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La isla de Sheppey, el origen de la cepa de coronavirus que ha puesto en jaque a Europa

Todo empezó en este paraíso vacacional para los ingleses: «Sheppey se plagó de covid. Fue aterrador»

Preparación de un cortejo funerario para una persona que murió después de contraer covid en la isla de Sheppey, el pasado 19 de marzo
Preparación de un cortejo funerario para una persona que murió después de contraer covid en la isla de Sheppey, el pasado 19 de marzoDYLAN MARTINEZ

Todo cambió en la dura batalla contra el coronavirus el pasado mes diciembre. Cuando los Gobiernos a ambos lados del Atlántico se sentían desbordados por la peor crisis sanitaria y económica en tiempos de paz, Downing Street comunicaba la peor de las noticias: se había detectado una nueva variante del virus que se contagiaba hasta un 70% más rápido y era más mortífera.

Francia se apresuró a cerrar las fronteras cortando las conexiones con el Canal de la Mancha. Colas kilométricas de camiones comenzaron a inundar las carreteras de Dover, dejando a millones de camioneros atrapados en sus cabinas en plenas celebraciones Navideñas. Cundió el caos. Y, ante todo, la preocupación entre la comunidad científica que llevaba meses luchando contra reloj para desarrollar una vacuna y ahora veía cómo la versión original del SARS-CoV-2 había mutado en una nueva cepa aún más peligrosa.

Un windsurfista y cabañas de playa se ven en Leysdown-on-Sea, en la isla de Sheppey
Un windsurfista y cabañas de playa se ven en Leysdown-on-Sea, en la isla de SheppeyDYLAN MARTINEZ

¿Dónde surgió la variante británica? Siempre se había dicho que el origen estaba en Kent, al este de Inglaterra. Pero ahora se sabe que todo empezó en la pequeña isla Sheppey, localizada en el estuario del río Támesis de apenas 38.000 habitantes. Cada verano, las caravanas llenan sus numerosos parques. En su mayoría, los turistas son británicos en busca del buen tiempo, pubs, minigolf y “fish and chips”.

Aunque hay otro tipo de “visitante” que permanece todo el año: los 2.500 presos de la cárcel de HMP Elmley. El pasado 28 de octubre, uno de los oficiales de prisión, Paul Tottman, de 52 años, regresó a casa “muy enojado”, tal y como explica su esposa Laura a Reuters. Las infecciones por Covid-19 entre el personal y los prisioneros estaban aumentando, y Tottman, que era asmático, se sentía vulnerable. Al día siguiente, la prisión le avisó que había estado con un positivo y debía aislarse. Al poco tiempo, Tottman también daba positivo. La fiebre y su dificultad para respirar le obligaron a ingresar en el hospital.

El empresario Henry Cooper vio cómo la enfermedad asolaba a su familia. Cooper dio positivo a finales de septiembre. En cuestión de semanas, la covid-19 mató a su abuelo, hospitalizó a su padre y él estuvo a punto de morir. «Toda la isla se plagó de covid», indicó. «Fue absolutamente aterrador».

Una isla conectada con dos puentes al estado de Kent

El sol se pone en el puente Kingsferry visto desde Sheerness, en la isla de Sheppey
El sol se pone en el puente Kingsferry visto desde Sheerness, en la isla de SheppeyDYLAN MARTINEZ

La isla no era ajena al contagio. Frente a su costa occidental se encuentra “Deadman’s Island”, un banco de barro lleno de huesos humanos que se cree pertenecen a hombres y niños que murieron de enfermedades infecciosas en barcos prisión amarrados en las cercanías en siglos pasados. Una de esas enfermedades fue la “fiebre de los pantanos”, más tarde conocida como malaria.

La isla está conectada por dos puentes al condado inglés de Kent. La nueva variante se extendió rápidamente desde Kent a través de Londres y el sur de Inglaterra, pasando de un 3% estimado de casos en Inglaterra a fines de octubre al 96% a principios de febrero. El Reino Unido se convertía a principios de este año en el primer país de Europa que superaba la trágica franja de los 100.000 muertos.

En la actualidad, los fallecidos superan los 127.000. Dos tercios de esas muertes han ocurrido desde el 20 de septiembre, cuando se detectó por primera vez la variante británica. Entre ellas, la del propio oficial de prisión de Sheppey, que perdió la vida cinco días antes de Navidad.

Gran capacidad de contagio

La denominada “variante británica” o “variante de Kent” ya se ha extendido en más de 100 países. Si bien es cierto que hay miles de variantes del coronavirus circulando por todo el mundo, los expertos están centrados ahora en cuatro cepas, que presentan la mutación E484K, producida en la proteína de pico del virus, lo que incrementa su gran capacidad de contagio y plantea dudas de la efectividad de las actuales vacunas.

Las llamadas “variantes preocupantes” son la de Kent (conocida hasta ahora como la variante británica), la nueva detectada en Bristol en febrero, la sudafricana y la brasileña. El Reino Unido es uno de los países que secuencia más genomas del virus en busca de alteraciones que puedan modificar su comportamiento -analiza unas 20.000 muestras a la semana-, y ha ofrecido ayuda al resto de países para que impulsen sus programas de genómicos.

Al inicio de la pandemia, el Reino Unido fue uno de los últimos países de Europa en imponer el confinamiento. Ahora, sin embargo, es donde las restricciones están tardando más en relajarse. El “premier” Boris Johnson -el mismo que hace un año mandaba a sus ciudadanos cantar tres veces cumpleaños feliz mientras se lavaran las manos- no quiere poner en riesgo la exitosa campaña de vacunación.

Las muertes han bajado hasta los niveles de septiembre y más de la mitad de la población adulta ya ha recibido la primera dosis de la vacuna, frente a una media del 10% de los países de la UE. En este sentido, al “premier” le preocupa sobremanera que, si abre ahora las fronteras, se incrementen los casos de nuevas variantes.

De ahí que, desde el pasado 29 de marzo, entraran en vigor multas de 5.000 libras (alrededor de 6.000 euros) a todos aquellos que salgan del país sin una razón de peso. La medida se extenderá, como mínimo, hasta el 30 de junio. Las únicas excepciones son para trabajar, estudiar, mudarse de casa o asistir a un evento familiar importante, como un nacimiento, boda o funeral. Aparte del justificante, se debe rellenar un formulario. De lo contrario, a la multa de 5.000 libras se suma una penalización de 200 libras (alrededor de 300 euros).