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La OTAN apunta a Rusia y China como amenazas

La cumbre de Washington aprueba medidas para reforzar la presencia en el mar Negro y alerta sobre el peligro de la tecnología china para la seguridad colectiva

El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ayer, en la cumbre de Washington / Reuters
El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ayer, en la cumbre de Washington / Reuterslarazon

La cumbre de Washington aprueba medidas para reforzar la presencia en el mar Negro y alerta sobre el peligro de la tecnología china para la seguridad colectiva.

Sin sorpresas. Así ha transcurrido la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la capital de EE UU, enmarcada en su histórico 70º aniversario y después de que se fueran avanzando desde hace semanas los asuntos prioritarios de su agenda, con ciertas discrepancias internas en temas como la seguridad y el comercio.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, inauguró la reunión ministerial con un llamamiento a la unidad para enfrentarse a los «grandes y poderosos retos» que suponen Rusia, China e Irán. Pompeo aseveró que la Alianza estaba bien posicionada para avanzar y encarar las nuevas y cambiantes amenazas. Sin embargo, una profunda disputa con Turquía sobre sus planes de compra de un sistema de defenso aéreo a Rusia y las demandas de Estados Unidos a sus socios, en particular a Alemania, para que aumenten el gasto en Defensa, ensombrecieron el cumpleaños de la OTAN. Pompeo advirtió a los líderes que se dejen de «excusas» como que los ciudadanos no quieren dedicar más recursos en esta materia. El secretario de Estado recalcó que EE UU sigue plenamente comprometido con la cláusula de defensa mutua. «Ninguna otra alianza puede ni remotamente alcanzar el poder de las naciones aquí presentes», subrayó Pompeo, que añadió que la OTAN está en «una posición de fuerza» pero necesita adaptarse a los nuevos tiempos y a las «amenazas emergentes».

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunciaba en rueda de prensa, tal y como estaba previsto, un paquete de medidas contra Rusia destinado a incrementar su presencia en el mar Negro, punto de fricción con Ucrania y Georgia. «Rusia ha hecho del mundo un lugar más peligroso», decía Stoltenberg en referencia a su uso de misiles. Ha sido la decisión principal alcanzada por los 29 para evitar que el poder de Rusia se extienda, por su «comportamiento agresivo» hacia sus países vecinos como Georgia y Ucrania o su incumplimiento del tratado para la eliminación de armas nucleares de medio y corto alcance.

Estas medidas urgentes están destinadas a mejorar el «conocimiento de la situación en la región del mar Negro» –donde Moscú capturó en el estrecho de Kerch en noviembre de 2018 barcos y soldados ucranianos– con más apoyo a Ucrania y Georgia, mediante información compartida, la formación de fuerzas marítimas y guardacostas, visitas a puertos y ejercicios militares en la zona.

La OTAN no tiene intención de iniciar carrera armamentística, pero advierten de que tampoco serán ingenuos y no descartan otras medidas de disuasión. No desplegarán misiles en Europa, por ahora, pero continuarán con la defensa y aumentarán su inversión a tales efectos. La alianza militar apuesta por el diálogo y el compromiso de unión entre todos los países miembros de la organización. «Siempre que estemos unidos y seamos fuertes, podremos hacer que Rusia responda ante esa situación», enfatizó Stoltenberg. Aunque, tal y como resaltaba el ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Borrell, «la OTAN no es una alianza ofensiva, pero sí defensiva».

El foco de atención de los asuntos destacados en este encuentro histórico fueron también Afganistán y la defensa a los derechos humanos que va a mantener la Alianza Atlántica, así como la lucha conjunta contra el terrorismo. «España desea una retirada ordenada que haga que todo el esfuerzo que se ha hecho y las vidas que se han perdido no sean inútiles», aseguraba Borrell. Por lo que la retirada se hará, según han confirmado, de manera conjunta y cuando esté garantizada la estabilidad del país.

Además, como novedad este año, se puso por primera vez sobre la mesa el tema de China y su potencial amenaza comercial, económica, militar y, sobre todo, tecnológica. Una preocupación compartida por todos los socios de la alianza tras la guerra comercial iniciada por EE UU contra China y su fuerte crecimiento económico en el mundo. «La tecnología es el alma de la guerra y la que diferencia la capacidad militar» de cada país.

Entre dudas sobre su futuro y la continuidad de la alianza militar, los aliados europeos quieren ver, según los expertos, a un socio estadounidense predecible y con presencia en Europa. Un panorama difícil de imaginar y complejo de alcanzar con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca. Sus continuas presiones y fuertes críticas dirigidas a la OTAN por la falta de inversión en defensa por parte de sus socios, desde su llegada al poder, han surtido efecto en esta cumbre. El secretario general de la organización anunciaba el compromiso de destinar al menos un dos por ciento del Producto Interior Bruto de los países miembros para aumentar la inversión en defensa de la alianza militar.

Algo que también confirmaba Borrell, quien destacaba además que, por encima de la inversión militar, «ha de tenerse en cuenta la creación de capacidades» de cada uno de los socios para poder abarcar esa inversión. La OTAN reconoce la existencia de graves divergencias en la alianza y exhortó a aumentar el presupuesto de defensa para enfrentar los desafíos globales y la creciente amenaza rusa, reconoció la existencia de divergencias graves en la alianza y la creciente amenaza rusa, la razón principal por la que se fundó la OTAN en 1949.

La histórica cumbre de la OTAN, que arrancaba su celebración del 70 aniversario de su creación y dando la bienvenida a Macedonia de Norte como nuevo socio, alcanzó la cifra de 30 países miembros de la organización en Washington, la misma ciudad que la vio nacer.