V de viernes

Convertir basura en enegía

Ya hay países que se abastecen de calefacción y luz partir de la reutilización y transformación de los residuos que generamos

Waste-to-energy se denomina en ingles a la transformación de la basura en energía, una alternativa razonable a la gestión de los residuos, que de esta forma desaparecen. De ahí que se postule el fin de los vertederos como algo posible. Ya hay países que generan su calefacción y electricidad a partir de la incineración, gracias a soluciones tecnológicas que permiten generar energía igual que las centrales eléctricas que usan carbón, petróleo o gas natural.

A través de la fermentación de los residuos orgánicos y en ausencia de oxígeno, se obtiene el principal producto energético generado con basura: el biogás, compuesto por metano y dióxido de carbono. A nivel básico, se puede conseguir biogás a través de un digestor (un recipiente o tanque cerrado herméticamente) cargado con residuos, que se descomponen en su interior generando biogás, con el que se puede cocinar, calentar agua o producir electricidad.

A nivel superior, las plantas de biogás son capaces de recibir toneladas de residuos industriales para crear biometano y otros muchos gases. El biogás consigue reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que los renovables tienen una huella de carbono inferior a la de los fósiles. España cuenta con más de 200 plantas de producción de biogás, pero países como Alemania tiene ya más de 10 mil, y Reino Unido, Francia, Italia y los Países Bajos cubren con biogás el consumo de electricidad de 18 millones de europeos.

Los más avanzados en reciclar residuos son los suecos, que reutilizan el 99 por ciento de su basura, llegando a importar desechos de otros países para alimentar sus plantas incineradoras. Algo que también sucede en Noruega, que compra basura de ciudades como Leed o Bristol.

Las tecnologías de conversión de residuos en energía más utilizadas son la incineración, la digestión anaeróbica y la coincineración, aunque también existe una tendencia creciente a implementar tecnologías nuevas, de manera que con los residuos sólidos urbanos se puede generar diferente tipo de energía: térmica ( agua o aire caliente y vapor), eléctrica, e incluso mecánica por biocarburantes en motores de combustión interna, producto de calentar el plástico con aire, oxígeno, vapor o hidrógeno, produciendo gas de síntesis, que puede convertirse en combustible para vehículos de gasolina y diésel. De hecho es una de las principales soluciones para reducir las emisiones de la movilidad de manera rápida, pues ya hoy el combustible que se suministra en las estaciones de servicio es un 10 por ciento renovable. Los biocombustibles avanzados pueden emplearse en nuestros coches con motor de combustión, los que ya tenemos hoy. Son una alternativa de movilidad sostenible real para la aviación, el transporte marítimo y el pesado por carretera, permitiendo descarbonizar sin depender en exclusiva de los vehículos eléctricos.