A un año de las elecciones

Magdalena Andersson asume el timón de la socialdemocracia sueca

La ministra de Finanzas se convertirá en la primera mujer al frente del Gobierno del país nórdico tras la anunciada dimisión de Löfven

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Sin sorpresas y por aclamación la ministra de Finanzas de Suecia, Magdalena Andersson, de 54 años, ha sido elegida esta tarde nueva líder del Partido Socialdemócrata (SAP). Andersson sucede a Stefan Löfven, que en agosto pasado anunció que dimitiría en noviembre como primer ministro y presidente del partido tras perder una moción de censura en junio y ser reelegido dos semanas después.

La elección de la ministra de Finanzas en el congreso que los socialdemócratas celebran en Gotemburgo desde el martes se daba por hecha después de que sus posibles rivales no presentaran ninguna candidatura y las 26 agrupaciones locales del partido le brindara su apoyo explícito. El partido confía en que, bajo las riendas de la ministra más popular del Gobierno, los socialdemócratas puedan remontar a un año de las elecciones.

“Siento una gran humildad antes de la tarea, pero sobre todo estoy enormemente ilusionada en liderar nuestro gran y orgulloso partido”, expresó Andersson en su discurso de agradecimiento. A la espera de que el viernes pronuncie su primer discurso como líder del partido, ya ha advertido de que sus prioridades serán reforzar el Estado del Bienestar, liderar la lucha contra el cambio climático y combatir la delincuencia.

Precisamente, el aumento de la violencia protagonizada por las bandas criminales en los suburbios de las grandes ciudades suecas está erosionando la popularidad del Gobierno rojiverde en minoría. “Exijo que movamos cada piedra para romper la segregación y acabar con la violencia que amenaza a toda nuestra comunidad. Debemos hacerlo como siempre lo han hecho los socialdemócratas. Debemos decir lo que es y hacer lo que se requiere”, aseguró sin tapujos la nueva líder del SAP.

Andersson, sin embargo, no se convertirá en primera ministra automáticamente una vez Löfven formalice su dimisión ante el presidente del Parlamento. Antes de hacer historia y convertirse en la primera mujer al frente de un Gobierno sueco, deberá someterse a una investidura en el “Riksdag” (Parlamento) en la que necesita no tener una mayoría de votos en contra (bastará con que los votos a favor y abstenciones sean superiores).

El Partido del Centro y de la Izquierda aún no han revelado el sentido de su voto, pero ya empiezan a poner encima de la mesa sus condiciones para apoyara a la líder socialdemócrata. Los ex comunistas, por ejemplo que tumbaron el Gobierno de Löfven por su rechazo a una ley que liberalizaba el mercado del alquiler, ya ha exigido que el Ejecutivo rojiverde renuncie a la reforma laboral parcial que exigen los centristas.

En opinión de Andersson, centristas y ex comunistas deben ser coherentes con lo que votaron hace cuatro meses. “Solo han pasado 17 semanas desde que el Riksdag votó por un primer ministro socialdemócrata. Lo único que ha sucedido desde entonces es que hemos cambiado de líder de partido”, recordaba ayer.

El primer reto que le espera a Andersson como primera ministra será lograr los apoyos parlamentarios suficientes para sacar adelante los presupuestos generales presentados por el Gobierno. Tras abandonar los liberales el Acuerdo de Enero de 2019, por el que estos y los centristas permitieron la investidura de Löfven, la todavía ministra de Finanzas deberá recurrir a sus mejores dotes negociadoras para que centristas y es comunistas, con programas opuestos, respalden la cuentas públicas para el próximo año.

La excepción nórdica

Pese a estar a la cabeza de la igualdad de género, Suecia no ha tenido nunca una mujer como primera ministra. Una excepción entre los países escandinavos, ahora todos ellos gobernados por mujeres excepto Noruega. donde Erna Solberg ha cedido el testigo al socialdemócrata Jonas Gahr Støre tras vencer en las recientes elecciones del 13 de septiembre. En cambio, los socialdemócratas ya eligieron en 2007 a otra mujer como presidenta del partido, Mona Sahlin, que dimitió tras la contundente derrota electoral de 2010.