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Simone Veil, la lucha jamás termina

Elsa Zylberstein protagoniza un biopic sobre la incombustible política francesa
CARAMEL

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Con la fuerza de un caballo blanco a punto de ser devorado por los tigres entró el 26 de noviembre de 1974 Simone Veil en la Asamblea Nacional francesa para presentar como ministra de Salud su proyecto de ley con el que legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. «Si hablo hoy en esta tribuna, lo hago como mujer y no como parlamentaria para proponer a los representantes electos de la nación una modificación profunda de la legislación sobre el aborto y créanme que lo hago con un profundo sentimiento de humildad en el rostro», espetó con firmeza al comenzar su discurso mientras se sucedían los gritos de repulsa y los gestos violentos, incluidos entre diputados de su propio grupo.
Símbolo de resistencia en Francia, mujer pionera, enfrentada, europeísta, conservadora y feminista icónica, esta judía internada en un campo de concentración con solo 16 años, que había perdido a sus padres en las cámaras de gas nazis, tuvo que escuchar cómo un diputado la acusaba de «instaurar una nueva forma de eutanasia legal».
«Simone. La mujer del siglo»: espinas en la memoria
★★★☆☆
Por Carmen L. Lobo
Hay numerosos hechos históricos, en realidad, y por aparentemente nimio que parezca, cualquiera, al cabo, que jamás deberían caer en el olvido porque estamos indefectiblemente condenados a repetirlos. Como el Holocausto, por ejemplo, hoy, en una Europa de nuevo en guerra. Con solo 16 años, Simone Veil, junto a sus padres y tres hermanos, una familia judía acomodada, culta y agnóstica, acabó en un campo de exterminio, y aquella espantosa experiencia marcó para siempre toda la vida de esta magistrada y política francesa. Rotundo y auténtico icono feminista, luchadora infatigable contra la injusticia y por los derechos humanos, el director Olivier Dahan («La vie en rose», bueno, a pesar de la fama del filme, un biopic simplemente correcto) ha decidido ponerse tras la cámara para rodar una cinta que, a golpe continuo de flash back, intenta abarcar en lo posible la existencia, desde el punto de vista privado y profesional, de la protagonista, aunque de la impresión de que ni siquiera dos horas largas resultan suficiente para ello. La también ministra de Sanidad (antes ya se había involucrado, por ejemplo, en la lamentable situación de los presos en las cárceles galas) jamás olvidó, no solo el nazismo que aniquiló a millones de personas, también cómo su propio país, tras finalizar la contienda, intentó «olvidar» a los supervivientes de aquel infierno. «Somos una espina en la memoria colectiva», diría la propia Veil sobre cuantos, milagrosamente consiguieron abandonar los campos por su propio pie. Sí, en el momento que olvidamos la Historia, estamos condenados a repetirla.
Lo mejor: que nos acerca a la vida de una mujer completamente apasionante y apasionada
Lo peor: el envejecer a base de maquillaje a una actriz no siempre sale bien...
Coacción machista
Teniendo en cuenta la fiebre cinematográfica que viene despertando desde hace algún tiempo el biopic, ¿cómo no hacer una película sobre la primera mujer en presidir el Parlamento Europeo de Estrasburgo, miembro del Consejo Constitucional de Francia y presidenta de la Fundación Por la Memoria de Shoah? «Conocí a Simone Veil en 2008. Le entregué el premio otorgado por la Universidad Hebrea de Jerusalén y hablé delante de ella. A raíz de ese encuentro empezamos a vernos más y en un momento determinado le dije que quería hacer una película sobre ella. Cuando Simone falleció, justo al salir del Patio de los Inválidos, consideré que era el momento oportuno para llevarla a cabo. Fueron diez años de gestación hasta que di con Olivier Dahan. Me había encantado su película sobre Édith Piaf y supe que tenía que ser él quien dirigiera. Digamos que los planetas se alinearon», contextualiza Elsa Zylberstein, productora y protagonista de «Simone. La mujer del siglo», en entrevista con LA RAZÓN.
La actriz destaca con admiración la magnitud de su fuerza: «Siempre me ha impresionado la gente que es más grande que la vida misma, que tiene recorridos excepcionales. Cuando te meten en un campo de concentración con 16 años, ¿cómo puedes luego hacer frente a la vida? Cuando has presenciado y sufrido el horror más ignominioso, ¿a qué te aferras para continuar respirando? ¿qué clase fuerza te empuja después en tus elecciones? En el caso de Simone todo lo que escogió estuvo condicionado por ese principio de vida», señala.
Y sigue, en relación a su perfil político: «Ella no era una política como las demás. En el 74, cuando fue ministra de Salud, se proyecta como una mujer coartada porque Chirac, de carácter conservador además de católico, le había ofrecido el cargo para tener una mujer que se ocupara de los asuntos de las mujeres. Y se enfrenta a una asamblea machista que la insulta. Siempre actuó para los demás. Era bastante burguesa, alguien de centro ideológicamente hablando y, sin embargo, todas sus luchas políticas fueron de izquierdas. Se sublevó siempre contra las injusticias y participó activamente a favor de la dignidad», concluye con ímpetu sobre una mujer incombustible.