Potencia naval
Así terminó el submarino ruso "cojeante" del que se burla el secretario general la OTAN
El sumergible Novorossiysk registró fugas de combustible en Gibraltar y tuvo que ser remolcado en el mar del Norte bajo la supervisión de buques holandeses y británicos
El último incidente del submarino ruso Novorossiysk en Gibraltar ha levantado numerosas suspicacias en medios militares de todo el mundo. El buque, perteneciente a la clase Kilo mejorada y asignado a la Flota del Mar Negro, sufrió el pasado mes de septiembre una fuga de combustible mientras navegaba muy cerca de las costas españolas y cercar del Estrecho de Gibraltar, uno de los pasos marítimos más vigilados y estratégicos del mundo.
La Armada rusa ha negado cualquier tipo de incidentes, pero según varios medios occidentales, la avería obligó al submarino a emerger y navegar en superficie, un hecho inusual para un sumergible diseñado para ser una caja de secretos. Fuentes extraoficiales informaron que el combustible se filtró hacia la sentina, generando riesgo de explosión y dejando a la tripulación sin piezas de repuesto ni especialistas para reparar el fallo.
La versión oficial de Moscú sostiene que el submarino emergió como parte de los protocolos internacionales de navegación durante su regreso de una misión de patrullaje en el Mediterráneo. Pese a ello, la emergencia puso en evidencia la fragilidad técnica de una armada que atraviesa uno de sus momentos más precarios desde el fin de la Guerra Fría.
Las duras palabras del jefe de la OTAN
El episodio fue usado esta semana por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien ironizó públicamente sobre el estado de la Armada rusa al calificar al submarino de “cojeante”. Para Rutte, es un símbolo del declive naval de Moscú. “Ahora apenas queda presencia naval rusa en el Mediterráneo. Solo un submarino solitario y averiado regresa a casa tras una patrulla. ¡Qué cambio con respecto a la novela La caza del Octubre Rojo! Hoy parece más bien la búsqueda del mecánico más cercano”, afirmó entre risas.
El Novorossiysk, que mide unos 74 metros y transporta una tripulación de hasta 50 personas, representa uno de los buques sumergibles más modernas de la flota rusa. Fue botado en 2014 y puede portar misiles de crucero Kalibr, equivalentes a los Tomahawk estadounidenses, además de torpedos y minas.
El incidente en Gibraltar no solo plantea dudas sobre su estado mecánico, sino también sobre la logística naval rusa. Con la guerra en Ucrania y las restricciones en los puertos del Mar Negro, Rusia tiene cada vez menos bases seguras para realizar reparaciones o mantenimiento. Analistas navales sostienen que la avería podría deberse a la fatiga del material y al uso intensivo de submarinos sin el apoyo técnico adecuado. Otros señalan que el buque pudo haber estado realizando tareas de inteligencia o transporte discreto, pero que su misión se vio interrumpida por el fallo.
Escoltado bajo supervisión holandesa
Tras la avería, el submarino fue escoltado y remolcado por el remolcador ruso Yakov Grebelsky, bajo la supervisión de buques holandeses y británicos. La OTAN siguió de cerca su recorrido desde el Atlántico hasta aguas del Mar del Norte, garantizando que el tránsito se realizara sin incidentes. Países Bajos y el Reino Unido mantienen una política de “vigilancia constante” ante cualquier buque militar ruso que transite cerca de sus zonas económicas exclusivas, especialmente tras el aumento de la tensión por posibles sabotajes a infraestructuras submarinas.
Cabe recordar que la Armada rusa perdió al inicio de la guerra de Ucrania el crucero Moskva, hundido en el Mar Negro por las fuerzas ucranianas; mientras tanto, su único portaaviones Almirante Kuznetsov sigue inmovilizado por reparaciones interminables.