Todo va bien (cuando estoy sola y borracha)
Ricardo Llorca llega al Canal con la primera versión escénica de su ópera “Las horas vacías”, estrenada en versión concierto hace catorce años en Nueva York
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La trayectoria de “Las horas vacías” no es apta para impacientes. Si su estreno en versión concierto data de 2007, en Nueva York (encargo de la New York Opera Society), sus orígenes se remontan mucho más atrás. Hay que tirar la vista hasta el siglo pasado, hasta 1993, para dar con el inicio de todo. El lugar, uno de tantos apartamentos neoyorquinos con las paredes “de papel”, puntualiza Ricardo Llorca. Ahí da comienzo esta “historia real”, dice, a la que ahora se le da forma escénica por primera vez en los Teatros del Canal (del 9 al 14 de noviembre).
En la Gran Manzana vivía el compositor español por entonces, justo debajo de una profesora de español. “Todos los viernes escuchábamos cómo, en teoría, tenía un invitado con el que cocinaba, cenaba, hablaba... La conversación se iba haciendo más fuerte hasta convertirse en una batalla campal y, luego, terminaba en el dormitorio”, recuerda Llorca. Tras un año de escandalera, los vecinos, ya cansados del numerito “de cada viernes”, llamaron a la Policía. “Vinieron y, cuando entraron, comprobaron que la vecina estaba sola. La persona con la que hablaba era un amigo imaginario con el que compartía aquellas noches”.
Puede parecer un caso aislado, pero para el músico “es una historia muy neoyorquina porque demuestra el nivel de soledad y el nivel de adicciones que hay en esa ciudad”, comenta sobre “una señora pasada de sustancias, de alcohol, en este caso”.
Fue la historia que se quedó grabada en la cabeza de Llorca durante años, hasta que en 2004 se decidió a componer una ópera que recogiera aquella atmósfera, aunque con algún cambio que otro: “Aprovechando que ya había internet, decidí construir a una mujer adicta a la red que prefiere pasar los viernes por la noche en su casa antes que salir. Cierra puertas y ventanas, abre el ordenador y habla con su amante, que puede ser imaginario o no, incluso pueden ser varios. En realidad, le da igual la persona que esté al otro lado de la pantalla. Ella ríe, llora y hace el amor con él”.
Es la composición de una pieza que producen entre el Real, el Canal y High C Music, y que a Joan Matabosch le resuena “a ‘La voz humana’, de Cocteau”, asegura el director artístico de la ópera madrileña. Por su parte, José Luis Arellano −aquí director de escena− encuentra “algo que tiene que ver con el propio Llorca, ese anhelo y esa lucha por convertir la soledad en una reivindicación porque es inherente al ser humano. No encontramos con una especie de Mary Shelley hablando con Frankenstein. La protagonista está más segura en un universo inventado que en la realidad”.
“Utiliza ese otro yo como terapia. Le explica hasta su infancia y por eso sabemos que desde que era pequeña no le gusta el mundo en el que vive; también que tenía un perro y que hablaba con él. El interlocutor da igual. Está feliz así. Podría tener un interlocutor de verdad, podría salir y tener un grupo de amigos, un amante de verdad, pero ha decidido encerrarse y vivir su mundo de fantasía. Rechaza la sociedad, quiere construir una muralla que le separe de ella”, apunta Llorca.
La frase que mueve la trama es el “todo va bien” que esta mujer se repite constantemente. “Es el ‘leitmotiv’ de la obra”, confirma Llorca, “aunque en realidad nada va bien”. “Para mí esa expresión es como una caricia −interrumpe Arellano−. Salgo de todos los ensayos tranquilo. Quizá nos tenemos que decir todos los días ‘todo va bien’ para engañar al cerebro”.
En el centro del escenario estarán ellas, Sonia de Munck (soprano) y Mabel de Poz (actriz), las dos caras de la protagonista, aunque respiren al unísono. “Se pasan la emoción”, añade el director. “Es la primera vez que hago un papel desdoblado en dos intérpretes y siento que puedo coger todas las emociones que me da Mabel porque soy yo. No hay un corte de la parte cantada a la hablada. Todo es el mismo hilo. Juntas hemos hecho un viaje para desgranar cada momento que ha podido llevar a esta mujer hasta ese extremo. Expresa todo el arco de emociones de una persona profundamente solitaria. Es una persona madura, los años pasan y ella sigue profundamente sola”, explica la cantante. Para De Poz, también es “una reivindicación de la soledad, pero su terrible soledad es cuando está en el mundo con los otros. En su casa tiene la libertad de dejarse llevar por la imaginación y la fantasía. Hasta crea un amante hecho de trozos de muchas personas”.
Acompañando a De Munck y De Poz estarán las cuerdas, el piano de Eduardo Fernández y el coro. Todo bajo la dirección de Alexis Soriano, que comenta que la música del espectáculo “tiene un lado tradicional que nos conecta con el pasado. Te lleva a la paz, al refugio. El coro utiliza textos de Juan de la Encina que aportan ese punto de reposo de un castellano antiguo que todos conocemos y nos da una especie de mirada hacia el pasado”.
- Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: del 9 al 14 de noviembre. Cuánto: desde 9 euros.