
Bienestar
Sumérgete en la naturaleza: el poder del shinrin-yoku
Se llama 'shinrin-yoku', nació en Japón en los años 80 y es la receta ancestral, ahora avalada por la ciencia, para escapar del estrés que impone la vida en las grandes urbes

La desconexión con el entorno natural es uno de los peajes de la vida moderna. Vivimos cada vez más concentrados en grandes urbes, rodeados de asfalto y hormigón. Según datos de las Naciones Unidas, esta tendencia no hace más que acentuarse: si hoy más de la mitad del planeta reside en ciudades, se prevé que para el año 2050 el porcentaje alcance el 66 %. Este desarraigo del medio natural es un fenómeno global que genera un profundo malestar en la sociedad.
Frente a esta realidad, desde Japón llegó en la década de los ochenta una propuesta tan sencilla como revolucionaria: el shinrin-yoku o «baño de bosque». El concepto fue impulsado por la Agencia Forestal del país asiático con un objetivo muy claro: buscar una forma de paliar los efectos del estrés en una población agotada por el ritmo de las metrópolis. La idea era proponer una inmersión consciente y sensorial en la atmósfera del bosque para mejorar la salud pública.
Sin embargo, esta práctica no es flor de un día ni una simple ocurrencia moderna. Su filosofía se inspira en antiguas creencias sintoístas, que consideran al ser humano como una pieza más del engranaje de la naturaleza, y no como un ente separado de ella. Se trata, por tanto, de recuperar una conexión perdida que forma parte de una tradición ancestral.
La ciencia que avala los paseos por el bosque
De hecho, lo que podría parecer una simple recomendación con tintes espirituales cuenta con un sólido respaldo científico. Numerosos estudios han confirmado sus beneficios para la salud. Se ha demostrado que esta inmersión en la naturaleza reduce la hormona del estrés, el cortisol, de manera notable. Los efectos positivos van más allá, ayudando a disminuir la tensión arterial y a fortalecer el sistema inmunológico.
Además, la ciencia ha logrado desentrañar algunos de los mecanismos que explican este bienestar. Ciertos compuestos que liberan los árboles, como los aceites esenciales de las coníferas, y determinadas bacterias presentes en el suelo forestal juegan un papel clave. Se cree que estos elementos estimulan la producción de serotonina, generando una sensación de calma y felicidad en quienes se exponen a ellos de forma deliberada.
Por otro lado, una de las mayores ventajas del shinrin-yoku es su enorme accesibilidad. A diferencia de otras disciplinas, no requiere grandes proezas físicas ni equipamiento especializado. Aunque en Japón ya existe una red de «bases de terapia forestal» certificadas, su esencia se puede practicar en cualquier parque o bosque cercano. Gestos tan simples como caminar descalzo por la tierra, tocar la corteza de un árbol o, simplemente, sentarse a observar en silencio son suficientes para impregnarse de la tranquilidad del entorno y sentir sus beneficios.
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