Fotografía

Mercachifles de la belleza por Paloma Pedrero

La Razón
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Es tremendo lo de ese delincuente llamado «Doctor PIP», que ha vendido unos quinientos mil ejemplares de prótesis tóxicas para el pecho de las mujeres. Se ha forrado, claro, le han encontrado en la Costa Azul viviendo a cuerpo de rey. Pero el cuerpo de miles y miles de hembras de todo el mundo lo ha dañado irremediablemente. ¿No le pesará? Si miras la foto ves que tiene cara de buitre y sonrisa de imbécil. Quizá nunca lo pensó o le daba igual, era más su codicia, su necesidad de ahorcarse en oropel, que su conciencia. Pero voy más allá, vivimos en un mundo que permite que esto ocurra, que potencia que salgan mercachifles de la belleza por todas partes. El negocio es gigantesco. Primero nos venden que tenemos que ser eternamente jóvenes, guapas y boyantes y después a poner el cazo. Nos mienten y nosotras caemos en la trampa. Nos dicen que unos buenos pechos de silicona nos harán más dichosas y nosotras nos metemos una prótesis en esa parte tan delicada de nuestro cuerpo. No puede ser bueno, ni aunque la prótesis sea de oro, llevar algo ajeno en algo tan propio. Con la de cánceres de mama que salen, que es una epidemia, cómo no invertir en investigar, en curar… Cómo seguir engañándonos con una estética falsa y estéril. Porque nos metamos lo que nos metamos envejeceremos, y es mucho más hermoso y sano hacerlo con dignidad. Sumergirnos en nuestras sustancias naturales y no en tanta cosa extraña que venden en el mercado de la belleza. Es cuestión de conocimiento. De aprender a amarnos como somos, no como dicen los anuncios. Y a ese mercachifle canalla habría que ponerle unas buenas prótesis toxicas en los testículos. En la trena.