Asia

Entre la cautela y la disuasión, Takaichi mide fuerzas con Xi en su primer encuentro bilateral

La reunión duró a penas 30 minutos

La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, y el presidente de China, Xi Jinping, en la cumbre de la APEC 2025 en Gyeongju (Corea del Sur), a 31 de octubre de 2025 REMITIDA / HANDOUT por SANAE TAKAICHI / X Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma 26/10/2025
Japón/China.- La primera ministra de Japón y Xi Jinping abordan fricciones bilaterales en su primer encuentro en la APECSANAE TAKAICHI / XEuropa Press

Bajo el camuflaje del protocolo de la cumbre de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en Gyeongju, este viernes se midieron dos rivales estratégicos, la primera ministra japonesa Sanae Takaichi y el líder chino Xi Jinping. No fue un simple encuentro diplomático, más un pulso cuidadosamente contenido entre dos potencias con ambiciones que se cruzan en lo económico, tecnológico y, sobre todo, en el plano militar. Detrás de sonrisas medidas y frases de cortesía se libró una batalla de mensajes cifrados, con Taiwán, las rutas del Indo-Pacífico y las cadenas de suministro de minerales críticos como ejes de una competencia que ya ha dejado atrás lo superficial para adentrarse en el terreno de la disuasión estratégica.

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El cara a cara entre Xi y Takaichi duró apenas treinta minutos, un deshielo cauteloso donde cada gesto fue calibrado con precisión. Según la televisión estatal china CCTV, Xi instó a "evitar que los conflictos y desacuerdos definan la relación bilateral". No es retórica vacía, ya que Pekín aspira a mantener la apariencia de estabilidad con Tokio, incluso mientras refuerza su despliegue militar en el Mar de China Oriental y la cercanía aérea a las islas Senkaku/Diaoyu, territorios cuya soberanía siguen disputándose.

En su debut en una cumbre internacional tras jurar el cargo hace una semana, Takaichi respondió con lenguaje diplomático pero sin omitir el fondo. Planteó las detenciones de ciudadanos japoneses en China, las restricciones a productos agropecuarios nipones y, sobre todo, los controles chinos sobre las exportaciones de tierras raras, un recurso estratégico indispensable para las industrias de defensa y tecnología avanzada. En palabras de la nueva mandataria, "la franqueza es el único modo de reconstruir la confianza bilateral".

Las posiciones quedaron delimitadas con nitidez. Pekin pide contención política, Japón exige previsibilidad económica. Ambos saben que detrás de esas demandas late el pulso por la hegemonía industrial del Indo-Pacífico.

Takaichi, una dirigente con el instinto de un halcón

Que China observe con recelo a Takaichi no es sorpresa. A diferencia de sus antecesores más pragmáticos, la líder conservadora —primera mujer en la historia en dirigir el gobierno nipon— ha defendido abiertamente un refuerzo del poder militar y una redefinición del papel de las Fuerzas de Autodefensa. En su primer discurso ante la Dieta, anunció un gasto en defensa equivalente al 2% del PIB ya en el actual ejercicio fiscal, adelantando dos años la meta fijada por el Ejecutivo de Shigeru Ishiba.

Para Pekín, su historial de declaraciones sobre Taiwán y Yasukuni evoca los fantasmas del revisionismo japonés. Aunque decidió no acudir al controvertido santuario durante el festival de otoño como un gesto simbólicamente moderado, sus vínculos con Taipéi son bien conocidos. Ha sostenido reuniones con dirigentes taiwaneses y ha integrado a figuras abiertamente pro-Taiwán en su gabinete, como el secretario jefe Minoru Kihara, exministro de Defensa y miembro del comité parlamentario Japón-Taiwán.

Por otro lado, Xi evitó enviar su tradicional mensaje de felicitación tras su investidura. El gesto no fue casual. En las altas esferas del Partido Comunista, la ascensión de Takaichi se interpreta como una amenaza ideológica y estratégica por ser una política dispuesta a endurecer su postura en cuestiones de soberanía y seguridad, alineándose sin ambigüedades con Washington.

Taiwán, el centro de gravedad de la tensión

La reunión en Gyeongju no podía soslayar el tema que define la arquitectura de seguridad en el Pacífico: Taiwán. Según fuentes diplomáticas japonesas, fue Xi quien introdujo el asunto, pidiendo respeto a los acuerdos históricos y una posición "correcta" por parte de Tokio. El líder chino reiteró que la reunificación con la isla "no puede quedar postergada indefinidamente", una advertencia apenas velada en un contexto de creciente presencia naval china en el estrecho. China no quiere una confrontación abierta con Japón, pero tampoco cederá en cuestiones consideradas de soberanía nacional.

Takaichi escuchó, pero no cedió. Japón se ha convertido en actor clave en la defensa de la disuasión estadounidense en Asia Oriental, y su cercanía con Taipéi, aunque no oficialmente reconocida, es un pilar del sistema de defensa regional. Desde la óptica del Ministerio de Defensa japonés, la seguridad de la "isla rebelde" es inseparable de la estabilidad de Japón, una línea doctrinal que gana fuerza a medida que Pekín incrementa sus capacidades anfibias y misilísticas.

La alianza con Washington y la nueva geoeconomía del Indo-Pacífico

En paralelo a la cita con Xi, Takaichi firmó un acuerdo con el presidente estadounidense Donald Trump sobre los suministros de minerales estratégicos —litio, cobalto y tierras raras—, insumos vitales para la industria de defensa, la electrónica de precisión y los sistemas de almacenamiento energético. El mensaje es inequívoco: mientras Pekín busca preservar su control sobre los materiales críticos, Japón y Estados Unidos intentan reducir su vulnerabilidad logística. En el lenguaje de la rivalidad entre potencias, esto se traduce en una carrera por la autonomía tecnológica que ya trasciende los tratados comerciales.

Por otra parte, Takaichi reiteró su compromiso con el Quad, el mecanismo de seguridad que agrupa a Japón, Estados Unidos, Australia e India. Al enfatizar la "interoperabilidad" con sus aliados, dibuja el contorno de una disuasión ampliada que pretende dificultar cualquier intento de coerción china sobre Taiwán o sobre los corredores marítimos del Pacífico occidental.

Xi busca tiempo, Takaichi posición

Para Pekín, este cordial encuentro fue más un ejercicio de contención táctica que una oportunidad de acercamiento. Xi Jinping necesita evitar un frente de crisis simultáneo con Tokio mientras lidia con las presiones internas y el acercamiento militar entre Japón, Filipinas y Corea del Sur. En este sentido, el tono conciliador de sus declaraciones oculta un cálculo más profundo, el de mantener bajo control el perímetro diplomático del gigante asiatico mientras refuerza su aparato de poder duro.

En el caso de Tokio, la cita representó el primer examen real de Takaichi en política exterior. Y, según las lecturas de su delegación, la líder logró proyectar una combinación de firmeza y previsibilidad, crucial para sostener la confianza de sus socios de seguridad. Como resumió un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores nipón tras la reunión: "No buscamos provocación, pero tampoco ambigüedad. Japón se defenderá desde la claridad".