Andalûh, o el uso populista de la lengua española
El programa electoral lanzado por Adelante Andalucía en Dos Hermanas (Sevilla) ha suscitado reticencias lingüísticas por ser redactado como una imitación del acento sureño. Analizamos con expertos las consecuencias de este tipo de iniciativas
Madrid Creada:
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Permítanme impregnar estas líneas de un «andalucentrismo» apenas infundado. Es Andalucía la tierra del quejío y del sentimiento a lo grande, de las hectáreas de olivos jienenses y del wéstern almeriense, de la manzanilla sanluqueña y del salmorejo cordobés. Es un lugar de contraste, de choque cultural, donde durante siglos se han entrelazado pensamientos y donde la exaltación de toda tradición es digna de fervor en las calles, con respeto o celebración en conjunto. Andalucía es, por supuesto, su acento, ese que Lola Flores promulgó con su voz faraónica, con el que Camarón cantó e hizo historia, y que florece y varía ya no en cada provincia, sino en cada pueblo, cada individuo. El seseo y ceceo de Sevilla o Cádiz convive con el prolongamiento de las vocales de Córdoba, y no conlleva a otra cosa que al desarrollo de la variedad lingüística que el español posee en estas zonas. Es el pueblo el encargado de amoldar y perfilar este habla, en comunión con su propio desarrollo y avance. Pero todo ello en un plano oral, pues si lo volcamos en lo escrito ya caemos en, como veremos, la invención y el oportunismo. «La escritura no nació para representar una pronunciación ni la diversidad de ellas que existen y existirán, sino como una convención cultural para conservar el conocimiento, la información, las obras literarias, y para solventar la comunicación a distancia», explica a este diario Elena Méndez García de Paredes, catedrática de la Universidad de Sevilla en el departamento Lingüística. Con esto, matiza, «nadie habla como escribe y nadie escribe como habla», y es por ello que la iniciativa que ha tenido Adelante Andalucía de Dos Hermanas (Sevilla) no es más que una escritura «inventada, innecesaria y desenfocada», dice la experta. Pero vayamos por pasos.
Este partido político, en plena campaña, ha lanzado un programa electoral escrito en «andalûh», es decir, con una ortografía inventada que imita el acento de Andalucía. Y lo ha hecho a través del «Êttandâ pal Andalûh» (EPA), una propuesta ortográfica extraoficial creada en 2018 y que busca adaptarse a los dialectos andaluces. Lo titulan «Programa elêttorâ. Eleççione muniçipalê 28-M», y resulta tan complejo de leer como de, créanme, transcribir. En él, e independientemente de las ideas que promulgue este partido, se ven expresiones como «lehîl-latura», «çerbiçiô públicô», «hubentûh», «urbanîmmo» o «fîccalidá hûtta y efiçiente». Una escritura, explica García de Paredes, «inventada por alguien o por un colectivo que, sin legitimidad alguna, la ha considerado representativa de la pronunciación de los hablantes... ¿pero de qué hablantes? Es también innecesaria, porque carece de vínculo gráfico algunos para los hablantes y votantes de Dos Hermanas a los que se dirige, así como desenfocada, porque desconoce la verdadera función de la escritura».
En este sentido, Ramón Gutiérrez, del Departamento de Filología de la Universidad de Almería, defiende que este «programa elêttorâ» es una iniciativa «equivocada desde el punto de vista lingüístico, y la calificaría como oportunista, incluso populista», así como Santiago del Rey Quesada, profesor del departamento de Lingüística de la Universidad de Sevilla, asegura que «perpetúa un falso antagonismo entre el andaluz y el español». Es decir, explica este experto que «el andaluz no es una lengua. Dicho esto, la selección de variantes gráficas que evocan fenómenos no comúnmente aceptados como ejemplares por los propios andaluces, no es rentable para conseguir el objetivo que persiguen estas iniciativas: la de prestigiar el andaluz». Es por ello que propuestas ortográficas como la EPA o la ZEA (Zoziedá pal Ehtudio del Andalú), continúa Quesada, «están condenadas al fracaso, porque se basan en fenómenos que, incluso, están sociolingüísticamente desprestigiados en la actualidad. La ortografía que proponen resulta extraña e incongruente para los lectores, pues evoca pronunciación que los andaluces no asocian a situaciones comunicativas típicamente formales».
Es una iniciativa «equivocada e incluso oportunista», explica el experto Ramón Gutiérrez
Sobra especificar que, como se describía al principio de estas líneas, Andalucía es plural, cada individuo de esta tierra responde a su propia tradición y costumbre, por lo que el habla andaluza también es variada: «Este programa escrito así no representa la pronunciación andaluza, porque esta es cambiante entre zonas e individuos», apunta Lola Pons, filóloga y catedrática de la Universidad de Sevilla. A lo que Ramón Gutiérrez añade que son, «además de escritos ininteligibles hasta para los propios andaluces, imponentes de una norma lingüística que excluye a las diversas hablas andaluzas. Esto que hacen pasar por andaluz no es más que el habla de Sevilla, no representa la variedad del español hablada en Granada o Almería. Aumentan, por tanto, la imposición del centralismo sevillano, que tanta reticencia suscita en Andalucía oriental».
Araceli López denuncia que «la expresión lingüística se use como herramienta electoralista»
El oportunismo de esta iniciativa de Adelante Andalucía ya no solo es criticable solo por su inventiva ortográfica, sino también para el objetivo principal que persiguen: sacar rédito electoral. «Esto me preocupa como lingüista», apunta a este diario Araceli López, también Catedrática de la Universidad de Sevilla en Lingüística, «no porque vaya a afectar en modo alguno a la lengua española, cosa inviable a corto y medio plazo, sino porque indica la convicción entre los votantes de izquierda que merece la pena reivindicar identidades lingüísticas locales o regionales, en detrimento del tradicional internacionalismo de la izquierda». En general, añade, a los lingüistas «nos disgusta que cualquier forma de expresión lingüística se instrumentalice como herramienta electoralista, porque la lengua española es de todos sus hablantes. Las lenguas están en continuo cambio, pero si se llega a imponer un sistema de escritura diferenciado no será por acciones puntuales, sino porque la gran mayoría de la población elija escribir así». En este sentido, apunta Pons que «un programa electoral redactado así consigue mayor atención por la vía de la boutade y no por las ideas y propuestas que incluya en él, lo que es un signo de nuestros tiempos». Por tanto, todo aquel que pueda afirmar o llegar a pensar que la ortografía de EPA pueda ser mejor candidata para comunicarnos vía escrita que la ortografía histórica del español, no es más que, tal y como define García de Paredes, «una especie de terraplanismo lingüístico. Nuestra ortografía se ha difundido paulatina e históricamente a través de campañas de alfabetización en España y América, y por lo tanto es la única que se conoce y actúa como bien cultural en el mundo hispánico».