Marta Robles

En venta

Ofrezco un trozo de hígado por 60.000 o un riñón por 30.000. Así rezan parte de los escandalosos textos que en los últimos cien días andan publicándose en un conocido portal de anuncios. Habrá quien piense que la desesperación de algunos da para arrancarse un riñón o partirse el hígado a la mitad, pero aunque es cierto que en estos tiempos de crisis parece que todo se vende y se compra aún más, los que trafican con órganos no suelen hacerlo con los suyos y quienes ofrecen estas «gangas» a quienes saben que en ellas se encuentra el pasaporte para vivir algunos años de vida más, suelen ser burdos timadores. En nuestra legislación, donde por cierto se compran y se venden, aunque sea ilegalmente, hasta las personas, está bien señalado que los órganos ni se pueden vender ni se pueden comprar. La ONT hace especial hincapié en la importancia de perseguir este delito. Y resulta tranquilizador, porque dado cómo somos los humanos y lo que hacemos por conservar la vida, si fuera de otra forma veríamos a algunos arrancándose hasta el corazón para salvar a los suyos y a otros robándole el hígado al más cercano, para alargarse la propia vida. Pero más allá del abyecto tráfico de órganos que por desgracia sabemos que existe en diversas partes del planeta, en los anuncios de venta de órganos por internet se juega con la angustia de quien está esperando que un milagro le salve la vida. No son traficantes de órganos, son sólo traficantes de esperanzas y de sueños. Y como tales, imagino, no tendrán tipificado su delito en el código penal o al menos no se contemplará su enorme gravedad.