Testimonio

Así fue la altruista operación de varios policías españoles para enviar medicamentos y traer refugiados de Ucrania

Jesús, uno de los agentes implicados, explica a LA RAZÓN el viaje “sin descanso” desde Madrid para ayudar los ucranianos más necesitados

Jesús y Emilio, agentes de la UPR de la Policía Nacional de Granada, con algunos de los refugiados que fueron a recoger a Polonia
Jesús y Emilio, agentes de la UPR de la Policía Nacional de Granada, con algunos de los refugiados que fueron a recoger a PoloniaJesús González

La actual situación en Ucrania, desde que el pasado 24 de febrero comenzara la invasión rusa al territorio, ordenada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se ha ido complicando con el paso de los días tras bombardeos y ataques a las ciudades de la nación.

En tiempos de terror, incertidumbre y desasosiego, pequeños gestos o aportaciones sirven de gran apoyo para ayudar a aquellos que lo necesitan. A lo largo de estas semanas, ciudadanos de lugares como Madrid, Londres, Tokio o Tel Aviv se han echado a las calles para protestar contra la guerra y pedir el fin del conflicto. Asimismo, la población internacional envía ayuda humanitaria a la nación, ante la falta de suministros que sufren los ucranianos.

Ayuda al refugiado
Ayuda al refugiadoAntonio Cruz

Un grupo de policías de España fueron un paso más allá, saliendo “por iniciativa propia” en un convoy hasta Polonia, llevando material, medicamentos y alimentos, entre otros, que iría destinado hacia los más desfavorecidos de Ucrania. “Todos nos hemos volcado. Ha sido duro, porque fueron varios días sin descansar nada, pero ha merecido la pena”, explica a LA RAZÓN Jesús González, subinspector de Policía de Madrid.

La aventura de estos policías comenzó en la capital española a las siete de la mañana del viernes 18 de marzo. Apenas realizaron una parada en Irún para comer y cinco más para repostar el depósito de gasolina entre Francia, Alemania y Polonia, rumbo a Varsovia. En principio iban a ir tres, pero acabaron yendo un total de ocho Policías Nacionales y Locales de Madrid, Granada o las islas Canarias.

Agentes de Policía que fueron en el convoy policial hacia Polonia
Agentes de Policía que fueron en el convoy policial hacia PoloniaJesús González

Desde instrumental táctico domo jeringuillas, calmantes o instrumental de neurología hasta recursos de aseo para mujeres, mantas o sacos de dormir, además de comida, medicamentos y provisiones para los más necesitados o material proporcionado por un TEDAX de Almería. Todo ello sin apoyarse en asociaciones, sindicatos y demás, pues la financiación para conseguir su objetivo fue a través de ellos mismos, amigos y familiares, así como pagos a través de la plataforma Bizum que recibían de gente se volcaron con ellos. “La gente está muy sensibilizada y trata de hacer lo que sea necesario para ayudar. También pusimos una caja de fondos en Granada para hacer la recolecta”, añade.

Unos 3.500 kilómetros hasta llegar en la tarde del sábado 19 a la ciudad polaca, donde se reunieron con un médico “de confianza” -con el que contactaron gracias a compañeros que trabajan en Frontex- y descargar las mercancías. “Era un hombre que tiene una planificación estratégica para poder llevarlas por vías seguras, sobre todo con polacos y ucranianos de su confianza”, relata Jesús, quien hace hincapié en los peligros del mercado negro. “Temíamos que con la crisis, el mercado negro se aprovechara y robara todos los materiales que habían conseguido recoger. Son productos y materiales muy demandados. De esta forma, si íbamos nosotros, nos asegurábamos que llegara todo lo que donábamos”.

Y todo ello lo pudieron llevar en ocho vehículos, alquilados o propios, aunque añade el policía que se encontraron con problemas para poder arrendar, lo que dificultaba la misión. No obstante, dos furgonetas que fueron muy necesarias para cargar las medicinas y comida, agradece, eran de “gente de Puertollano que nos ayudaron y se involucraron junto a nosotros”, y les facilitaron ambas. “Estos manchegos, majísimos, pusieron su furgoneta de carga a nuestra disposición, y otra furgoneta Transit. Con ellas nos dio tiempo a dejar todo. Lo único que nos pidieron a cambio es que les dejáramos que vinieran con nosotros, y claro, ¿cómo les íbamos a decir que no?”, afirma Jesús.

De dejar la carga a traer refugiados

En Varsovia, tras descargar el material llevado, recogieron a una familia de 5 miembros de refugiados, y se dirigieron a Medyka, ciudad fronteriza entre Polonia y Ucrania. Allí, recogieron a otros 38 refugiados, y continuaron su ruta hasta Gliwice, donde recogieron a otros 2. Más de 45 personas de Ucrania fueron traídas por estos altruistas policías a España. Niños, jóvenes, adultos... Familias que se han visto obligadas a abandonar su país por un conflicto bélico incrementado por la presencia de Rusia desde hace un mes, aunque en el Este y otras partes del territorio está vigente desde 2014.

Entre los llegados a nuestro país a través de este convoy, una familia con un niño con síndrome de Down. También parte de otra familia de siete miembros que, por falta de espacio, se vio obligada a separarse. La madre y cuatro de los hijos fueron recogidos por los policías, mientras que el padre y el otro descendiente tuvieron que quedarse en tierra. Por fortuna, se encontraron con “unos andaluces en una gasolinera que habían subido igual que nosotros, a bajar gente de forma altruista”. “Les comentamos la situación, les pusimos en contacto con los dos miembros restantes de la familia y pudieron ir a por ellos”. Así, la familia, aunque viajara de forma separada, pudo reencontrarse en una gasolinera de Jerez. “Fue algo bastante emotivo”, celebra Jesús.

Algunos de los refugiados recogidos en Polonia junto a varios agentes
Algunos de los refugiados recogidos en Polonia junto a varios agentesJesús González

El convoy se desligó en la frontera entre Alemania y Francia por el estado de salud de algunos refugiados. Unos, con más prisa, llegaron en la madrugada del lunes al martes a Getafe, donde fueron entregados a sus familiares o acogedores, mientras otros pararían esa noche en Irún, donde alquilarían “un hotel para meter al resto de los ucranianos”. A la mañana siguiente, algunos fueron montados en un autobús con destino a Santander, otros llevados a otros destinos como Berzosa del Lozoya o Bailén. También llegaron a destinos como Málaga, Móstoles o Alcorcón, y en el caso de una familia, fueron montados en un tren en Madrid de camino a Alicante.

La aventura de todos ellos acabó el martes a las 22:30 horas de la noche. Más de ochenta y cinco horas en total en la que consiguieron una bonita propuesta salvando la vida de muchos ucranianos. Jesús ya había estado en lugares como Irak o Afganistán, donde aportó su ayuda humanitaria, y sobre todo, conoció en primera persona el dolor humano y la necesidad de apoyo ante situaciones tan complicadas. “Era algo necesario”, nos cuenta.