Política
Irene Montero: piden su dimisión y ni rastro de Pablo Iglesias
Algunos grupos feministas se han sublevado contra la ministra de Igualdad
La ministra de Igualdad se mueve últimamente de modo nervioso, como quien teme que lo suyo puede estar a punto de prescribir o, lo que es peor, haya prescrito ya. Las feministas, y los ciudadanos en general, se han hartado de ver, entre otros dislates, que en el tenderete feminista de Irene Montero se expone al hombre como uno de los renglones torcidos de la selección natural, algo así como un accidente de la vida. Su petición de dimisión es hoy “vox populi”.
En su ansiedad por salvar lo que parece insalvable, en uno de sus últimos tuits pretende llevarnos de vuelta a los tiempos de canibalismo prehistórico, cuando, según su opinión, no existía el género. Por ignorancia o con intención, malinterpreta unas palabras de Gloria Steinem en los Premios Princesa de Asturias para hacernos creer que “el género no existía hasta que los seres humanos nos volvimos sedentarios”. Exactamente, lo que la feminista premiada dijo en su discurso fue: “En nuestros orígenes como especie migratoria, todos tenían que ocuparse y cuidar de los niños. El patriarcado creció cuando nos volvimos sedentarios”. Hablaba de patriarcado, no de género, podría responderle la galardonada.
Los endebles cimientos de su feminismo, que cuestionan hasta las realidades biológicas más firmes sobre las diferencias de sexos, empiezan a resquebrajarse. Hasta ahora, su discutible “solo sí es sí”, la ley trans y ese buenrollismo que profesa con fichajes como el de Ángela Rodríguez “pam”, que prefiere hablar de bragas antes que de política, sublevaban a las feministas históricas. Este fin de semana son las propias mujeres que se definen como feministas radicales las que ha salido a la calle a manifestarse y pedir su cese. A lo largo del recorrido entre la fuente de Neptuno y la Puerta del Sol, han reclamado la dimisión de la ministra de Igualdad con pancartas en las que se podía leer “Irene, escucha, nuestras hijas no quieren ser putas” o “Irene, transita, hazte feminista”.
El hartazgo ante postulados que, en lugar de cooperar y apaciguar a la sociedad, han llevado a la irritación de tantos sectores, se hace cada vez más evidente. “Las feministas no votamos a traidores. No sabéis dónde os habéis metido, queridEs. Nos vemos en las urnas”, dice una tuitera. El malestar crece a medida que pasan las horas. “Que te enteres ya de una vez, Irene Montero. Me arrepiento de haberos votado, traicioneros”, espeta otra usuaria.
Hace tiempo Irene decidió quererse más y dio la bienvenida a Mister Wonderful y su maleta cargada de frases divertidas e ingeniosas. Sueños, planes y mil historias que cumplir. Fantasear a lo grande, vestir radiante, un café con leche y estupendo rollo mañanero. Se vistió de modelo de portada y gritó a los cuatro vientos que en su hogar había abundancia de besos, achuchones y mimitos a montones. “Con solo mirarte me erizo”, diría otro de los eslóganes de esta filosofía tan barata como dañina.
Mientras, Pablo Iglesias, ajeno a tanta sensiblería, pareció personalizar su taza con un mensaje igualmente motivador: Necesito más espacio. Desde hace varios meses, los vecinos de Galapagar no encuentran por los alrededores más alegría que los paquetes de mensajería cuyos envases acaban sin el reciclaje oportuno, según han denunciado. La ministra cedió a demasiadas tentaciones y ahí empezó su desgaste. La reciente anécdota del bolso de Louis Vuitton agazapado detrás de su asiento fue solo la suposición de un tuitero con la agudeza visual de un halcón, pero resultó una ironía más de un proyecto roto en su misma raíz.
Mr. Wonderful barrunta su retirada dejando incluso al partido en liquidación y a precio de ganga, más después de la sentencia del Tribunal Supremo que priva de su condición de diputado a Alberto Rodríguez por patear a un policía. Montero se resiste y aprovecha la ocasión para demostrar que su doctrina siempre está por encima. Pero la ciudadanía ya no lo permite y en las últimas horas ha sido el tenista Feliciano López quien ha enviado un mensaje recordándole que “no le corresponde escribir tweets fomentando el odio y poniendo en duda nuestro Estado de derecho. Recuerde que usted preside el Ministerio de la Caridad. Está usted a tiempo de ficharle y así ya serían cuatro almas caritativas trabajando por y para los demás”. Mientras las tensiones crecen y los planes de fuga marital acechan en Galapagar, la ministra se aferra a ese umbral que todavía la mantiene entre la gloria y el olvido.
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