Notre-Dame solo recibe el 25 por ciento de las donaciones prometidas

El 15 de abril de 2019 el planeta asistía impactado al incendio de la catedral de Notre-Dame de París. La destrucción de su techo, la aguja y parte de las bóvedas causaron una emoción internacional y una ola de solidaridad en forma de lluvia de millones en donaciones para su reconstrucción. Dos años después, con las obras para consolidar el edificio aún por terminar con los lógicos retrasos que el impacto de la pandemia ha causado, la pista de las donaciones prometidas se ha convertido en una nebulosa sobre la que el propio Tribunal de Cuentas ha pedido una investigación administrativa tras criticar su «falta de transparencia» el pasado otoño. La última cifra oficial disponible del total de fondos prometidos data de marzo de 2020 y asciende a 833 millones de euros. De aquel monto, un cuarto está recaudado y los otros tres cuartos aproximadamente, 640 millones,en un limbo.

La Fundación de Notre-Dame, uno de los organismos encargados de canalizar los fondos junto a la Fundación del Patrimonio y el Centro de Museos Nacionales, considera que el dinero obtenido hasta ahora bastará para financiar lo esencial: la consolidación estructural del edificio y la restauración de la aguja. Ahora bien, los 189 millones que hay en caja no darán para el arreglo total del templo en fases posteriores. Desde dichos organismos se lanza un mensaje de calma, señalando la confianza en que los donantes vayan aportando los pagos según avancen las obras.

El parón de la pandemia

Tan solo las tareas llevadas a cabo hasta ahora para consolidar la seguridad del templo «han requerido más de cien millones» señala Guillaume Poitrinal, director de la Fundación del Patrimonio en Francia, al diario «Le Figaro». Coincidiendo con el segundo aniversario del terrible siniestro, la Prensa gala se pregunta estos días si los 830 millones comprometidos serán suficientes finalmente para la reconstrucción. Y el escepticismo de los técnicos es la respuesta predominante. Aunque la ola de solidaridad se hizo patente en los meses siguientes a la catástrofe, lo cierto es que el inicio de la pandemia cortó definitivamente el flujo constante de donaciones. Notre-Dame dejó de ser prioritario.

Desde aquella fatídica noche y, sobre todo, en las horas posteriores, surgieron 350.000 donantes, procedentes de todos los rincones de Francia y de más de cien países. Entre los mecenas más importantes destacan los empresarios François y François-Henri Pinault, dueños de marcas de lujo como Gucci o Yves Saint Laurent, que han donado 100 millones. La familia de Bernard Arnault y el grupo LVMH (Louis Vuitton), rivales en los negocios de los Pinault, se comprometieron con una suma aún mayor, 200 millones en total, para recuperar Notre-Dame.

La fase de consolidación del edificio se completará este verano, una condición necesaria para lanzar su reconstrucción. Pero las obras durarán varios años. Se ha lanzado una licitación para su reconstrucción y los arquitectos trabajan en elaborar un calendario preciso de las obras que arrancarán en el invierno de 2022. Ya se han talado cientos de robles en Francia, que se están secando, para reconstruir la aguja, su cubierta y el crucero. Y en el interior de la catedral hay un bosque de andamios, redes y lonas donde se afanan carpinteros y técnicos. El mal tiempo, la paralización de las obras debido a la pandemia y, sobre todo, las numerosas medidas y ajustes necesarios para luchar contra las emanaciones de plomo, también han provocado retrasos y aumentado el coste.

Dos años después, con París sometido a duras restricciones y un tercer confinamiento en Francia desde hace dos semanas, los alrededores de Notre-Dame son estos días el reflejo de una ciudad sin turistas y con pocos curiosos locales que se acercan al patio de la catedral para ver el avance de las obras.