Coronavirus

China

El rebrote de Pekín acaba con el espejismo del control de la epidemia

Veintidós millones de chinos permanecen confinados en la capital como medida de prevención por el nuevo coronavirus

Pruebas masivas a los posibles afectados. Centenares de vuelos cancelados. Vecindarios clausurados. Clases presenciales suspendidas. Con esta larga serie de medidas, Pekín trata de poner cerco desde el pasado fin de semana al nuevo brote de coronavirus originado en un mercado de la capital china. Allí, las autoridades han elevado el nivel de alerta sanitaria al 2 (en una escala de 4) y mantienen en una situación de semicuarentena a sus 22 millones de habitantes.

Pekín parece estar viviendo su particular Wuhan, aunque en una versión mucho más moderada. Según los expertos chinos, la situación se ha podido controlar gracias a la rápida respuesta de las autoridades del país para frenar la propagación del virus. “Pekín ha acumulado experiencia de Wuhan, por lo que sus medidas de contingencia son más específicas”, afirmó Liang Qidong, vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales de Liaoning. Es esa razón por la que no es necesario, a su parecer, ordenar el cierre completo de la ciudad como sucedió en la otra ciudad china.

Aunque hasta el momento las cifras no son preocupantes -se han detectado 137 infectados-, el rebrote ha reavivado los miedos de una población que ya disfrutaba de la ahora conocida como nueva normalidad. Por eso, desde que se detectaran los primeros casos el sábado pasado, se han ido endureciendo las decisiones adoptadas. Ayer, se cancelaron 1.250 vuelos en los dos aeropuertos de la urbe (un 60% del total) y se redujeron los servicios de autobuses y trenes de larga distancia.

Las autoridades locales también instaron a los pequineses a no salir de la ciudad ni desplazarse por ella si no era estrictamente necesario. Se ha vuelto a controlar el acceso y la salida de la capital con chequeos de temperatura o la obligación de mostrar un código QR en el teléfono móvil que indique que el usuario está sano. Se han suspendido las clases presenciales en escuelas y universidades y se ha recomendado el teletrabajo.

El gobierno también ha ordenado a los restaurantes desinfectar y hacer controles a sus empleados y se ha decretado llevar a cabo “una inspección preventiva integralde todos los mercados, restaurantes y comedores” de la ciudad. Mientras, en los barrios cercanos al mercado de Xinfadi donde se originó el brote, se han cerrado unos treinta complejos residenciales considerados de riesgo medio y alto.

Precisamente, todos aquellos que viven en los alrededores de este mercado de abastos, que presume de ser el mayor de toda Asia, y aquellos que han entrado en contacto con sus instalaciones han sido sometidos a las pruebas de coronavirus. Según las cifras oficiales, desde el pasado sábado se han llevado a cabo 356.000 test.

La imposición de todas estas restricciones, casi de la noche a la mañana, han puesto de manifiesto hasta dónde puede afectar a la sociedad incluso un brote de este tipo. Los ciudadanos de la capital china vuelven a estar limitados y a no saber cuándo podrán volver a hacer planes.

Las lecciones son muy profundas, la situación para el control de epidemias es muy sombría, y esta situación nos ha parecido una advertencia”, afirmaron tras una reunión diversos funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh). Además, advirtieron que “este brote en el mercado Xinfadi de la ciudad ya se ha extendido a múltiples distritos de la ciudad y ha llevado a casos asociados fuera de la ciudad”.

De hecho, algunos de los casos confirmados se han detectado en las provincias de Sichuan, Hebei, Liaoning y Zhejiang, lo que ha obligado a que otras ciudades establezcan cuarentenas obligatorias para aquellos que lleguen desde Pekín. “No podemos descartar que el número de casos infectados continúe creciendo durante un periodo de tiempo”, declaró Pang Xinghuo, subdirector del Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CPCE).

A su parecer, la mayor preocupación es el lugar donde ha surgido la infección, ya que por Xinfadi pasan multitud de personas y de productos frescos que se reparten por otras provincias.

Precisamente, los equipos de científicos se esmeran por tratar de averiguar el origen del nuevo brote y saber desde cuándo circula por la capital china. Los primeros estudios situaron al salmón importado de Europa como posible fuente tras haber encontrado muestras del virus en una tabla de cortar este pescado. Pero esta teoría perdió fuelle después de que los expertos chinos apuntaran a una persona como posible transmisor del patógeno. No en vano, el daño ya estaba hecho y las empresas exportadoras de salmón vieron cómo Pekín cortaba de raíz con las importaciones de este producto y lo retiraba de sus supermercados y restaurantes.

En cuanto al tiempo que el virus lleva rondando por la capital china, la tesis principal baraja la posibilidad de que esté circulando semanas antes del mes de junio. “Es posible que hubiera muchos portadores asintomáticos o leves durante ese mes, y por eso hay una gran cantidad de virus en el ambiente. Esta es nuestra percepción actual, pero necesitamos verificarla”, señaló el director de la CPCE, Gao Fu.