Opinión

La democracia, el arma más poderosa de Taiwán contra China

“Es una prueba más de la actitud dictatorial e intimidatoria de Pekín y de sus ya habituales amenazas a Taiwán, con las que busca socavar la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán”

E esta foto publicada por la Agencia de Noticias Xinhua de China, un proyectil es lanzado desde un lugar no especificado en China durante ejercicios de fuego real de largo alcance por el Ejército chino, ayer
E esta foto publicada por la Agencia de Noticias Xinhua de China, un proyectil es lanzado desde un lugar no especificado en China durante ejercicios de fuego real de largo alcance por el Ejército chino, ayerLai QiaoquanAgencia AP

La reciente visita a mi país, la República de China (Taiwán), el 2 de agosto de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, quien ha sido definida por nuestra presidenta Tsai Ing Wen como una «verdadera amiga de Taiwán», bien puede ser interpretada como un sincero y muy valioso gesto de la amistad y el apoyo «sólido como una roca» que EE UU tantas veces ha manifestado tener hacia Taiwán. Pero es, sobre todo, una brillante muestra de compromiso de ambos países con la democracia.

Pelosi, tercera autoridad de EE UU, ha incluido a Taiwán en su reciente gira por Asia con el objetivo de mostrar su apoyo a la nación y profundizar la cooperación bilateral entre EE UU y Taiwán y, como ella misma ha recalcado desde Taipéi, expresar el «compromiso inquebrantable de EE UU de apoyar la vibrante democracia de Taiwán».

Como era de esperar, ello ha enfurecido profundamente a China, quien ha respondido con la menos democrática de las opciones: iniciar una serie de maniobras militares intimidatorias con fuego real durante tres días (del 4 al 7 de agosto) en seis zonas alrededor de Taiwán, represalias que, además de aislar a la isla, han provocado un grave impacto en el comercio global, en el orden internacional basado en reglas y en el ánimo de la ciudadanía, dentro y fuera de Taiwán.

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TaiwánTeresa Gallardo

Las represalias de China por la visita van de lo militar y diplomático hasta lo económico, puesto que el Gobierno chino ha anunciado la prohibición a las importaciones de, hasta la fecha, más de un centenar de productos de múltiples empresas de alimentación de Taiwán. Todo ello es una prueba más de la actitud dictatorial e intimidatoria de Pekín y de sus ya habituales amenazas a Taiwán, con las que busca socavar la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán. Y demuestra la necesidad de que todos los países democráticos sumen sus esfuerzos y tomen conciencia de la necesidad de plantar cara a la expansión hegemónica de China. Más aún hoy, después de lo sucedido con la invasión rusa de Ucrania.

En tal sentido, el G7 y la UE ya han mostrado explícitamente su apoyo a Taiwán, al afirmar en un comunicado conjunto su «compromiso compartido» de mantener el orden internacional basado en reglas, así como «la paz y estabilidad a través del Estrecho de Taiwán». En alusión directa a la visita de Pelosi, subrayan que no existe justificación para usarla como pretexto para una «actividad militar agresiva» y piden a China que detenga las maniobras militares.

Durante una reciente visita a Taiwán del 19 al 21 de julio, la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Nicola Beer, ya se pronunció con rotundidad acerca de las amenazas de Pekín contra Taiwán, diciendo que «no hay lugar para la agresión china en el Taiwán democrático». La vicepresidenta lamentó desde suelo taiwanés que Europa llegara tarde a Hong Kong y aseguró que «no llegará tarde a Taiwán», insistiendo en que es hora de apoyar a Taipéi, porque ambos –Europa y Taiwán– somos miembros de una «familia de democracias».

En contra de lo argumentado estos días por Pekín, una visita como la de Pelosi no afecta en absoluto a la soberanía e integridad territorial de China ni constituye ninguna «provocación política», puesto que Taiwán es un país independiente, soberano y democrático, y nunca ha sido parte de la República Popular de China. Tal y como ha expresado nuestra presidenta Tsai, la República de China (Taiwán) y la República Popular de China no deben subordinarse entre sí y el futuro de la República de China (Taiwán) solo puede ser decidido de acuerdo con la voluntad de los propios taiwaneses.

Mientras despliega todo su poderío militar en el Estrecho de Taiwán, el Gobierno chino se aventura a argumentar, en referencia a los supuestos «severos desafíos» de Taiwán –es decir, a la visita de Pelosi– que «la voluntad del pueblo no puede ser desafiada» y que «la tendencia de los tiempos no puede ser revertida». En tales afirmaciones, desde Taipéi no le vamos a quitar la razón: la voluntad del pueblo de Taiwán es nuestra prioridad más absoluta y la tendencia de los tiempos, es decir, la democracia, es nuestra apuesta más decidida.

Desgraciadamente, no podemos negar que en las circunstancias actuales el riesgo de conflicto militar existe y que en las guerras no existen ganadores, solo perdedores. Contamos con nuestra determinación para superar los desafíos y estamos decididos a luchar por la soberanía, la supervivencia y la prosperidad de la República de China (Taiwán), así como por la seguridad y el bienestar de los taiwaneses. Conscientes de que somos pequeños y de que nos enfrentamos a un gigante, los taiwaneses también confiamos en que se haga realidad la metáfora bíblica de David contra Goliat, y el pequeño Taiwán acabe con el régimen hegemónico chino utilizando su más poderosa y preciada arma: la democracia.