Orión, una nave con “pulmones y corazón” europeos
El gran cohete de la NASA, que se lanza mañana lunes, es el primer paso para regresar a la Luna y conquistar Marte en un futuro
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Pioner, Ranger, Surveyor, Sputnik, Cosmos, Explorer y, por supuesto, Apolo, son misiones que trataron, con más o menos fortuna, conquistar la Luna. A todas ellas se suma Artemis, el último intento de la NASA por regresar a este satélite y que tiene su prueba de fuego este lunes 29 de agosto. En este ambicioso objetivo participa por primera vez España a través de Airbus, empresa que ha desarrollado el Módulo de Servicio Europeo de la nave espacial Orion, la elegida para este desafío y que ha sido contratada por la Agencia Espacial Europea (ESA), que invierte unos 2.000 millones de euros en el programa Orion, para construir un total de seis módulos de servicio europeos.
El Centro Espacial John F. Kennedy se encuentra en Merritt Island, Florida. Allí está todo preparado para vivir una jornada histórica, otra más. Es el bautizo de Artemis, un programa que, por el número de participantes, bien podría describirse como un intento del mundo por conquistar la Luna. Artemis es un programa internacional de vuelo espacial tripulado liderado por la NASA, en el que también participan compañías comerciales de vuelos espaciales y socios internacionales como la Agencia Espacial Europea (ESA), la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), la Agencia Espacial Canadiense (CSA), la Agencia espacial Brasileña (AEB), la Agencia Espacial Australiana (ASA) y la Agencia Espacial Mexicana (AEM). Un esfuerzo colectivo y de cooperación que hará que el éxito esté más repartido.
En este proyecto, la contribución de Airbus ha sido esencial. Si comparamos la nave espacial Orion con un ser humano, el consorcio europeo ha sido el encargado de suministrarle el “corazón y los pulmones”. De eso se encarga el Módulo de Servicio Europeo, conocido por su siglas, ESM. Uno de los aspectos más difíciles de una misión de este tipo es garantizar la seguridad de los astronautas. Indudablemente, el riesgo siempre existe y la historia es testigo de varias misiones espaciales que acabaron en tragedia. Por eso, el ESM fabricado por Airbus es fundamental, ya que es el responsable de las funciones esenciales que los astronautas necesitan para mantenerse con vida: desde el suministro de aire y agua hasta la propulsión, la energía y el control térmico.
Sin ESM no existiría Artemis porque la esencia de este proyecto es “universalizar” la llegada de astronautas a la luna. Este lunes culmina la primera fase, pero Artemis II será una misión con tripulación en la primavera de 2024; y en Artemis III, previsto para el 2025, aterrizarán los primeros astronautas, entre ellos la primera mujer y persona de color, en la superficie lunar desde 1972. No se trata solo de volver a la luna, sino que ya no se hable del primer hombre en la luna, sino también de la primera mujer, del primer hombre negro, etcétera. Una Luna accesible a todos los seres humanos de la tierra.
Pero para conseguir ese objetivo de carácter más político, hay que asegurarse que tecnológicamente todo funciona. El diseño de la nave espacial Orión permite transportar a los astronautas más lejos en el espacio que nunca antes, proporcionando soporte de vida a la tripulación durante el vuelo y permitiendo un regreso seguro a la Tierra. La nave espacial consta de dos partes principales: el módulo de la tripulación, que es el hábitat para hasta cuatro astronautas y su carga, y el módulo de servicio, que proporciona propulsión, energía, agua, oxígeno y nitrógeno, además de mantener la nave espacial a la temperatura adecuada y en su curso. El módulo de servicio se instala debajo del módulo de la tripulación, unido mediante el adaptador del módulo de la tripulación, que conecta los sistemas entre los dos módulos. Juntos, forman la nave espacial Orión.
De momento, el lunes dentro de la nave no habrá tripulación y solo irán maniquíes para recoger datos de cómo el vuelo puede afectar a los cuerpos. La nave Orión irá hacia la Luna y orbitará alrededor de ella antes de regresar a la Tierra. Esta misión, con una duración mínima de 26 días, servirá para demostrar sus capacidades y recoger datos esenciales que ayuden al avance del proyecto. En cuanto al proyecto en sí mismo, los promotores aseguran que el impulso tecnológico de este regreso a la Luna podría ser descomunal en la Tierra. Ponen el ejemplo de las misiones Apolo que, en última instancia, condujeron al nacimiento de Silicon Valley y de los ordenadores y teléfonos inteligentes que utilizamos hoy en día.
Pero al margen de la aplicación práctica en la Tierra de manera inmediata, los objetivos finales son ambiciosos. Las primeras misiones Artemis allanarán el camino para que los seres humanos vivan continuamente en la Luna. En sus misiones, los astronautas de Artemis investigarán su superficie y aprenderán a vivir y trabajar allí. Ese será el campamento base para tratar de alcanzar la cima final: una misión humana a Marte. La cuenta atrás ha comenzado.