Secesionismo

La guerrilla más longeva de África llega a la edad de jubilación

Tras más de 40 años combatiendo a Senegal para conseguir la independencia de Casamance, el MFDC pierde terreno y su influencia decae entre los jóvenes

Djiby en su despacho, en la sede del MFDC.
Djiby en su despacho, en la sede del MFDC.Alfonso Masoliver

A la guerrilla activa más longeva de África le han salido canas. Han sido muchas estaciones de lluvias de plomo desde que una facción del Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance tomó las armas en 1985 para combatir por la independencia de Casamance (la región más meridional del país) frente al resto de Senegal. Puede que demasiadas. Las Fuerzas Armadas senegalesas iniciaron el pasado mes de marzo una ofensiva (casi) definitiva para acabar con los últimos rescoldos de Attika, el brazo armado del histórico movimiento secesionista, y sus integrantes se esconden ahora en las zonas más profundas de la selva. Su principal líder, Salif Sadio, se encuentra en paradero desconocido, aunque fuentes internas del MFDC apuntan que se refugió en el norte de Guinea Bissau tras la ofensiva de marzo.

Todo se desmorona para el MFDC. No quedan balas para los fusiles, ni inversores serios que financien la causa. Los grandes héroes fueron asesinados hace años. Lo cuenta Djiby, hoy uno de los dirigentes civiles de la facción del MFDC con base en Ziguinchor, la capital casamancesa, sentado en su despacho invadido por el polvo. Ronda los setenta años, aunque todavía mantiene algo del vigor de los adolescentes. Con los pies descalzos y estirados, rodeado por compañeros de su misma quinta, recuerda en voz alta los mejores tiempos de sus sueños. Cuando Attika era una guerrilla en ciernes e impulsada por la rabia que provoca la desolación, y “todas las armas que teníamos eran las que robábamos a los soldados senegaleses”. Suspira, y el resto de ancianos suspiran con él. Por aquél entonces, si había que entrar en una sala de fiestas en la localidad de Djibannar en 1997 y disparar a ciegas contra una multitud aterrada, se hacía. Y si había que degollar en una calle oscura a un joven senegalés con uniforme, pues se hacía también.

Jóvenes alejados de la lucha

Morir y matar por una causa es lo que despierta la nostalgia de los ancianos combatientes. Porque hubo una época donde todos eran jóvenes y el retroceso del Kalashnikov no les amorataba el hombro. Incluso hubo un tiempo, dice Djiby, “en que estuvimos financiados muy generosamente por Saddam Hussein y Gadafi”, momento que aprovecha para alabar a los hombres que contribuyeron a hacer de su guerrilla un movimiento respetado dentro del continente, en lugar de la banda de menesterosos que parecían al principio.

¿Y qué pasa ahora? “Ahora los jóvenes apenas están interesados en la causa. Sólo les importa ganar dinero”. Los ancianos tosen y se lamentan por ello. Discuten entre sí para ser los primeros en culpar al gobierno de aprovecharse de las necesidades de Casamance, ofreciendo dinero fácil con que desviar los ojos de sus jóvenes de la lucha que “importa”, que no es otra que la liberación de la opresión senegalesa. Aunque todavía quedan combatientes de edades razonables, la mayoría proceden de pueblos del interior, alejados de las grandes ciudades y, por tanto, más alejados de las manipulaciones del Gobierno central. Djiby expone así el modus operandi de Macky Sall para robarles la juventud: “Todo empieza en los colegios. No te creas que los chicos que van allí estudian un sólo párrafo de la Historia de Casamance, no lo creas, sino que estudian sin parar nada más que la Historia de Senegal. Así, cuando nosotros nos acercamos a ellos, no entienden por qué luchamos, no lo entienden porque no saben lo que ha ocurrido aquí”. Y golpea el suelo con su pie descalzo de uñas rotas.

La sede del MFDC en Ziguinchor, hoy casi abandonada y con gallinas correteando por el patio.
La sede del MFDC en Ziguinchor, hoy casi abandonada y con gallinas correteando por el patio.Alfonso Masoliver Sagardoy

Continúa en las calles. Existe un monumento en una de las calles principales de Ziguinchor donde puede leerse, escrito con grandes letras, a quién va dirigido: La Casamance a sus muertos por la patria. Djiby rebusca en su cajón de viejas fotografías y extrae una de ellas con aire triunfal. Está en blanco y negro, quemada por el sol, pero todavía puede leerse con claridad el mensaje original del monumento: La Casamance a sus muertos por Francia. Y Djiby agita la fotografía mientras sus camaradas asienten con los labios apretados. Porque ellos están orgullosos de los tiradores casamanceses que se empaparon de barro europeo en las dos guerras mundiales, pero encuentran humillante que el Estado senegalés haya falseado el monumento, de manera que parecería que los casamanceses han dejado su vida en la construcción de Senegal, y no en su partición, como realmente llevan haciendo desde hace cuarenta años.

Conjeturas del pasado y del futuro

Djiby dedica la hora siguiente a despotricar contra Léopold Sédar Senghor, el primer presidente de Senegal, y sus muchas maquinaciones para evitar la independencia de Casamance. Narra cómo Senghor firmó el tratado de la Federación de Mali (una federación inmediata a las independencias de África que establecía las actuales Mali, Senegal, Burkina Faso y Benín como una única nación) sin que el representante de Casamance estuviera presente. Habla del asesinato de líderes políticos, incendios misteriosos donde se perdieron documentos clave para la independencia de Casamance... Uno de los ancianos aprovecha entonces para tomar la palabra e iniciar una pasional perorata sobre lo alejada que se encuentra la juventud casamancesa de la lucha, pero Djiby le corta secamente, recordándole que hace rato que se ha hablado sobre eso. El anciano parpadea confundido y calla.

Al ser interrogado sobre el fin del MFDC, sin embargo, el que lleva la voz cantante niega categóricamente que esto vaya a suceder y recuerda que “siempre hemos tenido altibajos”, es cierto, pero que su continuidad a lo largo de tantos años se basa precisamente en “tener la capacidad de aguantar los momentos bajos y salir con más fuerza de ellos”. Incluso se permite hacer la confidencia de que pronto habrá un golpe de Estado en Guinea Bissau, en parte promovido por el MFDC, en parte promovido por facciones descontentas del ejército bisauguineano. Esto se debe a que siempre se ha dicho que Casamance es el norte de Guinea Bissau, o que Bissau es el sur de Casamance, en referencia a los lazos que unen a sus comunidades. Las etnias principales de Casamance (diola, peul y mandinga) también tienen una fuerte presencia en el norte de Guinea Bissau.

Las fotografías de líderes fallecidos del movimiento casamancés decoran las paredes desconchadas de su sede.
Las fotografías de líderes fallecidos del movimiento casamancés decoran las paredes desconchadas de su sede.Alfonso Masoliver Sagardoy

En los tiempos en que João Bernardo Vieira gobernaba el pequeño país africano, Bissau apoyaba al MFDC ofreciendo refugio a sus guerrilleros en los momentos bajos; el actual presidente, Sissoco Embaló, posee una estrecha amistad con el presidente senegalés, Macky Sall, y él tampoco da tregua a los exhaustos guerrilleros. Es por eso que Djiby y los suyos planean, o sueñan, derrocar pronto del poder al mandamás bisauguineano.

Lazos con Cataluña

Existe una fuerte conexión que es apenas conocida por los españoles entre Casamance y Cataluña. Ambas se tratan de regiones con movimientos secesionistas y Barcelona es la provincia española con un mayor número de senegaleses. Y debe reconocerse que fundaciones como Catalunya-Casamance realizan loables proyectos destinados a la alfabetización de niños y adultos en Casamance, muy necesarios para impulsar el desarrollo de la región, pero... ¿dónde está el truco? Puede ser que lo encontremos en el más estrecho colaborador de esta fundación: ProjecteXevi es una organización que se define como “una asociación de cooperación, ayuda humanitaria y solidaridad con los países menos desarrollados”. Aunque la realidad es que su actuación solo se centra en un país, en una zona muy concreta: Casamance. Sus medios de financiación pasan desde las donaciones privadas hasta “diferentes eventos sociales, como ferias y fiestas organizadas por diferentes ayuntamientos y entidades sensibilizadas con la causa”. A qué causa se refieren, esto es un misterio.

A sabiendas de la relación que mantienen Casamance y Cataluña, pregunté sobre ella a Djiby. El hombre sonrió y recordó con cariño junto a sus camaradas a una retahíla de amigos catalanes traídos del pasado hasta nuestra conversación, aunque también se lamentó de que el apoyo de la Generalitat había decaído en los últimos años. “Apenas tenemos a dos chicos que se han ido a Cataluña para aprender”, respondió escuetamente. Aprender, ¿el qué? “¡A independizarse, por supuesto! ¿Qué otra cosa íbamos a aprender en Cataluña?”.