Crisis

Marruecos dio por suspendida la colaboración policial y de seguridad con España por el caso Ghali

La posición española en relación al conflicto del Sáhara y la crisis del líder del Polisario se perciben desde Rabat como una dolorosa traición

Thousands of migrants cross the Spanish-Moroccan border
Thousands of migrants cross the Spanish-Moroccan borderJON NAZCAREUTERS

“La tensión irá a más. Los marroquíes están defraudados. Marruecos quiere enviarle el mensaje a España de que quiere ‘resetear’ las relaciones”, asevera el consejero diplomático marroquí Samir Bennis a LA RAZÓN. Marruecos está herido. Enfadado desde hace meses, medio año al menos, y, de manera especial, desde que el pasado mes de abril se conociera la entrada y hospitalización del líder del Polisario en España. Para colmo, las llamadas a la calma de las últimas semanas de la diplomacia española, como quitándole hierro al asunto, han acabado de enfadar más al régimen marroquí. La oleada de migrantes que en las últimas horas –más de 6.000 al cierre de este texto- abandonaron suelo marroquí con la pasividad de las autoridades locales rumbo a Ceuta, Melilla y las costas andaluzas son la venganza fría de este Marruecos que aún se despereza tras el segundo mes de Ramadán de la pandemia.

En contraste con la contundencia de las declaraciones de los representantes de la diplomacia marroquí en las últimas semanas, la respuesta de Rabat está siendo más que discreta. Ningún miembro del Gobierno se ha manifestado aún públicamente para expresar su parecer sobre la crisis. Solo el director de la Dirección General de Seguridad Nacional ha recordado que la cooperación en materia de seguridad con España había quedado suspendida. La Marina Real marroquí no está patrullando las costas y ello ha originado un efecto llamada entre marroquíes y subsaharianos de consecuencias difíciles de mesurar.

Lo sucedido no sorprende a nadie. La crisis se venía fraguando desde hacía medio año. Las llamadas del ex vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias en noviembre a la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental y la posición española en el nuevo escenario abierto en torno a la cuestión a raíz del reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española –y especialmente los intentos de la diplomacia española de que la Administración Biden diera marcha atrás- indignaron a Rabat.

El caso del líder del Polisario, con su poco honrosa entrada en España y hospitalización, ha hecho el resto. “Lo que más ha sacado a quicio a los responsables marroquíes no es que España haya acogido a Ghali, sino que lo haya hecho secretamente en connivencia con Argelia y sin tomarse la molestia de compartir la información con ellos”, matiza Bennis, quien es experto en relaciones bilaterales. Todo indica a que la crisis no ha hecho más que comenzar.

Presión a España

No obstante el silencio oficial, los perfiles marroquíes de las principales redes sociales y aplicaciones de mensajería se inundaban en las últimas horas de videos y fotografías sobre lo sucedido en las costas del norte del país. Predominan los comentarios favorables a la audacia de los jóvenes que han intentado alcanzar suelo español. “Tetuán ha amanecido muy tranquila hoy martes, lo que interpreto como una prueba de que la sociedad está bastante a favor de los intentos de nuestros vecinos de intentar entrar en España”, explica a LA RAZÓN Rachid Bennani. El joven, quien dirige un proyecto empresarial en la antigua capital del Protectorado español, reconoce haber sido animado por ex compañeros de trabajo del restaurante en Ceuta donde trabajó varios años a cruzar a nado para acceder a la ciudad autónoma. “No me lo he planteado, tengo familia y niños pequeños, pero me aseguraban que era muy fácil entrar”, confiesa.

La combinación del cierre de las fronteras marroquíes con las dos ciudades autónomas –y la desaparición de la actividad económica ligada al contrabando- y la depresión provocada por la pandemia han llevado a las regiones de Tetuán y Nador, limítrofes con Ceuta y Melilla, a una situación social crítica.

“Además de que lo sucedido es una manera de presionar a España y la UE por su posición en la cuestión del Sáhara, la mayor preocupación y miedo debería darnos la falta de políticas migratorias de nuestro propio país; la gestión de estos menores no acompañados se hace con arreglo a un sistema de gestión de los años 80”, alerta a este periódico el investigador de la Universidad de Granada y consultor en políticas de migración e infancia José Carlos Cabrera Medina.

La crisis no existe para la agencia estatal de noticias MAP o para medios como Le Matin, que destaca por su amplia cobertura de la actividad gubernamental y real. El digital oficialista Le360, especialmente activo durante toda la crisis entre España y Marruecos en las últimas semanas y siempre bien informado, se hacía eco con una nota en de la llegada “inédita” de cinco millares de personas a la “ciudad ocupada de Ceuta”.

“Si España hubiera informado a Marruecos de su actuación en el caso Ghali y tratado con él de buena fe, se habría ahorrado esta situación”, recuerda Bennis, que dirige el digital Morocco World News. “Las relaciones atraviesan su peor momento y no veo luz al final del túnel”, avisa el consejero diplomático marroquí.