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Las últimas banderas de España en el Sahara

Repasamos el vínculo histórico y simbólico de nuestro país con este complejo territorio, el mismo que Pedro Sánchez entregó hace meses moralmente a Marruecos
larazon
La Razón

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En unos momentos en que el presidente de Rusia Vladimir Putin anuncia un dudoso referéndum para anexionarse parte de Ucrania, mientras la sociedad internacional se rasgas la vestiduras y acusa al Kremlin de violar el derecho internacional por esta actuación, no está de más de mirar al conflicto del Sahara. El Sahara, provincia española desde 1958 hasta 1976 (la provincia 53 de España), fue entregada a Marruecos por el rey Juan Carlos I, una vez muerto Franco, supuestamente para ganar el apoyo de Estados Unidos y de sus aliados a la Transición Española.
Naciones Unidas decretó que se realizase un referéndum entre la población saharaui para determinar su futuro, para preguntarles si querían forman su propia nación o integrarse en Marruecos. Esta consulta nunca se produjo. El Ejército marroquí invadió el territorio saharaui ante la inacción de las tropas españolas a las que se ordenó retirarse sin combatir. Desde este momento hasta la actualidad existe una guerra intermitente entre Marruecos y los saharauis del Polisario que a nadie preocupa y a nadie interesa. En el 2022 el presidente Sánchez han entregado moralmente el Sahara a Marruecos rompiendo la tradicional postura de España sobre el territorio y olvidando el mandato de la ONU.
El 12 de enero de 1976 se puso fin a la presencia española en el Sahara. Con la Operación Golondrina el Ejército español se fue retirando poco a poco de la provincia. El 27 de noviembre se abandonaba Smara y El Aaiún. Ese día, mientras en Madrid se coronaba rey a Juan Carlos I, la VII Bandera realizaba una marcha de 222 km, su última marcha por el Sahara español. La vinculación de la VII Bandera Valenzuela con Smara se había iniciado en 1964 cuando su coronel tomo la decisión a acantonar a sus tropas en esta población perdida en el interior del Sahara. La víspera del abandono definitivo de Smara los mandó de VII Bandera de La Legión recorriendo los alrededores, viendo y oyendo el cañoneo sobre la Saguia el Hamra y la huida masiva de la población saharaui ante la llegada de los marroquíes. Después de 44 años España volvía a ser una monarquía.
Al teniente coronel Tapia se le ordenó adelantar la diana a las 05:00 horas. Iba a ser día más duro de La Legión en Smara. Tres horas después se arriaba la bandera española por última vez. Por última vez formaron los legionarios en su acuartelamiento. En medio de un silencio sepulcral el capitán Larroca, cumpliendo las órdenes del teniente coronel Tapia, se dirigió a la tropa: “¡Caballeros legionarios! En cumplimiento de las órdenes recibidas, la Bandera emprende la marcha hacia la plaza de El Aaiún, dejando este acuartelamiento en el que durante tanto tiempo ha forjado su espíritu y acreditado su disciplina. Nos aguardan nuevos afanes y honrosas misiones a la altura de los que a La Legión le corresponde y donde habrá sobrada ocasión de cumplir nuestro Credo Legionario hasta sus últimos extremos. Os exhorto a que gritéis por última vez en Smara ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Legión! ¡Viva la VII Bandera Valenzuela!”.
Cuatro vivas secos y cortantes como el restallar de un disparo brotaron del pecho de los legionarios. A las 9 de la mañana la VII Bandera comenzó a salir de su acuartelamiento con la bandera roja y gualda al viento. Los planes de defensa de Smara frente a un ataque marroquí habían quedado en nada. Los Acuerdos de Madrid habían hurtado a los legionarios infligir una segura derrota a los soldados marroquíes. Un comandante y un capitán llegado desde El Aaiún en helicóptero les habían llevado la orden de abandonar Smara. Los marroquíes pretendían que los legionarios de la VII Bandera les recibieran con honores militares para entregarles su acuartelamiento, que arriasen ante ellos la bandera española e izar en su lugar la enseña marroquí, mientras fuerzas de La Legión y de las FAR rendían honores. El general Gómez de Salazar se negó.
La bandera recién arriada fue portada en una bandeja de plata por el suboficial más veterano, el sargento Caballero Legionario Ordoñez, aunque se pensó en un principio que fue el capitán Enseñat. Cerrando la marcha iba el teniente Ramiso, escoltando la bandera como en una comitiva fúnebre. Sólo los legionarios de la Bandera estuvieron presentes, no hubo ningún otro testigo. En el último vehículo del convoy militar se volvió a desplegar la bandera de España. El 3 de diciembre, embarcaron los legionarios en la citada motonave Ciudad de Formentera, rumbo a Fuerteventura, al cuartel del Regimiento de Infantería Fuerteventura nº 5.
Ha dejado escrito entonces teniente García Velo: “A las ocho horas formaban los legionarios. Un pelotón de la 1ª compañía fue designado para rendir honores en el momento de arriar definitivamente la Enseña Nacional. A continuación se procedió a la lectura de la última orden del teniente coronel en ese acuartelamiento. En los semblantes de los legionarios no se podía disimular el disgusto por la marcha. Se entonaban los himnos legionarios y por última vez en Smara, vivas a España, a la Legión y a la VII Bandera. A las 8:45 el cornetín vibraba con la contraseña legionaria y se daba la orden de partir. Cuando el último vehículo enfilaba la pista de El Aaiún, desde un helicóptero se lanzaba al aire la consigna: . En algún lugar no muy lejano y con otro acento se respondía: . La salida de la VII de su acuartelamiento ponía fin a la Operación Golondrina y a muchos años de sufrimiento y dureza en aquel sector. El coronel D´Limi de las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos tomaba el relevo. Sobre las 17 horas se alcanzaba la plaza de El Aaiún. Los componentes de la Bandera éramos alojados en el antiguo cuartel de los paracaidistas, a la espera de alcanzar nuestro nuevo destino. La isla de Fuerteventura y su capital Puerto del Rosario recibieron, el 4 de diciembre, al buque Ciudad de Formentera con un fuerte aguacero”.
Todos los legionarios del 4º Tercio que guarnecían el territorio abandonaron el Sahara. Embarcaron camino de las Canarias en los buques Plus Ultra y Conde de Benadito al comienzo de una tarde triste a pesar de subieron a sus transportes cantando sus himnos. Al día siguiente, en la cubierta del Plus Ultra, a primera hora de la mañana, los legionarios del 4º Tercio saludaron la bandera española, su bandera, que aún seguía izada. En el Sahara no fue arriada esta bandera. El coronel Pallás, que mandaba el Tercio Alejandro Farnesio, medalla militar ganada en la Guerra Civil, amado y odiado por sus mismos hombres en igual medida, había ordenado cortar el mástil en el que flotaba la enseña nacional en su acuartelamiento para luego ser plantado en el palo mayor del buque Plus Ultra. ¡España no arriba su bandera!