Calentamiento global
¿Cuál es la temperatura máxima que podemos soportar los humanos?
Un reciente estudio pone límite a una realidad que cada vez se está cobrando más vidas
Cada año mueren más de 5 millones de personas en todo el mundo debido a clima extremo, tanto frío como calor, pero este último se lleva el primer puesto. Y va en aumento. El estudio, publicado hace un año en Lancet Planetary Health, analizó información de dos décadas y fue realizado por un equipo mutidisciplinar de científicos. La conclusión sorprende porque las cifras son demasiado elevadas para lo que habitualmente pensamos de nuestra relación con el clima: el 9,4 % de las muertes mundiales cada año son atribuibles al calor o al frío.
A este dato hay que sumarle que las olas de calor han aumentado en todo el planeta y han pasado de 2 por año a seis, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y también se ha incrementado su intensidad en 3,5°C. A la hora de enfrentarnos a este tipo de eventos, resulta fundamental comprender cómo respondemos y cuál es nuestro límite. El cuerpo humano promedio en reposo irradia, aproximadamente, la misma cantidad de calor que una bombilla de 100 vatios. Lo cual está bien cuando la temperatura ambiente es igual o inferior a la temperatura corporal de 37 °C. El problema comienza cuando la temperatura en nuestro entorno es superior a la de nuestro cuerpo. Para evitar el sobrecalentamiento recurrimos a la transpiración, técnicamente un modo de enfriamiento por evaporación: los capilares, esos diminutos vasos sanguíneos junto a la piel, se expanden en un intento de aprovechar ese frío superficial. Si el calor exterior se mantiene, el flujo de sangre a la piel aumenta, forzando al corazón. Si no encontramos solución, cada grado centígrado que aumenta la temperatura, nuestra frecuencia cardíaca aumenta unos 10 latidos más por minuto. Los músculos reciben menos sangre, nos sentimos más cansados, las células nerviosas comienzan a fallar, lo que provoca dolor de cabeza, náuseas o incluso vómitos. La sudoración excesiva altera los electrolitos y puede causar calambres.
Efectos del calor en los órganos humanos
Este es el comienzo del agotamiento por calor, y si no se trata con sombra, descanso y algún tipo de reemplazo de electrolitos, puede desviarse rápidamente hacia un territorio peligroso. Uno que se vuelve más y más peligroso a medida que la temperatura asciende. “Los riñones suelen ser los primeros en fallar -explica Jason Kai Wei Lee, experto en el impacto del calor en el cuerpo humano de la Escuela de Medicina de la Universidad de Singapur -. Cuando los riñones están dañados, todas las toxinas que se han acumulado no se pueden excretar y nuestro cuerpo se vuelve tóxico. Eso a su vez impacta en otros órganos, que comienzan a fallar uno por uno". Y el abanico de posibilidades no es nada agradable. De acuerdo con Camilo Mora, de la Universidad de Hawái, hay 27 formas diferentes en que nuestro cuerpo pierde la batalla contra el calor. Mora es el autor principal de un estudio de 2017 publicado en Nature Climate Change que demuestra que para el año 2100, el 75% de la población mundial podría estar sujeto a al menos 20 días de olas de calor mortales por año, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando en su nivel. Más del doble que las tasas actuales, que son del 33%. La investigación de Mora demuestra los impactos del calor en el cuerpo humano. “Morir de un golpe de calor a veces es mejor que sobrevivir - señala el autor -. El daño hecho a sus órganos tiene consecuencias a largo plazo. Sus riñones están disparados, su intestino destrozado y probablemente esté en diálisis por el resto de su vida. La gente tiene que darse cuenta de lo grave que es el calor extremo. Ya es hora de que empecemos a prestar atención”.
El problema con los humanos es que, si bien somos capaces de crear importantes avances para luchar contra el calor(aires acondicionados, paisajes que ayudan a la termorregulación, ropa adecuada, etc.) nuestro cuerpo no está adaptado a este tipo de clima extremo, al contrario del de muchos animales que han evolucionado diversas estrategias para ello. Los animales que viven en el desierto, por ejemplo, se mueven más rápido, se elevan sobre el suelo o tienen apéndices (como las orejas de los zorros del desierto) que le ayudan a disipar el calor. Los humanos solo tenemos la transpiración. Y hasta cierto punto, pasado el cual, todo se desmorona. ¿Cuál es ese punto?
Existe una temperatura crítica superior
Eso es lo que ha investigado un equipo de la Universidad de Roehampton (Reino Unido) liderado por Lewis Halsey. De acuerdo con sus hallazgos, publicados esta semana en Society for Experimental Biology, el equipo de Halsey ha identificado que existe una temperatura crítica superior (UCT) para los humanos y es probable que esté entre 40°C y 50°C. Básicamente, lo que han descubierto es que la tasa metabólica en reposo, una medida de la cantidad de energía que consume el cuerpo humano para seguir funcionando, puede ser mayor cuando las personas están expuestas a condiciones de calor y humedad. “Se ha trabajado mucho sobre el rango de temperaturas en el que las diferentes especies animales prefieren vivir en términos de que sus tasas metabólicas sean mínimas y, por lo tanto, su gasto de energía sea bajo, pero, extrañamente, la información es mucho más escasa en lo que a humanos respecta, considerando los límites superiores de nuestra zona térmica neutral”, afirma Halsey.
Comprender las temperaturas a las que las tasas metabólicas humanas comienzan a aumentar y cómo esto varía entre las personas puede tener implicaciones para las condiciones laborales, el deporte, la medicina y los viajes internacionales. "Esta investigación proporciona conocimientos fundamentales sobre cómo reaccionamos ante entornos subóptimos y cómo lo que consideramos óptimo difiere entre personas con diferentes características", añade Halsey.
Los autores del estudio están investigando cómo la función cardíaca se ve afectada por temperaturas superiores a la UCT y cómo los efectos sobre el corazón varían entre personas con diferentes características, como la edad y el estado físico. "Encontramos algunos cambios considerables en las respuestas de la función cardíaca al calor entre categorías de personas, siendo la más novedosa entre los sexos -señala el estudio-. Es decir, en promedio, hombres y mujeres muestran algunas diferencias clave en sus respuestas cardiovasculares al calor”.
Diferencia de respuesta entre hombres y mujeres
El equipo de Halsey midió la función cardíaca detalladamente usando un ecocardiógrafo de última generación pero en condiciones poco habituales en un hospital, donde habitualmente se encuentran estos equipos, sino en un entorno de laboratorio donde las temperaturas aumentaban por encima de los 40 grados centígrados. La diferente respuesta entre hombres y mujeres, especulan los autores, puede estar vinculada a las diferentes hormonas, a la proporción de grasa (y su ubicación en el cuerpo) y a otros factores que aún desconocemos. Lo que queda claro es que se necesita más investigación para comprender cómo podemos responder como seres humanos y también las reacciones de cada sexo ante este tipo de eventos. “Estamos construyendo constantemente una imagen sobre cómo responde el cuerpo al estrés por calor, qué tan adaptable puede ser, los límites de esas adaptaciones y, lo que es más importante, qué tan variadas son las respuestas entre los individuos. En un mundo que se calienta, este conocimiento se vuelve cada vez más valioso”, concluye Halsey.Este conocimiento resulta vital, literalmente, en un contexto en el que cada año estaremos sometidos a olas de calor más extremas y frecuentes.
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