Marta Robles

El Barçaque no es

El Barça ya no es lo que era. O mejor dicho, no le dejan ser lo que es. El Tata Martino, su entrenador, ha decidido convertirlo en varios equipos, dependiendo del partido, y se ha equivocado. No se puede fragmentar una personalidad y menos aún una tan celebrada como la del Barcelona.

Parece que el Tata olvida que, más allá de los planteamientos, la actitud reside en la seguridad de una identidad clara. Y en cuatro días el equipo ha cambiado tanto que no se parece en nada al que fue. Por eso se ha dejado el liderato en el camino y por eso sus jugadores están tan desubicados y tan frágiles. Se puede ser un entrenador mejor o peor, pero es imprescindible saber entender la fisonomía del equipo, conocer su cabeza, sus manos y su hígado y saber que no puede mandarlo al campo sin que tenga con qué bombear sangre, por mucho que la teoría diga lo contrario.

Las formas del Barça cabizbajo de ahora son las que ha construido el Tata y no las suyas propias. Lo habrá hecho con la mejor intención, pero no ha funcionado. Muchos seguidores ya pensaron que todo acabaría mal el sábado en Anoeta cuando vieron que el técnico argentino se atrevía a dejar a Xavi y Cesc en el banquillo en este último partido. Cesc entró en el minuto 61, pero sus compañeros estaban ya desmoralizados. No se encontraban ellos. Y no hay nada peor que saberse disfrazado y caminar en el incómodo proyecto de otro, sin sentirse parte de él.

Martino, expulsado tras volcar sus iras contra el segundo de la Real Sociedad, Txema Lumbreras, miró el desastre irreparable durante la segunda parte desde el palco.