Revelación
Carmen, la heredera del legado de Tita Thyssen hecha a su imagen y semejanza
La baronesa ha declarado que la depositaria de su legado será una de sus mellizas, la mejor preparada. ¿Abrirá una nueva brecha con su hijo Borja? ¿Cómo afecta esta decisión a su millonaria herencia?
Carmen Cervera y su admirado Gauguin tienen mucho en común. El pintor viajó a Taití en 1892 en busca del paraíso y, al darse cuenta de que no era como había imaginado, lo pintó en «Mata Mua». También la baronesa Thyssen persiguió una forma que, finalmente, ella misma se encargó de cincelar, como quien talla el mármol hasta darle el estilo deseado. Esta forma tiene ya nombre: Carmen Thyssen-Bornemisza Cervera, una de sus hijas.
Lo desveló sin necesidad de pronunciar su nombre esta misma semana, en una entrevista concedida en su magnífica casa andorrana al periodista de «Espejo Público» Miquel Valls. La baronesa hablaba de los dones de cada una de sus mellizas, que en verano alcanzarán la mayoría de edad. De Sabina realzó su alma creativa y artística y cómo la proyecta escribiendo cuentos e ilustrándolos. Además, toca el piano y canta de maravilla con voz soprano. Carmen tiene un cerebro brillante. «Ella estudia y estudia. Es una estudiante brillante». Dos fuerzas diferentes, pero complementarias e interconectadas por el arte.
No era, ni mucho menos, la primera vez que la baronesa se deshacía en elogios hacia ellas, pero en esta ocasión Valls tuvo la agudeza de interrumpir: «¿Va a ser una de las personas que pueda seguir con tu legado cuando tú faltes?», preguntó, refiriéndose a Carmen. «Puede ser», respondió. Días antes, Valls ya había adelantado que la depositaria de su legado tenía nombre femenino. La reacción mediática fue inmediata: ¿Está favoreciendo a uno de sus hijos sobre los otros? ¿Desatará esta decisión un nuevo enfado de su hijo Borja? ¿Por qué Carmen?
Carmen y Sabina nacieron el 6 de julio de 2006 por gestación subrogada, circunstancia, por cierto, que despertó una curiosidad infinita por la identidad del padre. Hasta ahora, la mejor pista de la paternidad la da el innegable parecido de Sabina con su hermano Borja. Tita quiso que la primera que llegase al mundo llevase su nombre. Carmen, además de nacer antes, resultó ser la más extrovertida, la más pragmática, la más aplicada en los estudios… Pura sensatez. La aristócrata, que fue Miss España a los 18, viuda a los 30, madre soltera a los 37, baronesa a los 42 y madre por segunda vez a los 63, empezó a ver en la niña su mejor versión. Es decir, una digna heredera que modelaría para que no cometiese sus mismos errores. La visitó de blanco, como ella, y le inculcó su pasión por el coleccionismo y los negocios.
El mito de Pigmalión
Aunque hemos seguido la evolución de las mellizas en sus posados familiares para la revista «¡Hola!», la presentación en sociedad de Carmen como Thyssen-Bornemisza Cervera fue en abril de 2023, cuando la joven acompañó a su madre a la inauguración de su hotel The Pink Elephant, en Sant Feliú de Gixols. Ahí se pudo intuir la decisión que ha hecho pública. Ese día llamó la atención su espectacular cambio físico y las similitudes entre ellas: estatura, pose, estilo, el top bajo la americana o las deportivas, casi idénticas. Tampoco pasaron desapercibidos la complicidad y el orgullo maternal, casi reencarnando el mito de Pigmalión, el escultor que fabricó una estatua de marfil con su ideal femenino.
Nunca ha ocultado su regocijo. Es significativo el comentario que hizo hace un tiempo sobre unos trajes de Alta Costura que tiene guardados para ellas. Y recordó uno con el que la fotografió Helmut Newton, bautizado como la espiga de trigo de Balmain, que donó al Museo del Traje. «Ese vestido me habría gustado que lo tuviera Carmen, porque le habría quedado genial», señaló.
Quien mejor nos puede hablar de la decisión de la baronesa es la periodista Nieves Herrero, autora de «La baronesa», un libro que arrancó como biografía y terminó en forma de novela por la negativa repentina de Tita de permitir su publicación. Durante tres años, compartió largos ratos con ella y alguna comida con su hija. «No creo que esté favoreciendo a uno sobre los otros. Adora a los tres y es su forma de entender el reparto equitativo, dando a cada uno lo que necesita y la responsabilidad que debe asumir de acuerdo con sus fortalezas. Las mellizas son educadísimas y cariñosas. Como cualquier madre, desea lo mejor para los tres y toda su vida personal está enfocada a este objetivo», explica a LA RAZÓN.
«Por carácter, por afinidad o por la necesidad de velar por su patrimonio artístico, puede haber visto en Carmen esa persona capaz de dar continuidad a su obra. Está preparadísima para asumir esa responsabilidad», continúa la periodista. Nos habla también del ambiente de cordialidad que se respira en la familia, de la cercanía con Sacha, el primogénito de Borja Thyssen, o del rol esencial, «casi paternal», de Guillermo, sobrino de la baronesa, en la crianza de las niñas. Este prestigioso repostero de 54 años, hijo del único hermano de la baronesa, dejó su trabajo y se dedica en exclusiva a la colección privada de Carmen, repartida en varios museos. Fundamental en el hogar es también Eugenia, su asistente desde hace 30 años.
Nieves entiende que la aristócrata quiera delegar en la hija que, por preparación y elección personal, será capaz de respetar y enriquecer su legado asumiendo su mismo afán coleccionista y su cautela para cerrar acuerdos importantes para la cultura y el arte de nuestro país.
Las jóvenes viven con Tita en Andorra desde que tienen nueve años. Borja Thyssen, en Gstaad. Hablan varios idiomas y estudian en un colegio internacional. Se barajó la posibilidad de que Carmen estudiase en Harvard, pero lo más probable es que inicie sus estudios universitarios de ADE y Relaciones Internacionales en una de las escuelas de negocios más prestigiosas de Madrid. «Una colección internacional exige una gestión similar a la de una gran empresa», justifica la madre.
Grosso modo, podría decirse que su vida responde a una juventud normal. Tienen perfil en redes sociales, se divierten y practican deporte. Pero todo desde la discreción. Aunque no ha trascendido ninguna relación seria, sí han vivido ya sus primeros flirteos, como es lógico. Su preocupación es que no pierdan el tiempo con personas que no son convenientes o les puedan hacer daño. «Si eso ocurre, en el amor también se aprende», repite en sus entrevistas.
En paz titilante con su hijo
En mitad del revuelo que ha provocado la entrevista emitida en Antena 3, está su hijo Borja. A pesar de las disputas que han protagonizado, Carmen habla de la relación con su hijo igual que cuando se le pregunta si se decanta por la izquierda o por la derecha, por el Real Madrid o el Barça. Diplomática y por la tangente: «Existe mucha paz. Mis nietos, preciosos los cinco».
Los pleitos fiscales, personales, financieros y de herencia del hijo, y una vida que en una ocasión la baronesa resumió «de la mansión al yate», han provocado que la relación sea cambiante. A pesar de su educación en los mejores colegios suizos, Borja no dio continuidad a sus estudios y durante un tiempo vio que su nuera Blanca Cuesta no le llevaba «por buenos derroteros». Los desencuentros son cosa del pasado. Hasta que vuelven. Hay en liza una fortuna de 3.000 millones de euros y un patrimonio artístico de valor incalculable. Dada su costumbre de cambiar el testamento según cambia la vida, la herencia será una incógnita hasta el último minuto. Hasta en este detalle Carmen actúa como heroína romántica temerosa de que se le vaya de las manos su mejor obra, la que ella ha creado.
Borja Thyssen, el hereu excluido
Según la costumbre catalana, a Borja Thyssen, primogénito de Carmen Cervera (Barcelona, 1943), le correspondería heredar todos los bienes de sus padres. Él es el «hereu» y, de acuerdo con la memoria popular, afortunadamente cada vez más en desuso, su destino estaría escrito antes de nacer. La baronesa ha roto esta y cualquier otra fórmula imaginada nombrando a una de sus hijas depositaria de su legado. Ahora la incógnita es cómo distribuirá su multimillonaria herencia, sobre todo porque aún tiene vida para modificar lo que en este momento tenga dispuesto. «He hecho cantidades de herencias, cuando cambia la vida, la cambias», confesó a Miquel Valls en su entrevista para «Espejo Público». Su decisión, no obstante, no altera el papel actual de Borja, coleccionista y uno de los doce patronos de la Fundación Thyssen, por designación directa de su madre. Tampoco afecta a una herencia que, sea la que sea llegado el momento, sumará a lo que ya heredó de su padre, el barón Thyssen. Y sin ir más lejos, en 2022 se cerró un acuerdo por el que los Thyssen recibirán 6,6 millones de euros anuales durante tres lustros por la cesión de su colección. A Borja le toca el 30%. Alrededor de dos millones de euros cada año.
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