Máxima tensión

China y Taiwán libran un pulso diplomático después de las elecciones: «Nuestra determinación para la reunificación es sólida como una roca»

El futuro mandato del presidente electo William Lai Ching-te, tras su toma de posesión el próximo 20 de mayo, será convulso a nivel interno y externo

Taipei (Taiwan), 11/01/2024.- Supporters of Taiwanese Vice President and ruling Democratic Progressive Party presidential candidate for 2024 election William Lai (Lai Ching-te) and vice presidential candidate Hsiao Bi-khim, (both unseen) react during a campaign rally in front of the presidential building in Taipei, Taiwan, 11 January 2024. Taiwan's presidential election is scheduled to be held on 13 January 2024. (Elecciones) EFE/EPA/RITCHIE B. TONGO
Taiwan presidential election campaign in TaipeiRITCHIE B. TONGOAgencia EFE

En medio del torbellino provocado por el respaldo internacional a Taiwán en las últimas elecciones, la presidenta en funciones, Tsai Ing-wen, y el presidente electo, William Lai Ching-te, no escatimaron en agradecimientos por el apoyo brindado por Washington durante un encuentro de alto voltaje que tuvo lugar este lunes con una delegación no oficial estadounidense en Taipéi. Sin embargo, esta muestra de solidaridad se vio eclipsada por un revés diplomático que ha sacudido a la isla autónoma, ya que Nauru ha decidido establecer relaciones oficiales con China, reconociendo a la potencia asiática como el Gobierno legítimo de esta diminuta isla. Este paso estratégico reduce aún más la ya mermada lista de aliados formales de Taiwán, dejándola en un mar de incertidumbre respecto a su futuro en el ámbito internacional.

Nauru es uno de los países más pequeños del mundo. La isla, de 11.500 habitantes, está situada a unos 5.600 kilómetros al sureste de Taiwán. Por supuesto, el Gobierno chino acogió con satisfacción el replanteamiento, apuntando a que la decisión demuestra que «el principio de una sola China está en consonancia con la voluntad del pueblo y la tendencia de los tiempos», según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín.

El futuro mandato del veterano legislador se presenta lleno de retos internos, tras su toma de posesión el próximo 20 de mayo. Además de lidiar con un Pekín hostil, en casa tendrá que enfrentarse a un Parlamento fragmentado, con mayoría de legisladores del Kuomintang y del PPT. Esto podría dificultar la formulación de políticas y, con toda probabilidad, provocará constantes disputas entre el Ejecutivo y la asamblea. Es posible que Lai tenga que revivir la experiencia del anterior presidente del PDP, Chen Shui-bian (2000-2008), que sufrió una incómoda convivencia con un Yuan Legislativo controlado por legisladores de la oposición.

Durante su discurso triunfal, Lai se mostró cauto y afirmó que mantendría el «statu quo» en las relaciones a través del Estrecho de Taiwán. Hasta ahora, se ha esforzado por retractarse de sus comentarios pronunciados en 2017, cuando prometió trabajar por la independencia taiwanesa, un objetivo claramente incendiario para Pekín. A pesar de sus palabras, los dirigentes chinos siguen considerando al presidente entrante como un «caballo de batalla» y se espera que Pekín rechace su llamamiento a reabrir el diálogo formal.

China ocupó un lugar preponderante en la carrera presidencial taiwanesa –como en el caso de una ráfaga de globos sospechosos que flotaron sobre el país el primer fin de semana del año– y desprestigió personalmente a Lai como un «separatista» que acercará a China y Taiwán a una guerra.

Tras la victoria oficial de los demócratas, la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado chino emitió un comunicado en el que afirmaba que no se puede detener «el imparable proceso que conducirá a la reunificación con la madre patria». El portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán, Chen Binhua, reiteró que «la línea sobre la resolución de la cuestión de Taiwán y la reunificación sigue siendo la misma, nuestra determinación es sólida como una roca».

Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Taiwán condenó enérgicamente estos comentarios, calificándolos de «falaces», «absurdos» y «no merecedores de réplica». El organismo argumentó que la afirmación de que la isla es un «asunto interno chino» es «totalmente incompatible con la percepción internacional y la realidad en el estrecho, y va en contra de las expectativas de la comunidad democrática global y la voluntad del pueblo taiwanés de defender los valores de la democracia».

El Partido Comunista considera que Taiwán es su propia provincia rebelde destinada a «reunificarse» con el resto del país, ya sea de forma pacífica o violenta. Por ello, mantiene una actitud extremadamente agresiva hacia cualquiera que vaya en contra de esta pretensión y reconozca su soberanía. Para evitar el conflicto con el gigante asiático, la mayoría de las naciones adoptan tácticas y recursos para seguir manteniendo relaciones políticas y comerciales con la isla sin irritar a Pekín.

Las amenazas de China

Con todo, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China y sus embajadas en todo el mundo han advertido a los países de que no deberían apoyar al PDP y han condenado a los gobiernos extranjeros que han felicitado al presidente electo de la isla autogobernada. Esto pone de manifiesto su sensibilidad ante el hecho de que otros países parezcan dar legitimidad a lo que consideran «fuerzas secesionistas» que aspiran a convertir el territorio en una nación soberana e independiente.

A pesar de los llamamientos internacionales a una resolución pacífica y al respeto del proceso democrático de Taiwán, la agresiva diplomacia y las posturas militares de China en la región han hecho saltar las alarmas. Estados Unidos, a través del presidente Joe Biden y del secretario de Estado Antony Blinken, expresó su compromiso con la paz y la estabilidad a ambos lados del Estrecho, al tiempo que navegaba cuidadosamente por la compleja tríada Estados Unidos-China-Taiwán. La postura oficial de Washington no respalda la independencia de Taiwán, pero el país saluda la expresión democrática de la isla.

Washington ha tratado de mantener buenas relaciones y defiende sus reivindicaciones democráticas, le suministra armamento e intenta proteger su estabilidad económica –entre otras cosas, es uno de los productores de microprocesadores por excelencia–. Hasta ahora, ha mantenido un equilibrio entre la proximidad a la isla y las buenas relaciones con Pekín, pero se trata de un balance delicado.

Asimismo, la embajada china condenó lo que calificó de «acciones incorrectas» del ministro británico de Asuntos Exteriores, David Cameron, después de que este manifestara que los recientes comicios son un «testimonio de la vibrante democracia de Taiwán». «Instamos a Reino Unido a reconocer que Taiwán es una provincia de China, manejar con cautela los asuntos relacionados con Taiwán de acuerdo con el principio de una sola China, detener cualquier comentario que interfiera en los asuntos internos chinos», increpó la embajada en un comunicado publicado en su cuenta oficial de WeChat.

Por su parte, la embajada china en Japón fue incluso más allá y presentó una protesta diplomática oficial, después de que la ministra japonesa de Asuntos Exteriores, Yoko Kamikawa, felicitara a Lai por su victoria. Pero Rusia, ratificando su posición tradicional, reconoció a Taiwán como territorio constituyente de China, en línea con la perspectiva de Pekín. La Unión Europea, adoptando una postura más neutral, elogió el ejercicio democrático en Taiwán y expresó su preocupación por las escaladas en el Estrecho de Taiwán.