Primarias "tories"

Liz Truss camina con paso decidido a Downing Street

Sus recetas económicas thatcheristas han convertido a la ministra de Exteriores británica en la favorita entre las bases conservadoras

Los militantes valoran que Truss fue leal a Boris Johnson, a diferencia de Rishi Sunak, que alentó la rebelión en el Gobierno tras dimitir
Los militantes valoran que Truss fue leal a Boris Johnson, a diferencia de Rishi Sunak, que alentó la rebelión en el Gobierno tras dimitirNEIL HALLAgencia EFE

Tras dos intentos fallidos,Liz Trussconsiguió finalmente su escaño en Westminster en 2010. Sus padres no quisieron hacer campaña por ella. Estaban demasiado ocupados «cortando el césped». Los progenitores –un profesor de matemáticas y una enfermera– siempre habían sido de izquierdas. Educaron a su hija entre manifestaciones antinucleares y protestas contra Margaret Thatcher. Por tanto, cuando esta les anunció a los 21 que se afiliaba al Partido Conservador supuso un gran disgusto.

Pero quizás en la familia los ánimos sean otros ahora que Truss (46 años) va camino de convertirse en la próxima primera ministra británica. No será hasta el 5 de septiembre cuando se anuncie el nombre del sucesor de Boris Johnson. Pero teniendo en cuenta que, cuando se pregunta a las bases, la responsable de la diplomacia británica saca hasta 24 puntos de ventaja a su rival, el ex titular del Tesoro, Rishi Sunak, todo el mundo da prácticamente por hecho su mudanza a Downing Street.

Truss se coló en la final de las primarias tan solo en el último momento gracias al apoyo del núcleo duro de la formación. Y ahora, con un discurso thacherista que apuesta por recortar impuestos y reducir el papel de «papá Estado», la niña mimada de la derecha se ha convertido en la gran favorita de los aproximadamente 160.000 afiliados conservadores, que son los que tienen la última palabra.

Mientras que Sunak considera que no es el momento de bajar los impuestos para hacer frente a una inflación disparada que va camino de superar el 11%, Truss quiere reducirlos de inmediato. Aunque no explica de dónde va a sacar los 40.000 millones de libras que supondrán los recortes.

Respecto a China, una de las cuestiones protagonistas también en la batalla, la responsable de la diplomacia británica tiene también una clara ventaja. En los dos últimos años que ha estado al frente de Exteriores, se ha posicionado estratégicamente como una gran crítica ante el régimen de Xi Jinping, acusándole de cometer genocidio contra los uigures en Xinjiang y pidiendo a Reino Unido que desarrolle una «red de libertad» con otras democracias. Si gana, se ha comprometido a tomar acciones drásticas contra TikTok.

Por su parte, Sunak asegura que Pekín representa «la mayor amenaza para Gran Bretaña y la seguridad y prosperidad del mundo en este siglo». Pero cuando estaba al frente del Tesoro, quiso fomentar lazos económicos más estrechos con el gigante asiático hasta el punto de querer reanudar las conversaciones de alto nivel.

Son muchas las diferencias entre los dos candidatos. Pero quizás uno de los puntos clave es que mientras Truss se mantuvo fiel hasta el final a Johnson, a Sunak le acusan de traidor al haber presentado el 5 de julio una dimisión que precipitó el motín que acabó forzando la salida del excéntrico político. Algo que parece que las bases no perdonan.

En cualquier caso, los afiliados deberían mirar quizás más a largo plazo. Y si realmente quieren que el Partido Conservador tenga oportunidades de retener el poder tras las elecciones generales de 2024, quizá deban analizar los sondeos que revelan que es Sunak quien está mejor valorado entre el electorado en general y los votantes laboristas que en los comicios de 2019 votaron por los «tories» en los distritos del Muro Rojo del norte de Inglaterra, por primera vez desde la II Guerra Mundial, con su promesa de ejecutar el Brexit. Mantener estos votos es crucial de cara a la cita con las urnas.

Con todo, es Truss la que prácticamente tiene ahora ganada la carrera hacia el Número 10. Por lo que los británicos pasarán de «ambición rubia número uno» a «ambición rubia número dos». Al igual que Johnson, la responsable de la diplomacia británica también coqueteó con otras formaciones en la Universidad de Oxford, donde llegó a ser presidenta de la sociedad universitaria. Como activista liberal demócrata llegó a pedir la abolición de la monarquía. Pero finalmente acabó afiliándose al Partido Conservador cuando los «tories» pasaban sus horas más bajas ante el auge del Nuevo Laborismo de Tony Blair.

Paradójicamente, la titular de la diplomacia británica hizo en su día campaña por la permanencia en el bloque. No por convicción, sino porque pensaba que sería la opción ganadora. Pero tras el triunfo del Brexit, no tardó en cambiarse de bando. Oportunismo puro y duro. Truss se reinventó y pasó a abrazar la causa euroescéptica de manera apasionada.

Al ser nombrada responsable de Comercio, se posicionó como la encarnación de Instagram de la Gran Global Britain, haciendo una crónica de todos los nuevos acuerdos que Londres cerraba con terceros países. No eran otra cosa que un copia y pega de los que tenía cuando era miembro de la UE, pero se supo vender y fue ascendida a ministra de Exteriores y negociadora con Bruselas de los flecos que aún quedan pendientes del divorcio. Fue ella precisamente la que presentó en la Cámara de los Comunes el proyecto de ley con el que el Gobierno quiere cambiar, de manera unilateral, partes clave del acuerdo del Brexit, en definitiva, violar un tratado internacional.

Quien han trabajado con ella dicen que es astuta, perseverante como pocas y amante de los karaokes. Está casada con Hugh O’Leary, un contable, con quien tiene dos hijas. Sus detractores tienen poco que rascar de su vida privada, porque el «affaire» que mantuvo en 2005 con un diputado «tory», también casado, salió a la luz ya hace años y su matrimonio superó hace tiempo la crisis.