Historia
El día que un hombre salvó al mundo de una extinción masiva por un holocausto nuclear en plena Guerra Fría
El teniente coronel soviético Stanislav Petrov tomó una decisión que terminó salvando la vida de millones de personas
Hay una fecha que pudo haber significado un gran punto de inflexión para la humanidad de no haber sido por un teniente coronel soviético. El 26 de septiembre de 1983, Stanislav Petrov supo mantener la cabeza fría para salvar al mundo de una catastrófica guerra nuclear entre la URSS y Estados Unidos.
El principio militar de la época era clara, el uso de armamento nuclear por parte de una potencia traería consigo seguramente la destrucción mutua asegurada (MAD por sus siglas en inglés). Justo cuando la paz pendía de un hilo y podía verse amenazada por un movimiento erróneo de las naciones, Petrov tomó una decisión tan trascendental como polémica: ignoró todos los protocolos.
Al parecer, Petrov se encontraba al frente del Mando Central de Sistemas de Alerta Temprana de Antimisiles, en la base de Serpujov-15, a unos cuantos metros del sur de Moscú, cuando el sistema de alarmas se encendió y la pantalla se tornó de color rojo. Petrov se quedó congelado enfrente del monitor.
En cuestión de segundos, las alertas pasaron de advertir sobre un “lanzamiento” a poner de manifiesto varios “ataques inminentes con misiles intercontinentales” por parte de Estados Unidos. “Un minuto más tarde la sirena sonó de nuevo. El segundo misil había sido lanzado. Entonces la tercera y la cuarta y la quinta”, relató el entonces oficial de guardia, sobre los angustiantes momentos que vivió, en diálogo con BBC en 2013.
Aun cuando los datos de los monitores sugerían que varios ataques de misil se encontraban en curso, Petrov decidió confiar en sus instintos y, desafiando sus funciones, comunicó al oficial de guardia en el cuartel general del Ejército soviético que se trataba de un fallo en el sistema electrónico.
Si el militar soviético hubiese seguido el protocolo, tendría que haber no solo notificado al secretario general del PCUS (Yuri Andropov), al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor, sino iniciar con un mecanismo de respuesta que desembocaría en la destrucción mutua asegurada.
Su decisión estuvo impulsada por la lógica y la experiencia: si la nación norteamericana hubiese lanzado un ataque, lo habría hecho a una mayor magnitud y de manera masiva.
Tal vez con un centenar de misiles, en vez de cinco o seis como advertían los monitores. ”Había 28 o 29 niveles de seguridad. Después de que el objetivo era identificado, tenía que pasar todos esos ‘puntos de control’. Yo no estaba muy seguro de que eso fuera posible, bajo esas circunstancias”, explicó Petrov para el medio citado anteriormente.
Unos cuantos minutos después de informar sobre el fallo, Petrov pudo por fin respirar en paz. Para su fortuna, y la del resto del mundo, los supuestos misiles nunca llegaron y las alarmas volvieron a la normalidad.
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