África Occidental

Mali, Níger y Burkina Faso anuncian su retirada "inmediata" de la CEDEAO

Los tres países gobernados por juntas militares han apostado por romper definitivamente con la organización regional tras 49 años de asociación

Los representantes de Níger, Mali y Burkina Faso anunciaron este domingo la retirada “sin dilación” de sus respectivos países de la Comunidad de Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y concluyeron así 49 años de cooperación regional para buscar una nueva alternativa al desarrollo. La decisión viene motivada, según afirmaron en un comunicado las naciones implicadas, por la “postura irracional e inaceptable [de la CEDEAO] a la hora de imponer sanciones ilegales, ilegítimas, inhumanas e ilegales que violan sus propios textos”. Este se trata de un suceso excepcional y que nunca se había dado en la historia de la CEDEAO. Abre la puerta a un cúmulo de incógnitas sobre el futuro de la región.

Crónica de una salida anunciada

Las desavenencias entre la organización regional y las naciones gobernadas por juntas militares que accedieron al poder mediante golpes de Estado comenzaron tras el golpe de Estado en Mali (agosto de 2021) que colocó al coronel Assimi Goita en el poder. La CEDEAO reaccionó imponiendo duras sanciones económicas y comerciales que fueron repitiéndose durante los sucesivos golpes en Burkina Faso (octubre de 2022) y Níger (julio de 2023); estas sanciones implicaron igualmente la suspensión temporal de los tres países dentro de la CEDEAO. Las tensiones alcanzaron su punto máximo durante el pasado verano, cuando los líderes de África Occidental se reunieron para discutir una posible intervención militar que restaurara el orden constitucional en Níger tras el golpe de Estado dirigido por el general Tchiani. Entonces, los dirigentes de Mali y de Burkina Faso comunicaron que acudirían en defensa de Tchiani en el caso de una intervención en Níger, y reafirmaron su intención de crear una nueva ruta panafricanista que buscase alternativas ante los problemas que la CEDEAO ha sido incapaz de superar: la lucha contra el yihadismo, el pozo de la pobreza, las carencias energéticas de la población local, una independencia efectiva del neocolonialismo francés, etc.

Los primeros pasos que llevarían a la salida de Mali, Burkina Faso y Níger de la CEDEAO tuvieron lugar en el mes de septiembre. Fue el momento en que los tres países anunciaron la creación de una nueva organización regional, la Alianza de Estados del Sahel (AES), “con el objetivo de establecer una arquitectura colectiva de defensa y de asistencia mutua para el beneficio de nuestros ciudadanos”. La alianza, que teóricamente fue creada con la intención de formar un frente común para encarar las sanciones de la CEDEAO y para buscar nuevos métodos de cooperación militar, rápidamente ganó popularidad entre la población local gracias a sus medios de propaganda en las redes sociales y la ayuda exterior de Rusia, no sólo en el ámbito militar, sino también energético. Igualmente, las victorias de Assimi Goita en Kidal y de Ibrahim Traoré en Djibo, añadidas a diversas operaciones antiterroristas conjuntas en la zona conocida como “las tres fronteras”, sirvieron para señalar las posibilidades de la AES a la hora de convertirse en una organización regional coherente.

Aunque las autoridades implicadas hablaron este domingo de una salida “inmediata”, el artículo 91 del Tratado de la CEDEAO/ECOWAS especifica que cualquier nación que desee su retirada de la organización deberá informar de su decisión con un año de antelación. Durante ese año, el Estado saliente deberá cumplir con las obligaciones estipuladas en dicho tratado.

Incógnitas, oportunidades y desventajas

La salida de estos tres países de la CEDEAO supondría también una batería de cambios que pasan desde el ámbito económico y comercial hasta los compromisos territoriales y militares que vinculan a los Estados miembros. Uno de los aspectos más criticados por los movimientos panafricanistas contrarios a la CEDEAO es el uso de una moneda vinculada al euro, el franco CFA, en un amplio número de países (incluyendo Mali, Burkina Faso y Níger). Que los países que utilizan esta moneda deban guardar un 50% de sus reservas de divisas en Francia se identifica, entre otras cuestiones, como una traba al desarrollo. Ya hacía meses que se rumoreaba la próxima creación de una nueva moneda, el sahel, que tampoco deja de despertar incógnitas: si el franco CFA se mantiene estable ante los vaivenes de la región gracias a que su tipo de cambio está vinculado al euro, ¿qué garantías tendrá esta nueva moneda, a sabiendas de que la sostendrán economías muy precarias, de no sufrir los procesos de devaluación que ya se han dado en la vecina Nigeria?

La salida de la CEDEAO implica a su vez una ruptura con Francia y con Europa en favor de Rusia. Si la CEDEAO es vista por la AES como una organización que sirve a los intereses europeos, su retirada debe identificarse como una señal de rechazo a la colaboración con Europa. Es una acción regional con repercusiones globales. Tanto Mali como Níger y Burkina Faso han apostado por una creciente cooperación con Rusia en detrimento de viejos aliados, y no cabe duda de que esta ruptura no podría haberse dado sin el apoyo del Kremlin, no sólo en términos políticos, sino militares y económicos. La multitud de tratados y convenios relacionados con los movimientos migratorios africanos firmados entre la CEDEAO y al Unión Europea a lo largo de las últimas décadas también se verán afectados, aunque se mantendrán los firmados a través de la Unión Africana (UA) y la Organización de los Estados de África, el Caribe y el Pacífico (OEACP).

La junta de Níger especificó durante el mes de diciembre que rompería el acuerdo migratorio firmado en 2015 entre su país y la UE, mientras que LA RAZÓN ya informó en el mes de octubre sobre la “apertura” de Agadez, ciudad de paso para cientos de miles de inmigrantes anuales, con el fin de facilitar el ascenso de inmigrantes africanos a Europa. Esto, sumado a la postura claramente antieuropea de la Alianza de Estados del Sahel, hace suponer que se producirá un aumento de llegadas en las costas del Mediterráneo central en los próximos meses/años.

Otra incógnita relevante es la posición que tendrá la Alianza de Estados del Sahel en el marco de la Unión Africana. La CEDEAO es una organización regional dependiente (y nacida) de la Unión Africana, igual que ocurre con el resto de organizaciones regionales africanas. La UA no se ha pronunciado hasta la fecha en lo referente a la legitimidad de la AES, mientras que salir de la CEDEAO implicará en cierta medida salirse del organigrama ideado para la cohesión de las regiones africanas dentro de la UA. Mali, Níger y Burkina Faso también verán reducido su peso en las decisiones de ámbito regional, perderán los beneficios económicos del mercado común y sus ciudadanos y mercancías sufrirán restricciones en lo referente al cruce de fronteras (a no ser que la CEDEAO firme un convenio a este respecto con la AES). Habría que recordar cómo afectó el Brexit a Reino Unido y extrapolarlo a tres de las naciones más pobres del mundo.

Ganarán a cambio una mayor autonomía en cuestiones internas y económicas, podrán reestructurar sus políticas comerciales y obtendrán una mayor flexibilidad a la hora de negociar con terceras potencias. Las implicaciones económicas serán previsiblemente delicadas: las tres naciones suman en total un PIB cinco veces menor que el de la Comunidad de Madrid; donde la AES suma 53.000 millones de dólares, sólo Costa de Marfil tiene un PIB de 70.000 millones de dólares. Las redes sociales se dividieron a lo largo del domingo entre quienes celebraron la decisión por su corte “panafricanista” y quienes la criticaban por considerarlo un movimiento con miras a la política internacional (y su alianza con Rusia) pero que traerá graves consecuencias a sus ciudadanos. Cuando se escribió este artículo, la CEDEAO todavía no se había pronunciado al respecto.