Covid-19

Trump declara el estado de emergencia y avisa que “lo peor está por llegar”

El presidente de EE UU destinará 50.000 millones de dólares para combatir el contagio

Y al enésimo día el presidente Donald Trump despertó. Y declaró el Estado de Emergencia nacional en todo el país. «Dos palabras muy grandes», reconoció. Lo hizo en una declaración solemne desde los jardines de la Casa Blanca, televisada para la nación.

No faltó primero un prólogo en el que alardeó de la eficacia y oportunidad con la que había actuado su administración. «Ningún recurso será desaprovechado» prometió, al tiempo que anunciaba un acuerdo con el sector privado para acelerar la fabricación de miles de unidades de tests.

Con la declaración de emergencia el gobierno federal asume sus responsabilidades y da por bueno que el país se encuentra ante una crisis de salud pública sin precedentes. La Casa Blanca podrá mover ahora cerca de 50.000 millones de dólares, «una gran cantidad de dinero en nuestra lucha compartida contra esta enfermedad».

Serán destinados por el legislativo para responder a la catástrofe y enjuagar algunas de las necesidades más dramáticas provocadas por el virus. La primera de ellas, por supuesto, invertir en tiempo récord para multiplicar los kits de análisis a disposición de las autoridades, cruciales para determinar la verdadera magnitud de la pandemia.

La llamada Stafford Disaster Relief and Emergency Assistance Act , invocada por el presidente en los últimos días, es una ley de 1988 que concede poderes extraordinarios al presidente de los EEUU, al que autoriza a establecer un programa de ayuda, coordinar las agencias que sean necesarias y conceder ayudas a los estados.

También puede hacer uso del sistema de comunicaciones de la defensa civil y de los medios privados a fin de advertir de las medidas que considera necesarias, financiar a los Estados que necesiten fondos y crear una serie de equipos a nivel nacional encargados de coordinar la asistencia.

Se trata de la segunda comparecencia de Trump de la semana después de que el miércoles provocase el caos cuando anunció que EEUU prohibiría todos los vuelos desde y hacia los países de Schengen. Cuando en realidad se refería a los que viajen desde o hacia la UE y no sean ciudadanos de EEUU o residentes permanentes.

Después de semanas en las que menospreció los efectos de la pandemia, después de criticar a la oposición porque a su entender exigía unas medidas impensables, después también de clamar contra el teórico sensacionalismo de la prensa y presumir de que seguía llenando recintos, en su gira de mítines preelectorales, finalmente pasaba a la acción y, de paso, acusaba a los europeos de haber propagado la enfermedad en EEUU.

Un mensaje nativista, con ecos a los vividos en el país en el XIX contra los inmigrantes irlandeses, por ejemplo, y que por si fuera poco parece no estar basado en ningún tipo de evidencia científica. «La Unión Europea», dijo, «falló en su responsabilidad de imponer restricciones a los viajes desde China y otros focos, y como resultado un gran número de nuevos focos en los EE.UU fue sembrado por viajeros que llegaban de Europa».

Entre tanto, ajena al agitprop, la vida sigue y el coronavirus arrasa con todo. Los estados de Rhode Island, Maryland, Washington, West Virginia, Ohio, Oregon, New Mexico y Michigan, así como las ciudades de Los Ángeles y San Diego, ya han anunciado que cerrarán su sistema de colegios.

La NBA para

Mientras se suspende el Masters de Augusta, cierran sus puertas los parques de atracciones de Disney, se suspende la maratón de Boston, se suspenden las elecciones primarias en Louisiana, se suspende la gala anual del rock and roll of Fame, la liga de hockey sobre hielo, la NBA, mientras la liga nacional de béisbol pospone su arranque en al menos quince días, la cadena de cines AMC, una de las más grandes del país, reduce al 50% sus aforos, Broadway anuncia el cierre, igual que muchos de los principales museos del país, empezando por los Smithsonian en Washington y el MET en Nueva York.

Pero quizá la noticia más esperada, más necesaria de todas, es el anuncio por parte de Nancy Pelosi, presidente del Congreso, de que estaba cerca de aprobarse una ley federal en la Cámara Baja que, entre otras cosas, obligará a que los tests del coronavirus sean gratuitos y a que los trabajadores que den positivo tengan derecho a una baja por enfermedad con derecho a paga de dos semanas.

La letra pequeña pasaba por conocer la postura del gobierno, por cuanto los demócratas son mayoría en el Congreso, así como la posibilidad de que algo similar sea finalmente aprobado en el Senado. Entonces sí la responsabilidad pasaría al gobierno. «Esto pasará», aseguró el presidente desde Washington, rodeado de expertos, en su discurso más inclusivo y presidencial en muchos meses.