Muerte de Al Zawahiri
Al Qaeda, descabezado pero no hundido
Afganistán, refugio terrorista. Lleva un año reorganizándose gracias al tratamiento VIP de los talibanes
La muerte del cabecilla del Al Qaeda Central (AQC), Ayman al Zawahiri, no resta ni un ápice del peligro que, en todos los órdenes, supone la banda yihadista. Todo lo contrario. Sea cual sea el nuevo jefe, lo cierto es que los terroristas, como ya se publicó en este periódico, han tenido un año para reorganizar sus bases operativas en Afganistán. Gracias a ello han ganado en capacidad de cometer atentados en distintas partes del mundo. Por si había alguna duda, la presencia de Zawahiri en Kabul, al amparo de la red Haqqani de los talibanes, es la prueba que faltaba para acreditar esta preocupante hipótesis.
Cuando los talibanes, en una operación relámpago, se apoderaron, ahora hace un año, de Afganistán, lo primero que hicieron fue abrir de las cárceles de las que salieron. No solo los de Al Qaeda, sino también los del Estado Islámico. A los pocos días, se difundían por las redes vídeos que recogían el recibimiento que se prodigaba a cabecillas de Al Qaeda que hasta entonces habían estado escondidos en Pakistán, Irán y otros países.
Que el grupo que lideraba Zawahiri, que había jurado lealtad a los talibanes, iba a gozar de todas las facilidades dentro del nuevo régimen, era una realidad.
Los expertos dan poca importancia, a este respecto, sobre quién pueda ser el nuevo jefe de la banda. Cabe la posibilidad de que imiten al Estado Islámico y, para evitar una rápida identificación, nombren a uno bajo un seudónimo.
Los sucesores
Entre los posibles sucesores, se citan al marroquí Abderrahmane al Maghrebi, yerno y principal asesor de Ayman Al Zawahiri; el egipcio Saif Al Adel, que forma parte del «comando central»; y Yazid Mebrak, líder de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), así como Ahmed Diriye, jefe de la rama yihadista en África Oriental.
Lo preocupante es lo que Al Qaeda, bajo la atenta dirección y ayuda de la Red Haqqani, muchos de cuyos miembros están requisitoriados por Estados Unidos, por cuya captura ofrece importantes recompensas, haya podido hacer en este año, que no será nada bueno.
El grupo, cuya preminencia en el mundo yihadista ha quedado eclipsada por el Estado Islámico, tratará, antes de iniciar posibles acercamientos (opinan algunos expertos) para buscar una unión de todo este tipo de terrorismo, de demostrar su operatividad y eso solo es posible con grandes atentados. Los que a diario comete en el Sahel africano, a través de su franquicia, el JNIM, y en otros países, tienen escaso eco mediático. Necesita dar un «golpe en la mesa» y se puede dar como seguro que habrán fijado objetivos contra sus enemigos ancestrales: Estados Unidos e Israel.
Otra cosa es que los puedan llevar a cabo ya que, como demostró la operación de la CIA en la que murió Zawahiri, los servicios de información internacionales han trabajado de forma constante este año y disponen de buena información de los últimos movimientos de Al Qaeda en Afganistán y cómo ha dirigido desde territorio afgano a alguna de sus franquicias.
Un informe internacional, publicado en mayo, señalaba que los talibanes han estado apoyando a varias organizaciones terroristas, como Jaish-e-Muhammad (JeM) y Lashkar-e-Taiba (LeT), ambas de Pakistán; Jamaat Ansarullah, un aliado cercano de Al Qaeda; y a la propia y Al Qaeda Central. También al Movimiento Islámico de Turkestán Oriental (ETIM), compuesto por uigures que se oponen al régimen chino.
«Cabe señalar que desde su creación en la ciudad de Peshawar en 1988, Al Qaeda siempre ha funcionado bajo el Emirato Islámico, con todos los líderes de Al Qaeda como el difunto Osama bin Laden y Ayman Al Zawahiri también. Como afiliados de Al Qaeda, ofrecieron bay’a (‘juramento de lealtad’) al líder talibán afgano», agrega. No sorprende que Al Qaeda haya seguido encontrando refugio en Afganistán. «Al Qaeda ha utilizado la toma del poder por parte de los talibanes para atraer nuevos reclutas y financiamiento e inspirar a los afiliados en todo el mundo», dijo el informe de la ONU. «La relación entre Al Qaeda y los talibanes sigue siendo estrecha y se destaca por la presencia, tanto en Afganistán como en la región, del liderazgo central de Al Qaeda y grupos afiliados».
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