
Opinión
¿Pero somos idiotas o qué?
Es una de las grandes dudas existenciales, le grito al televisor

Ha dicho Díaz Ayuso: «Nos dijeron que la amnistía era buena para la convivencia y, ahora, que lo es la deuda catalana. Nos tratan de idiotas». Bien, la cuestión es si ellos, los políticos gobernantes, saben que lo somos y nos tratan como tales. Es una de las grandes dudas existenciales, le grito al televisor. Para aclarar un poco la cosa y desechar otras teorías, es urgente que alguien, no el Gobierno, claro, quizá un grupo ciudadano menos afectado de idiotismo, si lo hubiera, encargue a una comisión de psicólogos, pedagogos, filósofos, neurólogos, antropólogos y, por supuesto, ChatGPT, un estudio sobre nuestro estado cognitivo, o sea, si somos idiotas, gilipollas, estúpidos o imbéciles, aunque también cabría otras calificaciones: berzotas, botarates, gaznápiros, mamacallos, petimetres, peleles o pazguatos.
Rufián ha reconocido a Évole que era un gilipollas. Un sano ejercicio de autocrítica, pero contradictorio, pues luego afirma: «Me molestó no ser reconocido como un político serio». Ahí, Gabriel, conviene elegir entre gilipollas o político serio, aunque para este bufón entre ambas opciones existe cierta sinonimia.
La venta de un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva, obra de Maurizio Cattelan, por 6,2 millones de dólares, ¿muestra nuestro grado de estupidez actual? Hombre, parece un dato relevante. Leo un titular inspirador: «Qué se puede esperar de la IA». Un servidor espera bastante, porque de la inteligencia humana hace tiempo que no espero mucho. David Pastor Vico, filósofo y escritor, dice: «El uso de las redes sociales y de las pantallas nos está llevando a la primera caída del cociente intelectual en décadas, una bajada de hasta 14 puntos en España». ¿Memos con memes y un móvil excelente en las manos? Creo que me ha salido una columna un poco idiota. Perdonen.
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