Opinión
Boris Johnson: La fiesta ha terminado
Termina uno de los mandatos más cortos como primer ministro, apenas unos días más que Gordon Brown y menos que Theresa May. La libra esterlina subió tras conocerse su dimisión
Después de más de 50 dimisiones de 120 miembros de su gobierno -un récord histórico para un dirigente británico-, Boris Johnson está fuera del juego político. Deja de ser el líder del partido Conservador, y por tanto su puesto en el 10 de Downing Street. La presión se había vuelto insoportable. Johnson ha decidido dimitir. Termina así uno de los mandatos más cortos como “prime minister” en la historia del Reino Unido. Ha gobernado apenas más tiempo que Gordon Brown y algo menos que su rival Theresa May.
Para muchos, se trata de una buena noticia para el Reino Unido y para el exterior, aunque existan incertidumbres sobre las consecuencias para su partido y la gestión de los asuntos del país. También se puede imaginar a Ursula Von der Leyen bebiendo una cerveza de Bruselas a la salud del primer ministro mientras que, más al este, el Kremlin se congratula de la marcha de Boris Johnson y espera reanudar el diálogo con un interlocutor profesional, aunque la situación en Reino Unido sea, a sus ojos, la prueba de que los regímenes liberales occidentales se encuentran en una profunda crisis política, ideológica y económica.
De hecho, el descontento se venía gestando desde hacía meses, alimentado sobre todo por el escándalo de las fiestas ilegales en Downing Street (“Partygate”) durante el encierro anti-covid, cuando los británicos debían acatar normas muy estrictas. Debilitado, Johnson se enfrentó a una moción de censura a principios de junio, que ganó, pero por una estrecha mayoría. Conocido por no estar demasiado cerca de la verdad, sus variadas explicaciones habían provocado la frustración y luego la ira de los diputados conservadores, en un país que se enfrenta a una inflación récord del 9% y a movimientos sociales. Inflación que es una verdadera catástrofe para el primer ministro, pero sobre todo para la población. De hecho, más de dos millones de adultos en el Reino Unido se han quedado sin comer y el índice de popularidad de Johnson es tal que casi el 70% de los británicos quiere que se vaya.
Además, dos años y medio después de su amplia victoria en las elecciones parlamentarias de 2019, su dimisión pone fin a un mandato marcado por la pandemia y la salida de la Unión Europea, para el hombre que seguirá siendo a ojos de los británicos y europeos el padre del Brexit. Fue su principal defensor antes del referéndum de 2016 y había construido su programa sobre el lema “Get Brexit Done” (Hay que ejecutar el Brexit, en español). Sin embargo, los efectos positivos de la salida del Reino Unido de la Unión Europea han tardado en manifestarse, aumentando la frustración de los ciudadanos.
Desde la salida efectiva de la Unión Europea en enero de 2021, el debate sobre el Brexit se había vuelto sorprendentemente tranquilo. Los “Remainers” resignados han dejado de hacer oír su voz. En cuanto a los partidarios de un Brexit “suave”, se habían alineado tras la aplastante victoria de Boris Johnson en las elecciones generales de diciembre de 2019. En un país azotado por la pandemia, la opinión pública se centra ahora en la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas. En las últimas semanas, a medida que se acumulan los indicadores económicos desfavorables, surge una pregunta que dividirá aún más a la clase política: con Johnson fuera, ¿era posible otro Brexit?
Esta cuestión se planteará aún más, ya que ha abogado por una ruptura radical con la UE, para impulsar una mayor divergencia normativa y nuevos acuerdos comerciales. La misma pregunta se responderá, sin duda, al final de la carrera para suceder a Johnson como líder de los tories (y, por tanto, como primer ministro), que ya había comenzado de forma más o menos discreta mediante reuniones secretas en pequeños grupos, organización de equipos, solicitud de donantes del partido). Se mencionan regularmente dos nombres conservadores: Sunak y Truss, dos pesos pesados creíbles. El primero, de familia inmigrante sudafricana e hindú practicante, simboliza la meritocracia británica. La segunda, Liz Truss, hija de un izquierdista, juega con su proximidad a las clases medias y trabajadoras blancas. Su denominador común es el puro thatcherismo. Si uno de ellos gana, Bruselas puede esperar muchos meses más de confrontación y bloqueo con el Reino Unido, a menos que las consecuencias de la guerra en Ucrania obliguen a un entendimiento mutuo entre Londres y Bruselas.
Como para dar la bienvenida a la salida de “Bo-Jo”, la libra esterlina subió tras el anuncio de la dimisión del primer ministro Boris Johnson. La puerta a una política fiscal más relajada puede haberse abierto con las probables promesas de recortes fiscales de los candidatos a primer ministro. Se acabó para Johnson. ¿Se acabó el juego para los conservadores?
Profesor Titular y Coordinador del Grado en Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia
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