Marta Robles

Tarjeta mágica

Si hay algún plastiquito duro que nos hace sentirnos poderosos más allá del de las tarjetas de crédito es el de las sanitarias. Esos rectángulos mágicos en los que llevamos escrito el nombre y el número de la Seguridad Social son los que nos convierten en ciudadanos de primera, con derecho a cama y hospital. No revisaré el estado actual de nuestra Sanidad, ni me doleré con sus carencias y problemas, porque hoy es día de alegrías: el día en que esa tarjeta mágica, que abre las puertas de los centros médicos lo hace, por fin en toda España. Bueno, o lo hará... De momento la ministra Mato ya ha anunciado la puesta en marcha de una tarjeta sanitaria única, aunque ya ha advertido de que el cambio se hará progresivamente, en los próximos cinco años. Está claro que esa tarjeta única responde al sentido común y que por mucho que los políticos autonómicos siempre se hayan mostrado reacios a reducir su parte de ese pastel, el sentir popular respecto a la Sanidad es que debe ser de todos, para todos e igual en todas partes de España. Que cada comunidad se empeñase en tener tarjeta propia no sólo resultaba ridículo, sino que dificultaba la atención fuera de la propia autonomía, a menos que fuera de urgencia, y abría heridas de casos específicos, como los de las enfermedades raras, para las que, obviamente, no hay un especialista en cada comunidad. Por eso, hoy hay que celebrar, aunque mirando precedentes igual sea pronto para la fiesta: hace nueve años, con Ana Pastor, se aprobó un decreto en el mismo sentido y hace 12 Celia Villalobos hizo un anuncio idéntico a éste con el que hoy nos congratulamos.