel”, llegaba a Málaga de visita y los amigos que tenía en la ciudad la recibieron y felicitaron por sus éxitos, y entre ellos estaba el pequeño Massimo. Y ese crío que miraba atónito a Marisol sería el hombre que se convirtió en el compañero inseparable de Pepa Flores hasta su fallecimiento esta madrugada.

"Ha llegado un ángel" (1961) fue la primera cinta que Marisol grabó junto a Isabel Garcés
"Ha llegado un ángel" (1961) fue la primera cinta que Marisol grabó junto a Isabel Garcésarchivo

Un amor discreto y longevo sin intermitencias que pasaba de puntillas por el pasado de Marisol. Una de las amigas y vecina de la pareja, comenta a LA RAZÓN que “era una bellísima persona. Él lo dejó todo para volcarse en ella. La entendía como nadie, y no era fácil por la constante contradicción en la que siempre vive Pepa, la de alguien que lucha por ser anónimo pero a la que siempre reconocen. Massimo era tan auténtico y tan protector de Marisol, que le va a dejar un gran vacío. Siempre estaba protegiéndola”.

La pareja de la artista gozaba de buena salud. Compaginaba su vida entre Málaga y la finca que la pareja tiene en Moclinejo, pero un infarto en la madrugada del domingo sesgó su vida en el domicilio del paseo de la Farola donde ambos residían. Juntos desde hace más de tres décadas, Massimo acompañó a la actriz desde que se retiró de la vida pública. Él siempre supo mantenerse en un discreto segundo plano. Su historia de amor ha quedado aparcada ahora en la sala 21 de Parcemasa, donde han instalado la capilla fúnebre en la que están aparecieron muchos malagueños para darle el último adiós, al pizzero que nunca se le borró la sonrisa de la boca. Entre ellos, el amigo pintor Antonio Montiel, que destaca a este periódico lo mucho que lo ha sentido porque nadie se lo esperaba.

Un amor de película

Cecila Flores, una de las hijas de Marisol, significaba en una entrevista que concedió a la redactora que suscribe esta información que “me da envidia sana la relación de mi madre con Massimo, es lo que yo quisiera para mi vida. Son auténticos”. Marisol, tras divorciarse del bailarín y coreógrafo Antonio Gades, regresó a Málaga, y así oficializaba su retiro y se dedicaba por completo al cuidado de sus tres hijas, María, Celia y Tamara. Cuando Gades se marchó con la millonaria suiza Daniela Frey, Pepa buscó el calor de su familia en la ciudad del Cenachero, que tanto le había dado, y que aun sin saberlo ella, le iba a dar aún más: el amor de Massimo, un malagueño de ascendencia italiana, de gran sonrisa y 11 años más joven que la actriz, que se crio en Ciudad Jardín y era muy popular en el barrio. Durante un tiempo estuvo trabajando con su cuñado, Antonio Haro, en la tienda de muebles de oficinas que tenían por Compositor Lembergh, y después se fue con su hermano Ettore a montar “El Trastevere”, la primera pizzería que se abrió en Málaga. Trabajaba en el local mano a mano con su hermano como encargado. Y allí conoció a Marisol, que estaba curando su corazón, por aquel entonces, de la anterior ruptura.

Pepa Flores, en su papel mítico de Marisol
Pepa Flores, en su papel mítico de Marisollarazon

Poco a poco se fueron acercando el uno al otro y lo que empezó como pura amistad, se convirtió en la relación más duradera y estable de todas las que ha mantenido Pepa Flores. Así fueron felices, sin más, con sus paseos por la playa de la Malagueta, y sembrando aguacates en el huerto que tienen la finca cerca de Moclinejo. Por deseo propio del propio Massimo, compañero de vida y confidente Marisol, sus restos serán incinerados. Ahora, el malagueño pasará a ser un capítulo más del documental ‘Marisol, llámame Pepa', producido por Sarao Films, que ya se está grabando y en el que se dará a conocer material inédito que han ido recopilando a nivel internacional sobre la niña prodigio que pasó a ser un referente como mujer.