Opinión
Jesús Amilibia: Parece que Otegui no será candidato al Oscar
“El guion era canónico, pero el actor, el nuevo chico bueno, resulta tosco, frío y poco verosímil, dice sus frases sin convicción y carece de carisma”
Belén Rueda, la que mejor grita en las películas de terror, considera que los papeles de psicópata son fascinantes: «Intento darles un toque de humanidad», dice. Justo lo que ahora pretende el actor vasco Arnaldo Otegi en su intento de transformarse en el nuevo chico bueno de la película. En nuestra infancia, resumíamos las pelis en el chico bueno y el malo. En muchas, el chico bueno lograba llevar al chico malo, siempre al final, a un emotivo arrepentimiento. Algo así, dicen las malas lenguas, quiere hacer nuestro Chico Bueno Presidencial, el guapo entre los guapos, el justo entre los justos, inspirando al actor Arnaldo Otegi en la película que ahora produce Moncloa Films.
Objetivo: conseguir que los medios fachas dejen de darle la vara con la vieja cantinela de quepacta con la gente que odia a Españay mantiene viva la ideología patológica de los terroristas. Como Él es padre, hijo y espíritu santo, esta vez, cuentan, se ha metamorfoseado en la tercera persona de su trinidad (Él puede ser lo que quiera, como los de Bilbao) y, sin necesidad de transmutarse en paloma para competir con la cabra de la Legión, ha insuflado al actor bilduetarra su discurso de paz: dolor por las víctimas de ETA, víctimas que nunca debieron serlo. El guion era canónico, pero el actor, el nuevo chico bueno, resulta tosco, frío y poco verosímil, dice sus frases sin convicción y carece de carisma. Intento fallido. Pero es muy posible que dentro de poco Bildu comunique que se acabaron los homenajes a los excarcelados al llegar a sus pueblos: no aplaudirán, les silbarán. Eso sí, añadirán por lo bajo, «les silbaremos el Eusko Gudariak». A los doscientos.
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