Belleza

Teoría de la bayeta, el paso que cambiará toda tu rutina de belleza y la hará más efectiva

Te contamos en qué consiste y cómo llevarlo a cabo

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Mucho se habla en todos los medios especializados de la famosa “rutina de belleza”. Qué productos son necesarios para conseguirla, cuáles son los más efectivo, qué orden es el que debes seguir, cuál es la más indicada a los 30 o a los 50, cómo simplificarla, o cómo hacerla más efectiva. Y es que aunque somos conscientes que la piel tiene necesidades muy diferentes dependiendo de la persona, la edad e incluso la estación del año en la que nos encontremos, muchas veces hay ciertos trucos que pueden mejorar cualquiera de ellas.

Por eso siempre estamos atentas a lo que prodigan los expertos para saber cómo sacarle el máximo beneficio. Es importante recordar que una buena rutina de belleza muchas veces no solo puede solucionar un problema puntual o momentáneo de tu piel, como el acné o la sequedad, si no que también te ayudará a cuidarla y evitar problemas futuros, y a conservar su mejor aspecto durante el mayor tiempo posible. Así que cuando nos hemos enterado de la famosa “teoría de la bayeta” hemos ido corriendo a enterarnos en que consiste.

Pues bien, según los expertos este paso consigue optimizar los resultados de sérums, cremas y de más productos. Se trata de algo tan sencillo como aportar humedad a la piel antes de aplicar cualquier producto. “Esto ocurre porque los limpiadores tienden a resecar la piel del rostro, una humedad que es necesaria para que los sueros y las cremas penetren mejor, sobre todo aquellos de base acuosa, ya sean de principios como la vitamina C o el ácido hialurónico”, comenta Elisabeth San Gregorio, directora técnica de la firma Medik8.

Todo esto atiende a lo que Raquel González, cosmetóloga y directora de formación de Perricone MD denomina Teoría de la Bayeta, un concepto cuanto menos original, cuya explicación parte de que cuando una balleta está seca, no suele absorber bien lo que queramos recoger con ella, aunque sea algo húmedo. Para que absorba bien, normalmente tiene que estar humedecida previamente. Con nuestra piel ocurre lo mismo. Si está demasiado seca, no es tan receptiva a los productos que vayamos a aplicar, algo que solucionaremos mediante la inclusión de un tónico en nuestra rutina. El tónico no solo conseguirá equilibrar la piel tras la limpieza, también aportará esa humedad que favorecerá la penetración de todo lo que vayamos a aplicar después”.

Así, la Teoría de la Bayeta pone en valor la función de los tónicos, productos que para muchos eran totalmente prescindibles en la rutina de cuidado de la piel. Sin embargo, se convierten en el cimiento esencial que hace de sostén para todos los cosméticos que apliquemos a posteriori. “Tengamos en cuenta que el agua atrae el agua. Por ejemplo, si añadimos un suero hidratante a partir de ácido hialurónico sobre una piel aún húmeda por el tónico, conseguiremos, por increíble que parezca, que el producto se potencie considerablemente al penetrar muchísimo mejor gracias a una sustancia afín que le hace de conductor”, concluye Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza.