Directo

Entrevista
José Carlos de Salamanca pertenece a esa estirpe de empresarios de los que confían en que el género humano evoluciona siempre a mejor. Es su caso, madrileño ilustre ya desde la cuna, que no ejerce de noble pero que heredó el título nobiliario de Vizconde de Portocarrero y siempre se ha codeado con el lujo. El aristócrata implantó en la Costa del Sol el «glamour» automovilístico con marcas como Bentley, Aston Martin, Ferrari, Maserati, Jaguar, Land Rover y Harley-Davidson. Ahora, ese oropel lo extrapola a los santuarios de lujo del grupo Trocadero donde le han nombrado embajador de marca. «En mi familia hay ocho títulos, pero sobre todo personas que han marcado la vida social de su época. Mi tatarabuelo fue el Marqués de Salamanca, creador del primer tren que se hizo en España y da nombre al famoso barrio de Salamanca. Mi bisabuelo Benjumea Heredia fue ministro de Obras Públicas con Primo de Rivera. Mi abuelo paterno, José Moreno Torres, Conde de Santa Marta, fue alcalde de Madrid». A pesar del ADN que lleva en vena, José Carlos en una entrevista que concede a LA RAZÓN precisa que «nunca he querido ser político, como lo fue mi abuelo que fue alcalde de Madrid».
José Carlos cuenta que creció en un entorno de privilegio, pero Nunca consintió que nadie le regalase nada. «Me formé en Madrid en un colegio de curas con la rigidez y disciplina que eso suponía, en cambio los veranos los disfrutaba con mis padres y mis tres hermanas en Marbella. A los catorce años mi abuelo me dejó una participación de la compañía y cuando terminé de estudiar Dirección de Empresas en la Universidad de San Luis en Missouri, comencé a trabajar en la empresa C. De Salamanca, de Madrid. Después de trece años de rodaje, fui conociendo prácticamente todos los puestos de trabajo y estuve siempre asesorado por el socio mayoritario de mi abuelo, Javier Toda».
Así, Salamanca durante 22 años dirigió C. De Salamanca, concesionario oficial de las firmas más importantes del sector de automoción en Madrid y Marbella, donde hoy se ofrecen los últimos modelos de lujo en la automoción. «Es cierto que las infraestructuras se han quedado pequeñas para la gran población que hay en Marbella. Ningún gobierno que gobierna en la nación, apuesta por esta ciudad porque es como si dijeran: ‘‘Cuidado, que estoy cuidando a los ricos’’ y nada más lejos de la realidad. Son miedos absurdos».
José Carlos es hijo de José Moreno, el emblemático empresario que creó la primera discoteca con vinilos en España. Se llamaba «Pepe Moreno» y fue santuario sagrado de la jet-set: «Mi padre fue el mayor referente en el mundo de las relaciones públicas de la Costa del Sol. Su club Pepe Moreno era el escenario y lugar de la gente más guapa de la época dorada de Marbella. Sus fiestas de presentación eran un alarde de lujo y exclusividad. Sus clientes, como sabían que coleccionaba discos para pinchar, le traían álbumes de todos los lugares del mundo. ¡Guardaba con mucha exquisitez uno que le trajo de París la princesa Soraya!». Ahora lo más parecido que hay de esa época para José Carlos es Marbella Club y para la generación más joven las fiestas de Trocadero, que organiza el novio de Victoria Federica de Borbón, Borja Moreno: «Es un chico muy listo y trabajador que arrastra a la juventud del momento en las fiestas que hacemos en Sotogrande. Ha sido un buen fichaje», explica el empresario que fue pionero en Marbella en hacer fiestas uniendo locales de moda de la ciudad con marcas de lujo automovilísticas.
El vizconde de Portocarreño es de verbo raudo, cultura amplia y escasos remilgos. Con su «look» de «gentleman» huye de los grandes anhelos y sitúa el umbral de la felicidad, en poder dar largos paseos con su cocker Paquito, su mejor amigo: «Lo que más valoro en mi vida es familia, trabajo y amistades y sobre todo, mis tres hijos Carlos, Isabel y la pequeña Teresa, que residen en Madrid por razones de forma de vida y de educación escolar. Yo voy y vengo desde Marbella. Cada año vuelo más de cien veces», explica el empresario que actualmente está divorciado.
Al vizconde le gusta vestir bien. Su pañuelo en el bolsillo de la blazer es una de sus señas de identidad. Fiel seguidor de las firmas de tendencias: «Al trabajar el lujo me gusta el lujo, me muevo en este mundo y cada vez te haces más consumista. Me gustan mucho los relojes. También siento una gran debilidad por el automovilismo, pero sólo tengo un Jaguar antiguo descapotable de más de catorce años, aunque por mi trabajo ahora utilizo la moto».
Directo