Partido Popular

Virando a babor

Los actuales dirigentes populares aspiran no ya a cubrir todo el espectro de la derecha, pero sí a crecer por su izquierda

Antaño, la ambición de los dirigentes del Partido Popular era cubrir todo el espectro político desde las lindes del PSOE hacia la derecha. Era una ambición gigantesca. Aznar puede presumir de haberla hecho realidad luego de hacerse con el poder en el PP. Los sucesores de Aznar no supieron mantener vivo aquel legado. Por eso el PP se encuentra ahora en una posición bien distinta. Y parece que lo que se ha perdido por un lado, los actuales dirigentes quieren recuperarlo por el otro. En otras palabras, los actuales dirigentes populares aspiran no ya a cubrir todo el espectro de la derecha, pero sí a crecer por su izquierda: absorber todo lo que se pueda de Ciudadanos y, con algo de suerte, atraer una parte del voto socialistas.

Es, como en los años 90, una ambición de gran calibre. La sostiene y justifica la deriva del PSOE, embarcado en su peculiar podemización en compañía de lo que va quedando de la extrema izquierda populista y neocomunista, los filoetarras y los secesionistas. Un gran cortejo para lo que debería ser un funeral, que no termina de serlo por el bombardeo de propaganda progresista a la que se somete a la población española desde todas las instancias de la educación y la cultura oficial, incluidas aquellas que están bajo el control del PP. En realidad, esta actitud de pasividad parece haber pasado a formar parte de esa gran estrategia encaminada a situar al PP en un nuevo paisaje. Habiéndose hecho con los cuadros y la mayoría de los votantes de Ciudadanos y con los votantes del PSOE descontentos con el sancho-comunismo, este PP se convertiría en un partido de centro… izquierda, algo así como un «macronismo» con partido.

Tal vez eso contribuya a explicar la trifulca (el «bullicio», habría escrito algún autor castellano de tiempos medievales) con la Presidenta de la Comunidad de Madrid que, además de discrepar en alguna que otra cuestión orgánica, no parece dispuesta a dejarse situar en ese espacio político. Entre otras cosas –es de suponer– porque una maniobra como esta deja vía libre a que VOX ocupe el espacio de la derecha, con el consiguiente desconcierto de los antiguos votantes del PP que ven en VOX –con razón– algo muy distinto de lo que fue el partido por el que votaban antes, sin que el espacio que solía ocupar el PP lo ocupe ahora nadie, salvo, en Madrid, el núcleo en torno de la Comunidad. De la inteligencia y la finura de los dirigentes de VOX dependerá que esta oportunidad cuaje en una derecha en la que los temas propios e irrenunciables de la formación se plasmen en propuestas originales acerca de la reindustrialización, los salarios, la superación del desempleo, la defensa de la clase media, la vitalidad de las ciudades medianas y pequeñas, la energía y la sostenibilidad de nuestra forma de vida... ¿Cuándo y por qué se produjo este cambio en el Partido Popular? Es difícil precisarlo. Parece más sencillo ver que los pasos que se han venido dando desde entonces no responden del todo a los que los votantes de la derecha, tradicionales o nuevos, esperaban y esperan. Desde este punto de vista, el viraje a babor parece rubricar la pérdida de otra gran oportunidad.