Cáucaso

Al menos 28.000 desplazados de Nagorno ya han atravesado la frontera de Armenia

La explosión de un depósito de gasolina en la región secesionista deja casi 70 muertos y un centenar de desaparecidos

El éxodo de armenios, habitantes hasta este martes en la región de Nagorno Karabaj, aumenta considerablemente con el transcurso de las horas. Nadie podía imaginar una crisis migratoria de tales características cuando la semana pasada el Ejército de Azerbaiyán inició un bombardeo masivo sobre la zona, reconocida como parte de ese país del Cáucaso Sur, incluso por el Gobierno armenio.

El temor ante una posible limpieza étnica en la zona ha sido el motivo que ha provocado la estampida de gran parte de los 120.000 armenios que habitaban en este enclave disputado por Armenia y Azerbaiyán y que, finalmente, pasó a ser parte de este segundo país tras la última guerra finalizada en 2020. Los datos facilitados hasta el momento hablan de más de 28.000 personas que han salido de sus casas, muchos con lo puesto, lanzándose a recorrer los 80 kilómetros que separan la capital de Nagorno Karabaj, Stepanakert, de la frontera con Armenia. Un camino que muchos han tardado en recorrer más de 24 horas, sin apenas comida y con la incertidumbre de no saber qué vida les espera en el que consideran su país.

El famoso corredor de Lachin se ha convertido en la única vía para salir de la región, atravesando el puente de Hakari, que hoy es un gran nudo colapsado de coches. Los controles puestos en marcha por el Ejército de Azerbaiyán no son muy estrictos, facilitando el camino a aquellos que se dirigen a Armenia.

Al otro lado, ya en su país de origen étnico, les espera Kornidzor, el primer puesto de control armenio y poco después la primera ciudad de acogida, Goris, que ya se encuentra abarrotada. Allí, la Cruz Roja ha reconvertido el teatro municipal en su sede para llevar a cabo los primeros trabajos de identificación y alimentar a todo el que llega.

Al otro lado, ya en su país de origen étnico, les espera Kornidzor, el primer puesto de control armenio y poco después la primera ciudad de acogida, Goris, que ya se encuentra abarrotada. Allí, la Cruz Roja ha reconvertido el teatro municipal en su sede para llevar a cabo los primeros trabajos de identificación y alimentar a todo el que llega.

En pleno éxodo, al menos 68 personas murieron en la explosión en un depósito de combustible en Nagorno Karabaj, según la televisión pública armenia (OTA). La oficina del Defensor del Pueblo karabají, Guegam Stepanián, citado por OTA, informa de la muerte de 68 personas, lo que fue confirmado por los equipos forenses, de los que 21 han sido identificados.

Stepanián cifró también en 105 los desaparecidos y en 290 los heridos en la explosión ocurrida en un depósito que se encuentra en la carretera entre la capital karabají, Stepanakert (Jankendi), y la ciudad de Askerán.

Los heridos han sido todos hospitalizados en Armenia, unos trasladados en ambulancias y otros en helicópteros de las fuerzas de pacificación rusas desplegadas en la zona desde la guerra de 2020. Cuando ocurrió la explosión, en las inmediaciones del depósito había cientos de automóviles particulares de karabajíes que deseaban abandonar el territorio tras la derrota militar hace una semana ante Azerbaiyán.

El desafío ahora para el Gobierno de Ereván es poder acoger a todo el que llegue de esa región e intenta, en primer lugar, verificar que estos desplazados cuenten con una dirección de familiares o amigos a la que dirigirse, ya que, de no ser así, se les intentará realojar, en un primer momento, en lugares colindantes a la frontera.

Azerbaiyán está dispuesta a tomar el control de Nagorno Karabaj, región a la que integrará en su esquema administrativo, sin otorgarle ningún estatus especial, aunque ha declarado que «garantizará» los derechos de los armenios que decidan quedarse en la zona, según palabras del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.

La UE anunció ayer que eleva su respuesta humanitaria a la crisis en Nagorno Karabaj con una nueva ayuda de 4,5 millones de euros para asistir a las personas desplazadas por el conflicto, tras la salida de casi 30.000 armenios de la región separatista.